Por Vera Boussy

El 26 de junio de 2002, hace 23 años, dos miembros de la policía bonaerense asesinaron a Maximiliano Kosteki, de 22 años, y a Darío Santillán, de 21, dos militantes sociales pertenecientes a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón (CTD). Fue en la estación de Avellaneda durante una protesta en el Puente Pueyrredón por la profunda crisis económica, política y social del país. Distintas agrupaciones sociales y políticas habían convocado para reclamar mejoras en el plan social “Jefes de Hogar”, creación de puestos de trabajo genuinos y la entrega de alimentos a los comedores.

Corría el Gobierno de Eduardo Duhalde, y el entonces comisario Alfredo Fanchiotti y el suboficial Alejandro Acosta eran los encargados del operativo represivo con que las fuerzas policiales buscaban evitar que los manifestantes cruzaran el Puente Avellaneda. Esa mañana, agentes habían rodeado la zona y bloqueado el acceso al puente. Fanchiotti advirtió a la primera línea de manifestantes que “en cinco minutos tenían que despejar la zona”, pero casi al instante la policía empezó a disparar balas de goma y de plomo.

Una de las imágenes del reportero gráfico Pepe Mateos que reveló a los autores de los asesinatos de Kosteki y Santillán.

Entre la multitud de personas que huyeron, Kosteki intentó refugiarse en la estación de Avellaneda, donde cayó al piso luego de que le dispararan por la espalda. En ese momento, sus compañeros de la CDT lo ingresaron al hall de la estación para resguardarlo y ayudarlo. Ahí se encontraba Santillán, quien intentó socorrerlo hasta que Fanchiotti y Acosta le dispararon dos veces por la espalda y el comisario lo arrastró hasta la calle. La policía intentó cubrir el crimen modificando la escena y levantando evidencia para instalar una versión falsa en la que Santillán y Kosteki habían sido “víctimas de una pelea entre organizaciones piqueteras”.

A raíz del material de los reporteros gráficos y el registro audiovisual que se publicó, se conoció cómo había sucedido la masacre y pudieron identificar a los policías culpables. “Viejo, te tengo en todas las fotos, dejá de pegarle”, fue la frase que le dijo el fotógrafo Pepe Mateos, quien había registrado toda la escena, al entonces comisario. Mateos aseguró en un documental de la agencia Télam que el sonido de los disparos “no parecía ser de balas de goma, sino de plomo”.

Mural en memoria de Kosteki y Santillán.

En 2005, los policías Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta recibieron condenas a prisión perpetua por ser autores materiales de los homicidios. A lo largo de los años, los nombres de Kosteki y Santillán se transformaron en bandera de lucha para los movimientos sociales.

Desde 2003, el puente Pueyrredón lleva el nombre de las víctimas. Además, en la estación de Avellaneda se inauguró un centro cultural con sus nombres, mientras que las imágenes que documentaron el crimen permanecen como prueba irrefutable de lo sucedido.