Por Candela Quiroga, Catalina Tchilinguirian y Juana Zambonini
Robert Allen Zimmerman nació el 24 de mayo de 1941 en Minnesota, Estados Unidos. Creció escuchando country, blues y rock; en su adolescencia fue uno de esos tantos que formó bandas con la ilusión de poder dedicarse a la música. Al entrar en la universidad, su interés por el country y el rock disminuyó y el folk empezó a hacerse presente en su vida cotidiana. Antes de cambiar su nombre legalmente por Bob Dylan, pasó por muchos otros seudónimos que le permitieron experimentar en su búsqueda de autenticidad.
EL COMIENZO
En los años 60, Dylan se mudó a Nueva York después de dejar la universidad en el primer año de la carrera, y comenzó a tocar en distintos bares de la ciudad. Así, fue descubierto por el cazatalentos John H. Hammond, quien lo describió como “el futuro de la música estadounidense” y le consiguió un contrato con Columbia Records. Aunque al principio fue conocido como “el capricho de Hammond” y nadie en la discográfica confiaba en él, Dylan logró un reconocimiento en la escena musical gracias a sus canciones con mensajes filosóficos, políticos y reflexivos.
Con un sonido característico del folk estadounidense, el cantante comenzó a recolectar un número de seguidores que crecía paulatinamente al igual que sus críticos o “haters” que solamente confirmaban que Dylan estaba llegando a lugares tan importantes como para llamar la atención. Uno de estos lugares fue el festival de Newport, el evento más importante de folk en el mundo, donde se presentaban artistas de alto calibre, en su mayoría, provenientes del género. Ahí, Bob Dylan se presentó por primera vez en 1963. Fue en ese mismo festival en el que, dos años después, el cantante sería ovacionado y abucheado por dar un giro arriesgado y controversial en su presentación y su obra.

LA REVOLUCIÓN
En 1964 Dylan estrenó “Los tiempos están cambiando”, una canción que cobró sentido el 25 de julio de 1965, en Rhode Island. Lo que iba a ser una presentación más del cantante en Newport se convirtió en el show más controversial y sorprendente de su carrera. Después de ser presentado, Bob Dylan subió al escenario con un objeto inusual para los fieles oyentes del género: una guitarra eléctrica. Su Fender Stratocaster desencajó al público que esperaba verlo entrar con su guitarra acústica. Ese fue el principio de una presentación que cambiaría la música. Joe Boyd, productor del festival, mencionó tiempo más tarde para The New York Times: “Muchos sucesos históricos se vuelven cruciales en retrospectiva. Este fue uno de esos momentos en los que todos sabían que algo importante estaba sucediendo“.
Con este show, Dylan marcó un antes y un después en su vida y en su carrera. A raíz de la presentación, a su género se le fusionó otro completamente diferente y así nació el folk rock; un estilo que en el futuro inspiraría a artistas de ambos lados y que terminaría de consagrar a Dylan como uno de los grandes innovadores del siglo.

“Toqué arriba de la canción del cantante y así salió ‘Hombres de hierro’, mi primera canción, totalmente afanada de Dylan”, contó en una entrevista el cantante argentino León Gieco, referente del folk rock en la Argentina. En la revista Rolling Stone, Gieco destacó la importancia de la autenticidad de Dylan y cómo siempre ha sido fiel a su propio estilo, sin ceder a las presiones del mercado o las expectativas de la industria.
Gieco remarca constantemente que Dylan no solo es un referente musical, sino también una figura literaria y un “poeta de la música”. No obstante, en ese momento, muchos cantantes contemporáneos a Bob Dylan expresaron su opinión respecto del cambio de estilo musical. Pete Seeger, por ejemplo, lo acusó de “sabotear el ambiente del folk” al presentarse con una guitarra eléctrica. También se le atribuye a Seeger el mal funcionamiento del sonido en el festival durante su presentación, aunque, tiempo después el propio Seeger le envió una carta pidiendo disculpas por sus dichos y se exculpó de la acusación.
Gracias a aquel show se generó una incomodidad entre Dylan y sus oyentes, porque entre ellos ya estaba la incertidumbre de cuál era el siguiente paso en su carrera. Esa duda se esfumó cuando, tiempo después, editó el álbum Highway 61 Revisited, que confirmó que el camino del artista ya estaba lejos del purismo del folk. No faltaron las críticas a esa toma de decisiones: tiempo después de la presentación del disco, en un concierto que Dylan dio en Manchester, una persona que se encontraba en el público le gritó “¡Judas!”. Cuando el cantante lo escuchó, le pidió a su banda: ”¡Tóquenla a todo volumen!”.
UN REFERENTE HOY
En 2016, Dylan volvió a hacer la historia cuando ganó el Premio Nobel de Literatura gracias a sus letras. Fue el primer (y hasta ahora único) músico en obtenerlo. Uno de los organizadores del festival de Newport en 1965, Joe Boyd defendió la elección de Dylan para el Nobel y destacó que, aunque no es un escritor en el sentido clásico, su carrera ha tenido una influencia literaria profunda. Boyd subrayó que las canciones de Dylan son poesía en su forma más pura, “capaces de capturar emociones complejas y reflejar la realidad social y humana de manera única”.

A sesenta años de aquella histórica presentación en el festival de Newport, el legado de Bob Dylan sigue vigente y su influencia continúa presente en la música contemporánea. Aquel día no solo abrió puertas a un nuevo género, sino que también quedó marcado en la historia de la música. Bob Dylan transformó el folk y demostró a las nuevas generaciones de artistas que los géneros evolucionan y los tiempos cambian.