Por Diego Viquez
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) considera indigentes a aquellas personas que no cuentan con ingresos suficientes para acceder a un conjunto de alimentos que cubra las necesidades energéticas y proteicas, al que denomina Canasta Básica Alimentaria (CBA). Hoy en el Gran Buenos Aires (GBA) el 8,7% de las personas vive bajo el índice de indigencia.
El salario Mínimo, Vital y Móvil es de $87.987 y la CBA estimada por el Instituto, en un hogar de 4 personas (2 adultos y dos niños) es de $99.053. Esto significa que a un trabajador que cobra un salario mínimo no le alcanza para mantener a su familia por arriba del índice de indigencia.
“El deterioro de los salarios complica las cosas. La mayoría de las personas en situación de calle tiene oficios de baja calificación. Existen un montón de redes de contención que implican que la persona pueda entrar al sistema. Si bien no salen de la calle de una manera determinante, es un primer salto a empezar a integrarse”, analiza Alexandra Carballo, cofundadora de Cultura de Trabajo, una ONG que asiste a personas que sufren problemas socio habitacionales a reinsertarse en el mercado laboral en el GBA. El deterioro se ve reflejado en el índice de salarios de los sectores privados no registrados de marzo de 2023, publicado por el INDEC, que indica que el sueldo de los trabajadores informales tuvo un aumento interanual estimado de 82,2%, con una inflación durante el mismo periodo del 104,3%.
Según Carballo, la iniciativa comenzó con un trabajo de investigación que hizo junto a Eugenia Sconfienza, cofundadora de la ONG, en distintos paradores y hogares del país, hace más de diez años. “Llegamos a la conclusión de que existen barreras invisibles en el acceso al trabajo para los que están en estas condiciones. Por ejemplo: no tener una dirección física, un currículum adecuado, la estructura para asistir a una entrevista, etcétera. Nosotras tratamos de resolver esos baches y que estas personas puedan conseguir empleo”, recalca.
La fundación funciona de manera similar a las agencias privadas de personal que administran y ofrecen recursos humanos, pero con un objetivo social. Al día de hoy cuentan con una base de datos integrada por unas 3.500 personas inscritas que esperan su oportunidad laboral. “Después de ahí van a una entrevista de admisión donde hacemos un perfil de acompañamiento socio laboral y clasificamos sus necesidades, teniendo en cuenta su grado de mayor o menor vulnerabilidad”, explica.
Desde la organización aseguran que subió mucho la búsqueda de trabajo respecto a años anteriores y que también se ve un “gran incremento de trabajadores en situación de calle que no pueden pagar más el alquiler”. Según un relevamiento del Gobierno porteño, en abril de 2023, 3511 personas vivían en la vía pública en CABA. Esto representa un crecimiento del 34% respecto a 2022. Sin embargo, la desocupación en la Ciudad no creció de la misma manera comparado en el mismo período. En el primer trimestre de este año el índice indica 5,4%, cuando en el último trimestre de 2022 era de 3,9%, según el informe de Trabajo e Ingresos.
La ONG trabaja en conjunto con otras sociedades civiles y el Gobierno, asistiendo a esta población de manera directa y luego derivan a los que buscan trabajo. Cuando aparece una oportunidad, filtran la lista de acuerdo al oficio de cada persona, hacen un trabajo de intermediación y la acercan a la vacante. También ofrecen un taller de aprendizaje laboral en el que les enseñan a desenvolverse en una entrevista, les brindan su espacio para ducharse, lavar sus pertenencias y cargar el celular en caso de que lo tengan o les dan uno si es necesario; si lo necesitan, les prestan herramientas u otros recursos materiales que puedan llegar a requerir de acuerdo al perfil de cada búsqueda y cada persona.
Edición: Agustina Cabello