Por Sofía Guitler y Sebastián Sasson
Semanas después de las presentaciones de Taylor Swift en la Argentina, las swifties siguen recordando las tres noches en las que llenaron la cancha de River Plate de brillos, mostacillas y trajes hechos especialmente para ver por primera vez a la cantante estadounidense, que brindó tres shows extraordinarios y conmovedores.
El ambiente previo a los espectáculos en River fue una casi perfecta combinación de luminosidad y armonía entre las fans, que intercambiaban pulseras de la amistad (una nueva costumbre en honor a la letra de una de las canciones de la artista) y se sacaban fotos con el enorme escenario de fondo, hasta el comienzo de los dos actos de apertura. El argentino Louta, elegido por la productora, fue recibido cálidamente por el público mientras tocó cinco de sus temas. Luego, la cantante Sabrina Carpenter, una rubia estilo Barbie, por lo linda y por lo encantadora, elegida por Swift para acompañarla en su gira, dio comienzo a su set en el que presentó nueve canciones propias y un cover de “Dancing queen”, de ABBA.
La adrenalina se disparó cuando una cuenta regresiva de dos minutos comenzó a proyectarse en las pantallas y a continuación, la protagonista de la noche apareció en el escenario, entre unas plumas gigantes que sostenían sus bailarines, vestida con un body con brillos y lentejuelas. Los gritos sonaban más alto que la música mientras Taylor cantaba que contó los días y recorrió millas para verlos ahí, con “Miss Americana & the Heartbreak Prince”.
The Eras Tour, la gira que la trajo al país, es un recorrido por los casi veinte años de carrera y diez discos de la artista, que despliega distintas escenografías, más de doce cambios de vestuario y 45 canciones, junto con un equipo de bailarines y una banda que está permanentemente presente.
El show comenzó con Lover, su séptimo álbum, y se animó a desafiar a la audiencia cuando interpretó su canción número uno en todas las plataformas, “Cruel Summer”: “¿Conocen la letra del puente de esta canción? ¡Demuéstrenlo!”. De esta manera, la cantante logró que los gritos fueran más fuertes que su propia voz. Continuó con Fearless, su segundo disco, publicado en 2008, que dio lugar al mayor pogo de la noche cuando cantó “Love Story”, uno de los momentos que más disfrutaron los fanáticos que la siguen desde el comienzo.
“¿Dónde estuvieron toda mi vida?”, les preguntó Taylor a las 70 mil personas que colmaron el estadio, sin contener su sorpresa ante el cariño del público cuando se quitó los auriculares para poder escucharlos. Sentada en el piano comenzó la etapa de Evermore, aprovechó para conversar con sus fans y admitió: “Me tomó mucho tiempo venir a la Argentina, nunca voy a cometer ese error de nuevo”.
Durante las siguientes tres horas, Swift se sumergió en cada una de las eras de su trayectoria para compartirlas junto a sus fans, que cantaron, bailaron e incluso lloraron junto a ella. Cada una de estas etapas están marcadas por un color o una singularidad que destacan tanto las fans como la artista, que las replicó en el escenario, como las imágenes de serpientes en Reputation, el vestido de quinceañera que usó durante Speak Now, los globos rojos lanzados al aire en Red y la casa del bosque que se encontró en el escenario principal durante Folklore.
Además de la increíble escenografía, el show tuvo pirotecnia, papeles que volaron en forma de hojas otoñales y fuego: durante “Bad Blood”, cuatro columnas escupieron llamaradas en cada estribillo y su calor abrazó a cada uno de los espectadores mientras vivían una de las noches más soñadas de su vida, que ya estaba llegando a su fin.
El espectáculo de primer nivel que presentó Swift fue interrumpido en repetidas ocasiones por el clásico “¡olé, olé, olé, olé, Taylor!” del público y, aunque rompió con su estructura perfectamente ensayada y planificada segundo a segundo, la artista se mostró muy contenta y repetía a los asistentes que los amaba: “Buenos Aires, ustedes realmente me hacen sentir increíble”.
El repertorio de Swift es tan amplio que en cada concierto intenta cantar temas que no forman parte del setlist, sin repetir canciones, en lo que es el momento más íntimo del show. “Bienvenidos a la sección acústica”, dijo sonriente al final del escenario, sola, con su guitarra y piano, luego de haber bailado y cantado su quinto álbum, 1989, el que la consagró como artista pop en 2014.
Midnights fue la era que cerró el espectáculo, su décimo y último trabajo. Con un traje azul y campera de flecos brillantes, Taylor le dio fin a su show con “Karma” y exclamó: “Argentina, se ganaron nuestros corazones, siempre vamos a venir con nuestros tours a verlos”, prometiendo así un reencuentro con las swifties.