Por Alejo Bernhardt
Bolivia presenció una amenaza a la democracia el último miércoles en las puertas del Palacio Quemado. La movilización al edificio presidencial fue comandada por Juan José Zuñiga, comandante general del Ejército, que logró quebrar la entrada del Palacio y conversar frente a frente con el presidente Luis Arce. Los hechos pudieron verse a través de videos en distintas redes sociales.
Al ingresar al Palacio, Zuñiga reclamó por la liberación de la expresidenta de facto Jeanine Áñez y Luis Fernando Camacho, gobernador del departamento de Santa Cruz hasta su detención. Además, se mostró en contra de la posible candidatura presidencial de Evo Morales en 2025: “Es deber y obligación que las Fuerzas Armadas otra vez recuperen esta patria“. Zuñiga fue destituido y en su lugar fueron nombrados nuevos comandantes: José Sánchez, del Ejército; Gerardo Zabala, de la Fuerza Aérea, y Wilson Guardia, de la Armada.
Además del contexto social y político, Bolivia enfrenta un momento económico delicado: déficit del PBI, agotamiento de reservas del Banco Central por el subsidio a la importación de combustible, uso de previsiones para financiamiento del déficit, corridas bancarias y cierres de bancos agudizan la situación.
El consultor político boliviano Iván Pinto analiza la situación actual: “Lucho (Luis Arce) estabiliza los primeros años de su gobierno luego de la crisis política de la que veníamos. Como ministro demostró números de crecimiento económico históricos en la región, pero hoy la economía del país es su punto más débil. Su presidencia se enfrenta a un parteaguas“.
La presidencia de Arce es heredera de uno de los capítulos más conflictivos de la historia reciente de Bolivia, que se remonta hasta el golpe que destituyó a Evo Morales en 2019. El expresidente buscaba su reelección tras dos mandatos, algo incompatible con la Constitución, pero avalado por la Corte Suprema. Morales declaró su virtual victoria ante un conteo que se había interrumpido el mismo día de la votación. Luego de acusaciones de fraude y 21 días de protestas, las Fuerzas Armadas bolivianas anunciaron la orden de detención contra Evo que desencadenó su renuncia, exilio a México y la presidencia interina de facto de Jeanine Áñez. Tras un año de gobierno de Áñez teñido por inestabilidad política y social, se convocó a elecciones en 2020.
El ganador fue el actual presidente Luis Arce, histórico ministro de Economía de Morales junto a David Choquehuanca. Si bien varios líderes de la región hablaron de golpe de Estado, el levantamiento no logró destituir al mandatario. Sin embargo, quedaron encendidas las alertas ante una posible alteración del orden democrático.
Edición: Alejandra Clavijo y Victoria Belén Rodríguez