Por Pedro Maldonado Gutiérrez

“La idea de la restauración que hago es que las películas clásicas vuelvan a ser populares y que puedan verse bien para que la gente se contagie de amor por otro cine argentino antes que con una película aburrida o genérica”, afirma Gianni Rolón Santoro, asociado al cine popular Amorina y encargado de restaurar material audiovisual clásico argentino.

Antes de que existieran las cámaras digitales que hoy deslumbran al mundo por su capacidad, calidad y comodidad, existieron las cámaras analógicas que usaban componentes fílmicos para capturar escenas míticas: Citizen Kane, la saga de El padrino y millares de largometrajes se grabaron con un compuesto de sales de plata de un tamaño de 35 milímetros.

Este compuesto químico fotosensible se va desgastando con el paso el tiempo y la exposición al polvo, la humedad o la luz. Como ocurre con las pinturas, el fílmico tiene una vida definida y, si no se lo cuida o restaura, el material que contiene se pierde para siempre. Muchas películas de pequeños productores no existen más por este motivo. Otras, como Lo que el viento se llevó, El mago de Oz y 2001: Odisea en el espacio, volvieron con gran resolución a la pantalla grande gracias al trabajo de los restauradores.

En la Argentina también se conserva el legado fílmico en instituciones como el Museo del Cine. De todas maneras, Santoro afirma que “si bien hay entidades que se encargan de la preservación, hoy no están funcionando como deberían” y destaca que en México existen entidades más sólidas para estas tareas.

Es por ello que los amantes del cine se encargan de realizar estas tareas: “Hago una corrección de color para emparejar las escenas desparejas, que puede pasar porque el químico se degrada de diferente manera o no se hizo un correcto emparejamiento en su momento”, explica Santoro. Aunque los integrantes de Amorina no se encargan de mantener el material fílmico de forma física, sí aprovechan la tecnología para recuperar el material que contienen.

Hacen un escaneado de todas las escenas de forma digital y, gracias a la inteligencia artificial, logran un aumento de calidad importante. Entre las películas más importantes que restauraron se encuentran Tiempo de revancha, de 1981, dirigida por el aclamado Adolfo Aristarain; En retirada, de Juan Carlos Desanzo y estrenada en 1984, y la comedia 76 89 03, de los cineastas Flavio Nardini y Cristian Bernard.

LA SITUACIÓN DEL INCAA

El Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales, actor fundamental en el mantenimiento de la historia cinematográfica argentina, se encuentra en un momento crítico: según sus balances, tiene un déficit de 900 millones de pesos. Para hacer frente a esta dificultad, su presidente, el economista Carlos Pirovano, decidió pausar casi toda la actividad del organismo. Además, justificó despidos tras alegar que los 137 empleados equivalían a un gasto de 423 millones de pesos anuales. “La industria está paralizada porque muchas producciones habían asumido deudas para realizarse y no se cobraron los subsidios que ya estaban asignados”, afirma el cineasta Federico Pozzi.