Por Gustavo Bustos
Alberto Fernández asumió la presidencia el 10 de diciembre luego de vencer a Mauricio Macri en las elecciones del 27 de octubre. Una de las conclusiones que dejaron los resultados fue la enorme polarización entre el Frente de Todos, de Fernández y Cristina Kirchner, y Juntos por el Cambio, el espacio que encabezaron Macri y Miguel Ángel Pichetto. Entre ambas fuerzas obtuvieron el 89% de los votos.
Estos resultados marcan una distribución de poder sin grandes diferencias entre los frentes y plantea un escenario de negociaciones constantes. Sobre todo, en la Cámara de Diputados, donde el oficialismo no tiene mayoría propia y dependerá de la “rosca política”.
Esta situación abre algunas preguntas. ¿Cómo quedó organizado el Poder Legislativo? ¿Qué movimientos se esperan para fortalecer la gobernabilidad?
Contexto previo
Antes de responder estas preguntas, un breve racconto de cómo se movió la coalición de Cambiemos durante su gestión en el Congreso. El partido liderado por Mauricio Macri asumió en 2015 con 87 diputados por sobre los 97 del Frente para la Victoria (FpV), y 15 senadores por sobre los 39 entre el Partido Justicialista (PJ) y el ala kirchnerista. Esto quiere decir que ingresó al poder siendo segunda fuerza en ambas cámaras. Sin embargo, en 2017, luego del triunfo contundente en las elecciones legislativas, los roles se invirtieron: Cambiemos legisló con 107 diputados y 24 senadores, siendo la primera minoría en ambos casos.
Los resultados de esos números se tradujeron en un gobierno con permanente necesidad de diálogo y búsqueda de acuerdos, ya que en ningún caso llegaba al quórum (129) ni a la mayoría en el Senado (37). Pese a estar en minoría o sin mayoría, aprobó 253 leyes con el apoyo político del Frente Renovador de Sergio Massa (antes de su unión con el FdT), u otros, como del “peronismo moderado” de Juan Manuel Urtubey. Emiliano Álvarez Raso, director de Asuntos Políticos de la Secretaría General de Presidencia de la Nación durante el gobierno de Cambiemos, asegura que la gestión de Macri “recuperó la capacidad de diálogo en el Congreso”.
No coincide con esta noción el politólogo Tomás Wieczorek, quien planteó que la gestión saliente “tuvo un destrato hacia la política, incluso a la Unión Cívica Radical”. Para Wieczorek, Cambiemos pudo trabajar en el Congreso porque “fue apoyado en la disposición de buena parte de la oposición peronista, y en parte por la utilización del oficialismo que mostró con los recursos públicos”. Sin embargo, sostuvo, esto “generó una irresponsabilidad fiscal y financiera, que se expresa en los actuales déficit fiscal y cuasifiscal y en un cronograma de compromisos de deuda inafrontable”.
El nuevo elenco
En las últimas elecciones se renovaron 130 bancas de diputados y 24 de senadores. Los resultados en las cámaras fueron distintos: el Frente de Todos ganó 65 bancas y llega a 120, con nuevos aliados, y Juntos por el Cambio obtuvo 56 y quedó con un total de 116 representantes. Un factor clave que deberá trabajar el nuevo gobierno es la negociación, tanto con aliados como con otras fuerzas, para poder sacar adelante las leyes que propongan. Para lograr el quórum necesario para sesionar tendrá que llegar a 129 legisladores.
El contexto económico no ayudará para nada al nuevo presidente, tanto en la micro como en la macroeconomía. “La situación a nivel general va a condicionar al nuevo gobierno, que no podrá apelar a idénticos resortes para facilitar el desenvolvimiento de su agenda”, asegura Wieczorek. El nuevo oficialismo tendrá que estabilizar la economía (con indicadores totalmente negativos que dejó el macrismo) para poder llevar adelante un mejor desempeño en el Congreso.
En el Senado la situación es diferente, ya que al bloque que responde a Fernández (Cristina Kirchner es la nueva presidenta de la Cámara), los números les sonríen: el frente de gobierno tiene 41 representantes. Esto le da mayoría propia, por sobre los 23 de Juntos por el Cambio. Por lo tanto, una estrategia posible del nuevo oficialismo será comenzar a tratar las leyes a través de los senadores y luego gestionar la “rosca” en el otro recinto.
“Imagino que esa mayoría será aprovechada para buscar resolver algunas cuestiones institucionales pendientes, como la cuestión de los juzgados federales, temas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y de la Procuración General de la Nación”, sostiene Wieczorek. Por lo tanto, ante una posibilidad concreta de lograr mayoría en el Congreso, sería una posibilidad de gobernabilidad fuerte.
Ante la posibilidad de que se diera este escenario, Álvarez Raso cuestiona las formas antiguas del kirchnerismo para manejarse en el Poder Legislativo: “Cuesta creer que Cristina Kirchner y Alberto Fernández sean proclives a aceptar proyectos de sectores opositores, ya que manejaron el Congreso de la Nación casi como una ‘escribanía’”. Y apunta sobre la dificultad de ser mayoría en una de las cámaras: “La posibilidad de ingresar proyectos legislativos corresponde muchas veces a la naturaleza del Poder Ejecutivo. Obviamente que al tener Juntos por el Cambio mayoría en la Cámara de Diputados, podría lograr, incluso con la oposición del Frente de Todos, media sanción, aunque los proyectos de ley necesitan sanción de ambas cámaras, es decir que el peronismo podría bloquearlo en Senadores”.
Ejes del nuevo Congreso
Al analizar posibles escenarios sobre el manejo de las dos principales fuerzas, la agenda del Poder Legislativo tendrá su peso. Fernández se mostró, por ejemplo, a favor de llevar adelante el proyecto de ley de Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Para Wieczorek, “va a estar en tratamiento, sobre todo después de que entró claramente en la agenda de campaña”. Sin embargo, se pregunta si en el Frente de Todos no impactará sobre la unidad del bloque, produciendo alineamientos transpartidarios en este tema. En 2018 Macri le otorgó a su bloque “libertad de conciencia”, algo que se reflejó especialmente en la votación en la Cámara baja, en donde el macrismo votó dividido esa madrugada del 14 de junio.
Otros temas que atravesarán la agenda parlamentaria serán “el tratamiento de algunas reformas tributarias y el debate de algunos instrumentos legales en vistas de normalizar la situación de default selectivo en que el país se encuentra actualmente”, sostiene Wieczorek. “Dados los actuales niveles de informalidad laboral, es probable que haya también alguna discusión sobre el régimen de trabajo”.
Futuros posibles
Ambos frentes tendrán que tomar decisiones respecto de lo que se viene. Al ser alianzas, hay determinadas cuestiones que deberán resolver. Álvarez Raso cree que “Juntos por el Cambio tiene que resolver previamente cómo funcionará a partir de diciembre como coalición política”. Por su parte, Wieczorek plantea que “hay que ver hasta qué punto el posmacrismo y su sucesión no implicarán una interna capaz de dañar la solidez de Juntos por el Cambio”. Para él, la cuestión a resolver será si Macri va a desarrollar el liderazgo de la oposición o si otra persona llevará ese rol adelante.
Además, analizó qué pasaría dentro de la coalición de Juntos por el Cambio. Al respecto, Álvarez Raso dice que “el radicalismo entiende la necesidad de establecer mayores reglas de juego, una mayor horizontalidad, y entiende que no hay un líder único de la coalición”. A esto se suma la situación de la Coalición Cívica (CC), que enfrentará el desafío de seguir adelante sin su líder fundadora, Elisa Carrió”.
El escenario para el Frente de Todos también será para analizar. “Habrá que ver si se mantendrá la total unidad del FdT”, dice Wieczorek. “Al ser una alianza meramente electoral, tendrá que ver cómo resuelven determinadas situaciones para que todos o una buena mayoría queden conformes”.
Para Álvarez Raso, en tanto, mucho “dependerá de la impronta del gobierno de Fernández, si persiste una visión y un estilo de profundización kirchnerista, la relación oposición-oficialismo se va a tensionar y complejizar, mientras que, si Alberto Fernández encabeza un gobierno de mayor moderación y diálogo, se pueden encontrar vasos comunicantes entre oficialismo y la oposición y así acordar políticas públicas”.
Foto: Télam