Por L. García y T. Scorciapino
Las identidades trans sufren la discriminación de la sociedad gran parte de su vida, pero en el mundo del deporte esto se acentúa aún más. Un informe del Observatorio de Igualdad de Género en el Deporte (2019) identificó el nivel de conocimiento sobre la normativa vigente de Ley Provincial de Identidad de Género en el Deporte (2018), y encontró que sólo el 64% de las instituciones consultadas identifican esta norma.
Desde el 2012, la Ley de Identidad de Género contempla la autopercepción y el respeto hacia las personas trans en todos los ámbitos del país. Sin embargo, instituciones como la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y el Comité Olímpico Argentino (COA) se empeñan en no reconocerlas. Desde una lógica biologicista, clasifican a lxs jugadorxs por sus genitales y les exigen someterse a prácticas, como el testeo hormonal en sangre, perpetuando el transodio y la desclasificación del colectivo, que se ve afectado dentro y fuera de la cancha.
‘‘Antes de tramitar mi nuevo DNI, entré en un club donde los otros jugadores ya tenían un equipo armado, y, si bien sabía que iba a tener que ganarme el puesto, fue mucha la diferencia que ellos pensaban que tenía por considerarme mujer. Los entrenadores me dejaban afuera o no me querían poner y, si lo hacían, sólo entraba cinco minutos por partido. Cuando salía de la cancha escuchaba que hablaban de mí y decían cosas horribles”, relata Marcos Rojo, el primer jugador trans del fútbol argentino.
Para el futbolista entrerriano de 20 años, que aguarda el fin de la pandemia para debutar oficialmente en Unión del Suburbio, el club gualeguaychuense donde juega desde principio de año, su situación actual nada tiene que ver con la que le tocó vivir en el pasado: “En el primer club donde entré, me hacían sentir mal y no la pasaba bien, por eso terminé alejándome del deporte por un año y medio. El fútbol es muy machista’’.
El deporte en la Argentina funciona no sólo como una “herramienta muy importante para la inclusión social y personal” de las personas que lo practican sino también como un ámbito lleno de prejuicios y “pensamientos retrógrados”, que no tienen en cuenta a las disidencias sexuales. En esa línea se expresó Jéssica Millamán, la primera jugadora de hockey que logró hacer cumplir la Ley de Identidad de Género dentro de la cancha.
“A nosotras, cuando nos dieron nuestro documento, nunca nos dijeron ‘chicas, cada vez que vayan a hacer un trámite tienen que avisar que son chicas trans’. En el primer torneo de hockey no tuve ningún problema, y en el segundo torneo me negaron el refichaje”, recordó Millamán. “No voy a negar que se me cayeron un par de lágrimas cuando sucedió, pero creo que la impotencia fue porque no me daban el porqué. Me decían que no pero no me daban el motivo”, añadió la jugadora.
La viralización en redes sociales de un video en el que la hockista denunciaba a la Asociación Amateur de Hockey sobre Césped y Pista Valle del Chubut, por negarle la renovación de su fichaje, resultó fundamental. Su caso hizo eco en un juez chubutense, y en el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Confederación Internacional de Hockey (CiH), lo que implicó un cambio en las leyes a nivel internacional, para permitirles a aquellas personas que cambien de sexo masculino a femenino “ser elegibles para competir en la categoría femenina”, en tanto cumplan con un tratamiento hormonal.
Distinta fue la situación de Mía Fedra, la primera tenista trans que logró competir profesionalmente en torneos femeninos y revalidar el título de profesora de tenis que había obtenido en 2009, gracias a la Asociación Argentina de Tenis (AAT), la Federación Internacional de Tenis (ITF), y a la Ley de Identidad de Género. Para Fedra, quien afirma no haber sufrido trabas burocráticas, la ley “fue un antes y un después”. “Yo no lo pensaba como algo por lo que me tenía que sentir agradecida, sino como algo justo, sólo que no me lo planteaba mucho. Ahora me doy cuenta de que sí, que fue muy favorable en la vida. Para el tenis, por supuesto, y para todo lo que tenga que hacer”, reflexionó.
La Ley de Identidad de Género fue el puntapié inicial para comenzar un camino de deconstrucción y aceptación dentro de una sociedad que siempre les dio la espalda. Su sanción abrió paso a una nueva lucha en el deporte, donde el colectivo trans puede continuar ampliando sus derechos y conquistando los espacios que se les fueron negados durante años.
Jéssica Millamán, quien además se desempeña en el seleccionado argentino LGBTIQ+ de hockey, señaló que es fundamental empezar a difundir la idea de inclusión: “En absolutamente todos los ámbitos se tienen que empezar a dar charlas porque creo que la base más importante es el respeto. En el fútbol es donde más rápido se necesita empezar a dar charlas de género y de respeto por sobre todas las cosas, y después seguir aportando estando presente. Creo en estar presente y todas juntas, creo que la unión hace la fuerza”.
FOTO: Télam