Por V. Fernández Michelini, I. Giovannangelo y T. Onorato

Los Panamá Papers, la filtración de más de 11 millones de documentos que en abril de 2016 develó la participación de cientos de personalidades destacadas en la creación de empresas offshore, impactaron de lleno también en el mundo de los políticos.

 

La elección de Panamá no fue casual: es la segunda jurisdicción más popular para establecer sociedades offshore en el mundo, después de Hong Kong, ya que no establece impuestos sobre ganancias de capital, sobre emisiones de acciones corporativas, sobre los accionistas, o por venta o transferencia de acciones, entre otras variantes que hacen posible la evasión de impuestos para ciudadanos extranjeros.

Además del presidente de la Nación, Mauricio Macri, otros 13 líderes mundiales se vieron inmersos en este escándalo. Entre los involucrados hay ocho ex mandatarios: Bidzina Ivanishvili (Primer Ministro de Georgia entre 2012 y 2013); Iyad Allawi (primer mandatario de Irak tras la caída de Saddam Hussein, entre 2004 y 2005); Abu al-Ragheb (Jefe del estado de Jordania de 2000 a 2003); Sheikh Hamad bin Khalifa Al Thani (emir de Qatar de 2007 a 2013) y su Primer Ministro, Hammad bin Jassim Jaber. También Pavlo Lazarenko (Primer Ministro de Ucrania entre 1996 y 1997); Sükhbaataryn Batbold (Primer Ministro de Mongolia de 2009 a 2012) y Ahmad Ali al-Mirghani (último presidente democrático de Sudán, derrocado en 1989 por el actual mandatario, Omar Al Bashir, y fallecido en 2008).

Otros cinco gobernantes debieron enfrentarse a la filtración mientras ejercían su cargo, pero solo uno renunció. El primer ministro islandés, Sigmundur David Gunnlaugsson, y su mujer utilizaron una firma offshore para ocultar millones de dólares en inversiones en tres grandes bancos durante la crisis financiera. Gunnlaugsson renunció a su cargo dos días después de que se filtrara la información. Sin embargo, antes fue interpelado por un periodista sobre el tema, y respondió: “No sé cómo funcionan estas cosas, pero todo está en mi declaración de impuestos.

Salmán bin Abdulaziz, el actual rey de Arabia Saudita, utilizó una sociedad con sede fiscal en las Islas Vírgenes Británicas. Además del monarca, otros 55 miembros de la familia real están involucrados en tres filtraciones distintas, de los cuales 17 aparecen en los Panamá Papers, según el diario alemán Süddeutsche Zeitung.

Otro líder actual es Petro Poroshenko. El multimillonario presidente ucraniano es, desde 2014, único accionista de una firma radicada también en las Islas Vírgenes Británicas. El jefe de Estado negó haber cometido un delito, pero de todas formas batalla contra la amenaza de un juicio político impulsado por la oposición.

Malcolm Turnbull, el Primer Ministro de Australia, figura en los Panamá Papers como ex director de una compañía de las Islas Vírgenes Británicas establecida y administrada por la firma de abogados Mossack Fonseca para explotar una mina de oro en Siberia. Un portavoz de Turnbull alegó que el mandatario no sabía que la empresa estaba relacionada con el estudio de Panamá.

El último jefe de Estado involucrado es Khalifa bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos, de quien los documentos de Panamá dicen: “Fue el beneficiario efectivo de al menos 30 empresas establecidas en las Islas Vírgenes Británicas por Mossack Fonseca, a través del cual se celebraron propiedades comerciales y residenciales en zonas caras de Londres, como Kensington y Mayfair”.