Por Catalina Gelabert Bengtsson y Camila de Cabo Pampin
En micros, autos personales y en transporte público, los simpatizantes de Juntos por el Cambio empezaron a llegar hasta la zona del Obelisco alrededor de las 17 del sábado 19 de octubre, en respuesta a la convocatoria realizada por el presidente Mauricio Macri para la marcha que definió el cierre de campaña en la ciudad de Buenos Aires, denominada “La Marcha del Millón”, realizada con el principal objetivo de mostrar al gobierno más cerca de su núcleo duro y para intentar achicar los más de 15 puntos de ventaja que le sacó en las PASO su principal rival político, Alberto Fernández, quien encabeza la fórmula presidencial del peronismo unido junto a Cristina Fernández de Kirchner.
El color del acto lo dieron las banderas argentinas que se podían encontrar en todas sus formas y tamaños. También las remeras y las gorras con la leyenda “Sí se puede”, que identifica a la campaña oficialista, que se vendían a un precio promedio entre 300 y 500 pesos. Los carteles de “El gato se queda”, “El gato tiene siete vidas” y “Honesto no vota corruptos” fueron algunos de los más llamativos y repetidos entre las personas que se acercaron a la manifestación con grupos de amigos, familiares y hasta con sus mascotas.
El acto empezó a las 18 con el Himno Nacional, momento que provocó la euforia de los manifestantes, que comenzaron a cantar a coro, saltar y agitar sus banderas. Quince minutos más tarde, el candidato Mauricio Macri apareció caminando entre la multitud arengando el canto que comenzó a sonar por los parlantes ubicados en los costados del escenario: “¡Se da vuelta, y esto se da vuelta!”, consigna emblema de la campaña electoral.
“¡Buenas tardes, Argentina! ¡Gracias, Argentina! Es impresionante, cada vez somos más. Estamos hechos de amor y de fuerza. Ustedes crearon la marcha del Sí se puede, el 24 de agosto cuando salieron a la calle para decirme que no estaba solo. Y ahora salgo con Miguel para decirles que ustedes no están solos”, empezó su discurso Macri, a quien en esta ocasión se lo notó muy optimista de cara a lograr un balotaje en noviembre.
Apenas terminó de hablar el presidente, que estaba acompañado por su esposa, Juliana Awada, y por su compañero de fórmula, Miguel Ángel Pichetto, la movilización se descomprimió por las calles para las 19.30 la zona céntrica de la ciudad ya se encontraba casi vacía. Sólo quedaban un puñado de simpatizantes que cantaban y bailaban al ritmo de los bombos y los típicos cánticos y puestos de choripanes que comenzaban a apagar su fuego.
Rápidamente, todo volvió a la normalidad. Los escenarios se fueron desarmando y la Avenida 9 de Julio se abrió al tránsito. Ahora resta esperar al domingo 27 para saber quiénes serán los próximos en festejar.