Por Laureana Grumelli
La pandemia afectó a todos los sectores de la industria argentina y del mundo, y la audiovisual no es la excepción. La Covid-19 obligó a cerrar las salas de cine, generando una pérdida enorme en la taquilla. Si alguien salió ganando, esas son las plataformas de streaming, cuyo consumo aumentó un 20 por ciento durante el último mes. Al fin y al cabo, la cuarentena es una versión ligeramente modificada de un domingo lluvioso.
Después de cuatro años difíciles para el cine argentino, no hubo peor noticia que el cierre de los espacios culturales, entre ellos, las salas. Muchos estrenos programados para este año se pospusieron, cancelaron o se verán directamente en la plataforma Cine.ar Play. Según un informe del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA), durante el primer mes de parálisis se cancelaron 46 rodajes y se perdieron dos mil puestos de trabajo y más de 50 millones de pesos en salarios no cobrados. Muchas vidas se vieron alteradas en este nuevo paradigma, desde técnicos/as que están hoy sin contratos porque no hay rodajes, proveedores/as de equipos, estudios de sonido o islas de edición que no pueden trabajar con normalidad, hasta algunos/as productores/as que están a la espera de cobrar subsidios o premios.
Otra preocupación en el sector audiovisual son los subsidios que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) facilita a los productores, ya que con las salas cerradas no se recauda el impuesto del 10 por ciento que tributa cada entrada. “Hay que pedirle a la AFIP que el IVA del 21 por ciento de los servicios de streaming vaya directamente al INCAA y que el Instituto salga a repartir un subsidio para mantener a las productoras. Que el INCAA gestione algún sistema de relación con los canales de TV para que pasen contenidos argentinos y que por lo menos les paguen un derecho de autor a los intérpretes, guionistas, músicos, directores, y que los productores pongan un canon por el derecho de la exhibición”, comenta Santiago Podestá, fundador de Hein Cine y productor ejecutivo de “Tóxico”, que se estrenó la semana pasada en Cine.ar y trata sobre una pandemia en la Argentina.
“Nos preocupan las películas más independientes que planificaron su exhibición en centros culturales y hoy no tienen espacio de difusión. Hubo pedidos y cartas circulares por parte de Argentores, DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) y SAGAI (Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes) para que se promueva la programación de películas nacionales en los canales de TV abierta, pero entiendo que no incluye a las películas más independientes”, dice Dolores Montaño, integrante del Colectivo de Cineastas. Ante la propuesta del INCAA de estrenar en Cine.ar Play, y si bien les alegra que la plataforma tenga más usuarios registrados y que dé espacio a películas con estrenos programados, no dejan de criticar la marginación de aquellas producciones que no tienen el capital o el reconocimiento masivo.
El presidente del INCAA, Luis Puenzo, publicó una carta a las entidades de la industria donde expresa que el Instituto, como parte del sector cinematográfico, sufre gravemente la emergencia. Los reclamos de exhibidores, distribuidores y productores no se quedaron atrás. La carta de la Cámara Argentina de Exhibidores Multipantallas (CAEM) era una larga lista de solicitudes. Allí se lee: “Las salas de exhibición cinematográfica, con un alcance de diez mil trabajadores en todo el país, están cerradas, no perciben ingresos y no tienen ninguna posibilidad de revertir esta situación en el mediano plazo. En consecuencia, solicitamos la implementación de urgentes medidas para el sector”. Además, pidieron que algún organismo pague los salarios del personal del sector, que los eximan del pago del impuesto a las ganancias y que apliquen un subsidio total a las tarifas de servicios mientras estén cerrados, entre otras demandas.
Solo le quedan dos opciones a la industria cinematográfica argentina para salir de esta crisis: que tanto el gobierno como los organismos de cultura tomen medidas para ayudar a las pequeñas y medianas productoras, o que se haga un borrón y cuenta nueva en cómo se produce y consume el cine a través de un nuevo marco regulatorio. De otro modo, las grandes empresas de streaming y productoras de Hollywood decidirán qué veremos y qué no en las pantallas.