Por Micaela Canal Pereira
Frente a la crisis ambiental y económica global, miles de jóvenes se organizaron alrededor del mundo para reclamar acciones urgentes contra el cambio climático y el calentamiento global, con la mirada puesta especialmente en las empresas contaminantes y los Estados que no regulan. En nuestro país, un grupo de activistas fundó Jóvenes por el Clima Argentina, que forma parte de Fridays for Future, la organización que tiene a la sueca Greta Thunberg como una de sus máximas referentes. Ahora que el coronavirus sumó la dimensión sanitaria a la crisis, Publicable conversó con Mercedes Pombo, integrante de ésta organización, sobre el vínculo entre medio ambiente y pandemia.
—¿Considerás que la crisis climática mundial se vincula con el desarrollo de la pandemia?
—Sí, existe una conexión entre la crisis climática y la pandemia, hay estudios científicos que muestran cómo el avance sobre los ecosistemas y la deforestación hacen que haya un aumento de la transmisión de enfermedades zoonóticas, o sea, de animales a personas. No solamente en lo relativo a esta pandemia y a vectores infecciosos, como el dengue; sino que se van a sumar otras catástrofes, como incendios forestales e inundaciones. Es un problema a largo plazo, porque evidentemente éstas prácticas van a ir en aumento. De hecho, la deforestación siguió avanzando aún durante la cuarentena.
—El abogado y ambientalista Andrés Nápoli, en una nota de opinión para Infobae, asegura que existe una gran cantidad de reportes que muestran mejoras en los indicadores ambientales por la cuarentena.
—El problema es que los índices no bajaron por una medida orientada a mejorar la situación ambiental, sino que fue una consecuencia indirecta, y como no hay una intención política detrás, puede generar todo lo contrario una vez superada esta etapa, puede ser que las medidas económicas que se tomen, ante una situación que va a ser muy compleja, hagan un efecto rebote y que los índices sean peores que cuando empezó todo. Muchas veces se legitiman ciertas medidas contrarias al bienestar social y ambiental, con la excusa de mejorar la economía y con una lógica muy cortoplacista, con consecuencias previsibles. Por ejemplo, en China y en Estados Unidos, la eliminación de controles ambientales está avanzando en un montón de aspectos. Estamos en una situación crítica. Yo creo que el capitalismo siempre tiene formas de reformularse y autoprotegerse. Me parece que las energías renovables, ya lo son, pero van a empezar a ser un terrible negocio, y se va a encontrar la forma de re-encauzar esta situación hacia un proyecto más sustentable.
—Además de los Estados que no regulan a las corporaciones, ¿quiénes son responsables de la crisis ambiental?
—El ambiente atraviesa todas las esferas de la sociedad. La responsabilidad realmente está en muchxs actorxs. En primer lugar, está la responsabilidad política de tomar ciertas medidas necesarias para la protección ambiental, y por ende de su población. En segundo término, la responsabilidad corporativa, que es más compleja, si se interpreta que está bien que persigan sus propios intereses, personalmente no creo que sea así, debería haber un límite para el lucro indiscriminado. Por último, la responsabilidad social, que es un poco más laxa, en el sentido de que muchas veces la producción determina el consumo, y que por otro lado, si el 70% de los gases de efecto invernadero lo producen 100 empresas, entonces la responsabilidad no puede ser individual, pero sí creo que el cambio, más que para producir un efecto significativo en la crisis climática como totalidad, sirve como influencia para contribuir a la batalla cultural que hay que dar, es importante pensar nuevas formas de habitar y nuevos modos de consumo. Si desde la población se empiezan a cuestionar los modos de producción, es mucho más fácil que esos reclamos lleguen a las dirigencias.
—¿Qué mensaje le darías a la sociedad desde tu rol como referente medioambiental?
—La situación social es indisociable de la ambiental, porque dependemos de nuestro entorno para desarrollarnos y somos parte de la naturaleza, no es algo externo sobre lo que hay que avanzar, ni una amenaza; sino que en la medida en que avancemos indiscriminadamente contra la naturaleza, estamos yendo contra nosotrxs mismxs. Hay grupos de poder que toman distintas formas, depende el lugar y el momento histórico; pero que siempre están protegiendo los intereses de ciertas minorías. Hay que cuidar nuestra existencia y nuestro margen de libertad y acción en ese contexto. Sin justicia ambiental y perspectiva de género, no hay justicia social, porque lo que no se nombra no existe, aunque haya pruebas materiales constantes de cómo el impacto ambiental y las diferencias de género influyen en la desigualdad social y profundizan las preexistentes.
Foto: Archivo Mercedes Pombo