Por Agustina Quiroga
Desde que el Congreso Nacional sancionó, en 2004, la ley que declara el 22 de octubre como el Día del Derecho a la Identidad en su homenaje, octubre es un mes de sentimientos encontrados para las Abuelas de Plaza de Mayo, que desde 1977 luchan incansablemente por la búsqueda de las nietas y nietos apropiados ilegalmente durante la última dictadura militar. Fue ese mismo mes, pero de 2016, que Matías Darroux Mijalchuk se reencontró con su tío, Roberto Mijalchuk, y se convirtió así en el nieto 130 que conoció su verdadera identidad gracias a Abuelas. “Cada encuentro, en especial con el hermano de mi mamá, mi tío Roberto, que fue quien me buscó y mantuvo durante cuarenta años una línea telefónica esperando que sonara, ha sido y sigue siendo muy conmovedor”, cuenta.
“Ellos me brindan la posibilidad de conocer en cada charla algún detalle más sobre quiénes fueron mis padres. Poder conocerlos a través de mis tíos es muy importante para sumar a la restitución de mi identidad. También es emocionante encontrar por primera vez en la vida a mi familia de sangre”, agrega Darroux Mijalchuk.
–¿Cómo fue el proceso para recuperar tu identidad?
–Es una respuesta larga y compleja. Considero que la identidad no se recupera porque, en realidad, nunca se pierde: la identidad se construye. Siempre supe que no era hijo de quienes me criaron, y mi expediente de adopción consignaba que había sido encontrado por una mujer durante la noche del 27 de diciembre de 1977 en Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ESMA, donde esa misma madrugada mi madre, Elena Mijalchuk, fue vista conmigo por última vez. Por disposición de la Justicia, fui entregado en guarda para adopción a un matrimonio con el que me crié en la ciudad de Buenos Aires. Me mudé a Córdoba en 1999, y ahí inicié mi búsqueda. Volviendo al tema de la identidad, yo tenía cuatro o cinco meses cuando fui secuestrado, ya tenía mi nombre y apellido, un DNI, una partida de nacimiento. La construcción de identidad tiene que ver muchísimo con lo social y cultural, con la puja entre lo que se quiere imponer desde afuera y la capacidad que uno tenga para decidir. Pero uno necesita la verdad para poder elegir.
–En 2007 te hiciste un primer ADN que fue negativo, y recién en 2016 dio positivo. ¿Qué sensaciones tuviste durante esos años? ¿Seguía la duda?
–Honestamente, a diferencia de otras personas que conocí que les costó y aún les cuesta, para mí no fue problemático ni angustiante en absoluto. Sentí que había cumplido con una obligación civil para con la sociedad y con el otro, no podía hacer más que eso. Y si bien tenía una certeza inexplicable de que mis padres eran víctimas del terrorismo de Estado, fue una respuesta que me di por muchos años sin hacer nada por corroborarla. Era la tranquilidad de haber hecho lo que debía hacer.
Desde que Matías Darroux Mijalchuk descubrió su verdad, comenzó a formar parte de la enorme familia de Abuelas. “Participo de actividades, entrevistas y lo que pueda para la difusión de la búsqueda de les nietes que faltan“, cuenta el también integrante de H.I.J.O.S. Punilla, desde donde pronto inaugurarán un nuevo nodo de la Red por la Identidad: “Voy con mucho entusiasmo a cada actividad y convocatoria, y mejor si es sin video porque prefiero la palabra a la imagen. Fuera de lo institucional, existe una relación de familia con los hijos, nietes, abuelas y el resto de los familiares. Eso se da de forma natural y me hace muy bien”.
–¿A partir de qué momento te involucraste en derechos humanos en la lucha por memoria, verdad y justicia?
–Se fue dando de forma natural a partir de la conferencia de prensa en la que se hizo pública mi restitución. En ese momento me hicieron notas para diferentes medios en las que me preguntaban por la identidad, el derecho a la identidad y los derechos humanos, y sentía que no tenía la suficiente formación para responder como deseaba. También a partir de allí me han contactado de diferentes organizaciones para acompañar reclamos por violaciones a los derechos humanos. Así fue que decidí capacitarme e involucrarme más responsablemente conformando H.I.J.O.S. Punilla, realizando capacitaciones y cursos o leyendo la bibliografía de Abuelas, entre otras cosas. La lucha por los derechos humanos, y en especial por la búsqueda de Abuelas de los nietes que faltan, le ha dado un sentido a mi vida que no había encontrado en nada.
–Tu mamá tenía un embarazo de dos o tres meses cuando desapareció, por lo cual estás buscando a tu hermana o hermano. ¿Estuviste cerca del encuentro alguna vez?
–No. Lamentablemente no solo nunca estuve cerca de encontrarlo, sino que no tengo ninguna certeza de si nació o no. Es una búsqueda que está ahí, activa, pero directamente relacionada con la información que pueda obtener sobre la desaparición de mi madre y su destino. No tengo más que eso. Siento que comprometiéndome a buscar a los nietes que faltan, tal vez en algún momento encuentre a mi hermane, pero es complicado pensar eso. Que haya nacido implicaría meses de tortura y cautiverio de mi madre. Realmente es un tema que aún me cuesta procesar.
–Tu tío Roberto cree que a tu hermana o hermano lo mataron junto a tu mamá sin saber que existía, porque dice que en ese entonces no se le notaba el embarazo. ¿Qué sentís al respecto?
–No sé si tengo el coraje para preguntarme qué siento. Sí puedo decir lo que sé: no sé nada. Espero en algún momento poder contar con más información para tomar una postura más definida. Aunque suene terrible, si en algún momento encontraran los restos de mi madre, quizá podría tener una respuesta sobre si dio o no a luz. Aunque tampoco estoy seguro de eso.