Isabel Cristina Parra, 9 años
Hoy: Podóloga
Septiembre de 1977. Lo recuerdo todo. En la madrugada del primero de septiembre golpearon la puerta, dijeron el nombre de un compañero de mi papá e ingresaron. Eran unos hombres vestidos de civil, yo recuerdo patente la cara de uno de ellos, no sé por qué me quedó, pero siempre tuve esa sensación de… ¿cómo me acuerdo? Era una persona con nariz grande, como el detective Petrocelli, igual.
Tenían armas grandes y revolvieron todo buscando no sé qué. Fue terrorífico. Nosotras, junto a mi hermana Patricia, llorábamos. Las últimas palabras de mi mamá, que voy a recordar toda mi vida, fueron: “Quédense tranquilas que mamá en un rato vuelve”. La suben en un auto y se la llevan. A mi papá se lo llevaron de los talleres ferroviarios de Boulogne y lo que me enteré después de un tiempo es que fue el mismo día que se llevaron a mi mamá desde casa.
Yo siempre digo que es un antes y un después, porque hasta los nueve años viví un mundo infantil y fui muy feliz. Creo que eso me lleva a que hoy esté de pie. Por ellos, solamente por ellos. Me dieron todo el amor del mundo.
Mi problema fue que me separaron de mi hermana. Yo fui a vivir a la casa de una tía y ella a la de otra tía. Ahí es donde empieza otra realidad para mí. Otra triste realidad. De un momento a otro, me cambió la vida por completo. Mis tíos me decían que me iban a venir a buscar, que estaba bajo la responsabilidad de ellos y no me dejaban salir a ningún lado. Ellos también tenían miedo, pensaban que los iban a venir a buscar. Eran varios hermanos de mi papá que se peleaban y se echaban la culpa entre ellos. Yo escuchaba todo y vivía encerrada en una habitación.
Viví el Mundial 78’. Yo pedía por mi mamá y veía que todo el mundo festejaba el Mundial. No entendía por qué toda la gente estaba contenta. Solamente quería estar con mi familia.
Producción: Agustina Quiroga