Por Catalina Romio

La subrogación de vientre es una técnica de reproducción asistida en la que una mujer presta su útero de forma voluntaria para engendrar al bebé de otra persona y, después de dar a luz, renuncia a la maternidad. ¿Qué obtiene a cambio la mujer que pone su cuerpo durante nueve meses? En la mayoría de los casos, cobran remuneraciones que superan los 20.000 dólares. Aunque también existen quienes lo hacen por pura solidaridad y no reciben un pago.  

El alquiler de vientre sólo está legalizado en Canadá, Estados Unidos, Rusia, Ucrania, Georgia, Grecia, Reino Unido, Australia e India. El resto del mundo se divide entre los países en los que está prohibido por ser considerado una forma de explotación reproductiva y mercantilización del cuerpo, y los que, si bien no lo prohíben, tampoco cuentan con una ley que lo regule, por lo que existen vacíos legales. Este es el caso de Argentina.

Según las proyecciones de clínicas alrededor del mundo, se estima que este proceso creció un 1000% en los últimos diez años. Al principio, el 70% de quienes lo realizaban eran parejas heterosexuales en las que las mujeres no podían quedar embarazadas. Hoy en día cada vez son más los casos de parejas homosexuales y hombres solteros que acuden a esta práctica. Actualmente, los usuarios se dividen equitativamente entre las parejas hétero y  homosexuales, y solteros, tanto hombres como mujeres. 

EL ÚTERO DEL MUNDO EN GUERRA

Ucrania es uno de los países líderes en turismo reproductivo por dos factores: el bajo costo comparado del procedimiento y el hecho de que en ese país se ofrece un servicio completo “con garantía de éxito”. 

Nadia Novillo, más conocida como @locaporelorden en Instagram, es organizadora profesional e influencer oriunda de Santa Fe. Siempre soñó con ser mamá. Junto a Augusto, su marido, intentaron convertirse en padres durante nueve años y llegaron a realizar once tratamientos de fertilización asistida. Ninguno dio resultado y, con esas pérdidas, también se fue la esperanza de tener un bebé.

En 2020, durante las primeras semanas de la pandemia de Covid 19, entre las tantas noticias de argentinos varados por el mundo, se viralizó la de un grupo de padres que por las restricciones sanitarias no podían viajar a Ucrania a buscar a los bebés que tanto habían esperado. Cuando Novillo vio esta noticia, su deseo de ser mamá era tan fuerte que decidió investigar más. Así, conoció BioTexCom, la empresa líder en subrogación de vientre en Kiev, de la cual hoy es embajadora oficial. Sin pensarlo mucho ni averiguar con otras agencias, decidieron intentarlo por última vez y, en enero del 2021, viajaron a Kiev para iniciar el tratamiento que traería a Sol a sus vidas. En febrero, pocos días después de volver a Rosario, al fin recibieron la noticia: estaban en la dulce espera.

En Ucrania la gestación por sustitución está permitida únicamente a las parejas heterosexuales casadas. La madre de intención debe demostrar una razón médica que justifique la imposibilidad de quedar embarazada, probar que la gestación presenta un riesgo para su propia salud o la del bebé o acreditar haber realizado al menos cuatro fecundaciones in vitro sin éxito. La gestante debe ser mayor de edad, tener como mínimo un hijo propio y demostrar que está física y psicológicamente preparada para dar a luz y entregar al bebe después del nacimiento. La empresa le asigna a los padres una subrogante de forma aleatoria. Tania fue quien gestó a Sol y Nadia y Augusto mantienen contacto con ella hasta hoy.

Para la fecundación in vitro el hombre debe aportar obligatoriamente el material genético y, si la mujer puede, los óvulos. En caso de necesitarlo, la ley permite la donación de óvulos pero de forma estrictamente anónima. La agencia asegura que la genética de las donantes ucranianas “es de las mejores en el mundo” ya que según ellos “son las más bellas e inteligentes” y ofrecen una base de datos para elegir según las características físicas buscadas, es decir, su tez, color de ojos y pelo o contextura física. Eso no es todo: pagando un extra se puede acceder a la información sobre nivel educativo y formación profesional de estas mujeres. 

En su página oficial, BioTexCom ofrece tres paquetes de maternidad subrogada con todo incluido. Pruebas médicas, fecundaciones in vitro, medicamentos, estudios genéticos, los gastos y manutención de la gestante, intérprete de habla hispana, niñera, traslados y alojamiento. El más económico es el servicio ESTÁNDAR que cuesta 39.900 euros, no permite elegir el sexo del bebe y tiene un tiempo de espera de hasta un año. Por otro lado, está el paquete VIP. Este cuesta 65.000 euros, permite intentos ilimitados para seleccionar el sexo, el plazo máximo de espera es de cuatro meses, incluye un servicio de pediatría las 24 horas y en caso de que resulte un embarazo múltiple se le paga un compensatorio a la gestante de 3000 euros.

Para la pareja rosarina, el primer trasplante embrionario resultó exitoso y eso permitió que se acortaran los tiempos. Pasaron sólo diez meses desde que iniciaron los trámites hasta que Tania dio a luz a Sol en octubre del mismo año.

Por último, cuando nace el bebé, la gestante renuncia formalmente a la maternidad. No puede reclamar y no tiene ningún tipo de derecho ni obligación sobre el bebé. Los padres de intención reciben automáticamente el certificado de nacimiento y se realiza la filiación a nombre de ambos.

Apenas unos meses después del parto, el centro de maternidad donde nació Sol fue bombardeado. Hoy los bebés están naciendo en el peor de los escenarios: los bunkers. En febrero de 2022 BioTex tenía al menos 600 subrogantes en diferentes etapas del embarazo alrededor de Ucrania. Algunas familias decidieron viajar a buscar a sus hijos a pesar del conflicto bélico. Otras todavía no se animaron y los recién nacidos están refugiados en Kiev. Las gestantes que todavía no tuvieron el parto fueron llevadas a ciudades alejadas y tranquilas. Sin embargo, esta situación es una incógnita y padres de todo el mundo velan por la vida de sus tan esperados bebés y la de quienes los van a traer al mundo en medio de la guerra. 

Un grupo de familias argentinas en Kiev, a poco del comienzo de la guerra con Rusia. FOTO: Télam

¿VÍCTIMAS O VICTIMARIOS?

¿Las gestantes lucran con su cuerpo? Para la psicóloga mendocina y especialista en reproducción asistida Rocío Alaniz existen varias contradicciones en torno a la subrogación. La más frecuente, señala, es que la gente empatiza más y se cuestiona menos cuando se realiza una subrogación intrafamiliar y los profesionales en algunos casos se lo terminan cuestionando mucho más cuando la gestante es una pariente que cuando se realiza de forma comercial” .

–¿Es injusto que se le pague a alguien por poner el cuerpo (y la vida entera) a disposición de otros? ¿Está mal que una mujer desee ser madre pero no quiera pasar por el embarazo? 

–Las personas tenemos curiosidad por conocer la historia de dónde venimos. Además, existe un derecho a conocer nuestra identidad total y completa. Cuando hay donación de óvulos o espermatozoides no es cuestión de quién ejerce el rol parental sino con quién se comparten genes por fuera de ese núcleo familiar.

–¿Todos las personas que procrean son padres?

–Nosotros (los especialistas) consideramos que madre y padre son quienes prestan la voluntad procreacional, es decir, quienes firman un consentimiento libre e informado para realizar el tratamiento, inscriben a sus hijos bajo esta modalidad y obtienen la patria potestad. El resto de las partes los llaman por la función que cumplen: gestante a quien lleva el embarazo a término y donantes a quienes aportan el material genético. 

OPCIONES ALTERNATIVAS

En la Ciudad de Córdoba viven Eduardo y Julio. Tienen 60 años y hace 25 que están en pareja. A ambos les encanta viajar y de hecho se dedican al turismo en su localidad.

Querían agrandar su familia e intentaron por todos los medios el sistema de adopción en Argentina. Sin embargo, fue imposible. Eduardo relata: “Estábamos como en el listado 17, más que nada por la edad. Nosotros somos grandes y podrás imaginar que no le iban a dar un bebé a dos hombres de casi 60 años”. Pero su sueño era más fuerte. Decidieron ir en busca de otra vía para cumplir su deseo de ser padres: subrogar un vientre. 

Eligieron Canadá y una agencia de medicina reproductiva española. En el país del norte la subrogación de vientre está permitida para todos los modelos de familia: tanto parejas heterosexuales y homosexuales (independientemente de que estén o no casadas), como hombres y mujeres que deciden ser madres o padres solteros.

El primer paso para ellos fue hacerse en Argentina una enorme cantidad de estudios físicos y psicológicos, incluyendo un test de espermatozoides para determinar si su material genético servía. Una vez que obtuvieron todos los resultados positivos, tradujeron toda la documentación para enviarla a la agencia. 

Viajaron a una clínica de última generación en la Isla de Chipre para hacer la donación de esperma y elegir el perfil de la donante anónima del óvulo según los rasgos físicos que querían para su hijo. La pareja cordobesa eligió a una mujer con facciones muy similares a una sobrina de ellos. Una vez seleccionada, realizaron la fecundación in vitro, un procedimiento que cuesta entre 15.000 y 20.000 euros. Eduardo y Julio obtuvieron nueve embriones a los que se les hizo un diagnóstico genético preimplantacional (DGP), que sirve para revelar si hay o no defectos congénitos y determina cuáles son los embriones más aptos. Para ellos fueron seis. El siguiente paso fue enviar el material genético a la clínica especializada en reproducción asistida en Toronto, Canadá.

La legislación canadiense permite la subrogación sólo con fines altruistas, la gestante no puede recibir un sueldo por el hecho de gestar. La compensación económica máxima permitida por ley es de aproximadamente 22.000 dólares canadienses, en lo que están contemplados todos los gastos que se deriven del embarazo.

Los requisitos principales para la subrogante son ser mayor de 21 años y que su cuerpo esté en condiciones de gestar. Además, es ella quien elige a los padres de intención. En este caso, fue Caroline quien eligió gestar para Eduardo y Julio. Una mujer canadiense de 40 años, madre de un hijo y gestante por sustitución de dos bebés. Cuando se realizó el primer implante embrionario, la pareja sacó los pasajes para presenciar la primera ecografía a los tres meses. Desafortunadamente no tuvieron éxito y perdieron ese embarazo. Para hacer otro intento debieron esperar seis meses. De todas formas viajaron a conocer a quien llevaría en el vientre a su hijo. El segundo implante resultó positivo. 

Durante los nueve meses siguientes, los padres de intención debieron mantener una relación a distancia con la subrogante. Hay que tener en cuenta el costo de viajar a Canadá para el momento del parto y de vivir allí al menos tres meses, hasta que estuvieran emitidos todos los documentos del recién nacido. Este es uno de los pocos países donde la filiación se determina por sentencia judicial antes del nacimiento y por eso las diligencias no suelen demorar. Según Eduardo, con el gasto final que tuvieron durante esos meses en transportes podrían haber comprado un auto cero kilómetro y después regalárselo a Caroline. Por otro lado, la agencia española cobra entre 12.000 y 16.000 euros. Los honorarios de los representantes legales y traductores oscilan entre los 5.000 y 9.000 euros. Sumando los gastos derivados del embarazo, compensación a la gestante y algunos estudios médicos adicionales que se requieran, subrogar un vientre en Canadá cuesta entre 70.000 y 110.000 euros. 

El 22 de marzo del 2019 llegó Lucca. Hoy asiste a la sala de 3 de la Escuela Alan Turing, institución que se enfoca en el desarrollo de cada niño en particular. La enseñanza es personalizada y experimental según las necesidades e intereses de cada alumno con el objetivo de potenciar su creatividad, pasión e imaginación. Los padres cuentan orgullosos lo inteligente que es su hijo y lo rápido que aprende y crece.

ARGENTINA, EL CASO PORTEÑO

Nicolás Raúl Neuspiller es ginecólogo especialista en reproducción asistida que trajo en 1984 la técnica de Fertilización in Vitro a la Argentina y director de Fecunditas Instituto de Medicina Reproductiva asegura que la subrogación “se está realizando cada vez con más frecuencia en nuestro país”. Neuspiller explica que el principal motivo por el que los argentinos eligen subrogar en el exterior es “por desconocimiento”: “Aunque no hay una ley formal, existe un procedimiento implícito que todos el ámbito médico respeta”. 

Matías Pulido tiene 34 años y su pareja, Leonel Videtta, 36. Se conocieron en 2009 en una reunión de compañeros de teatro, actividad que era la pasión de Matías y un pasatiempo para Leonel. Al tiempo se encontraron ambos trabajando en diferentes oficinas de la Dirección de Ayuda Social del Congreso de la Nación. Un año y medio después de comenzar su relación se fueron a vivir juntos. Su relación se construyó entre sueños y miedos compartidos. Ellos se definen como parte de una “generación intermedia” porque las libertades que goza la sociedad de hoy no estuvieron siempre. 

Una obra teatral que escribió Leonel en 2019 los impulsó a casarse, una decisión que hacía tiempo analizaban. En paralelo, encontraron el grupo de Facebook Gestación subrogada en Argentina, donde descubrieron que subrogar un vientre en el país era viable. O por lo menos lo era para ellos, que vivían en la Ciudad de Buenos Aires. 

Según lo establecido en el Boletín Oficial, si el nacimiento es en la ciudad de Buenos Aires se puede realizar la inscripción a nombre de los padres procreacionales. Se firma un consentimiento informado ante escribano entre los comitentes, la gestante y la clínica de fertilidad. En el resto del país, hay que recurrir a la justicia y esperar la aprobación de un juez o hacer el trámite de adopción una vez que el bebe nazca. No existe un banco de subrogantes, los padres deben conseguir una gestante. Las clínicas argentinas recomiendan blanquear esta situación con el entorno, ya que al hacerlo la mayoría de las veces alguna amiga, conocida o familiar termina ofreciéndose solidariamente. 

Matías y Leonel se contactaron con Fecunditas decididos a empezar el tratamiento. Neuspiller explica que el primer paso para realizar la gestación solidaria son una serie de exámenes médicos físicos y psicológicos tanto a los comitentes -quienes tienen la intención de ser padres- como a la subrogante. Una vez aprobados, se recolecta el material genético que puede ser aportado por los padres o por donantes anónimos y se realiza una fecundación in vitro. El 50% de los embriones que se desarrollan presentan alguna patología genética. Es por eso que realiza un estudio diagnóstico para detectar si los embriones son genéticamente normales antes de realizar la transferencia embrionaria.  

Una amiga de la pareja se ofreció voluntariamente a llevar el embarazo pero luego de los estudios la clínica les aconsejó buscar otra gestante. Fueron meses angustiantes hasta que llegó el llamado de Barbara Pulido, la hermana de Matías, preguntando si seguían con la idea de ser padres y que de ser así a ella le encantaría gestar a su sobrino. Para Matías y Lionel el proceso no fue rápido. Pasaron tres años desde que comenzaron los estudios previos al tratamiento hasta que lograron una transferencia embrionaria exitosa en septiembre del 2021. Solo quedaba esperar nueve meses. En diciembre del mismo año oficialmente contrajeron matrimonio. El 31 de mayo de este año, cumplieron su tan anhelado deseo y se convirtieron en los padres de Bastián Lorenzo.

El director de Fecunditas estima que realizar este tratamiento en Argentina cuesta un tercio menos que en Canadá y no llega a la mitad de lo que cobran las clínicas en Ucrania. Además afirma que hacerlo en el país les da a  los argentinos la ventaja y seguridad de estar en sus casas, acompañados por la familia, con su equipo médico cerca y bajo las regulaciones del territorio. 

Sin embargo, se viven dos realidades legales diferentes entre la Ciudad de Buenos Aires y las provincias. Esto explicaría porque la mayoría de las personas que siguen eligiendo subrogar en el exterior no son porteños