Por Chiara Detinis Jablonka

El 25 de septiembre, la ciudadanía cubana se someterá a un referéndum popular bajo la intención de cambiar el actual Código de las Familias e incorporar el matrimonio igualitario. Vigente desde 1975, constituyó entonces un avance en materia de derechos civiles y una ruptura con las tradiciones patriarcales, aunque en la actualidad representa un retroceso al no admitir el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Para ser aprobada, la propuesta deberá concentrar el “SÍ” de la mayoría simple de los votos válidos.

La sociedad cubana convive con valores patriarcales fuertemente arraigados en su interior, fomentados en gran parte por la desigualdad en materia de género. Una de las mayores impulsoras de derechos sociales es Mariela Castro, sobrina de Fidel Castro y directora del Centro Nacional de Orientación Sexual (Cenexes), que busca la apertura a una mayor diversidad en pos de saldar una histórica deuda: la de las minorías sexuales.

En diálogo con Diario Publicable, Fernando Almeyda, abogado especializado en derechos humanos e integrante de las ONG “Prisoners Defenders” y “Observatorio de libertad académica”, expresa que la teoría política en la que se basa el Estado socialista cubano se debe adaptar a la contemporaneidad

No obstante, existe un problema: La sociedad cubana está fundamentada en valores tradicionalistas. Esto hace que tienda hacia el conservadurismo. Todavía existe una teoría soviética post-estalinista, pero nada tiene que ver con un marxismo crítico. La ley puede buscar imponer y fomentar la diversidad sexual pero la nuestra es una sociedad muy conservadora”, afirma Almeyda.

¿Cuáles son los principales motivos por los que ciertos movimientos sociales votarían por el “No”? Según el activista cubano, “durante la década de los 90, Cuba atravesó una fuerte crisis económica, que derivó en social produciendo que diversos sectores abandonen su creencia en el Estado socialista. La religión fue la respuesta para muchos de estos sectores que se sentían a la deriva y sin algo más grande en lo que creer”.

Como consecuencia, la oposición en torno al nuevo Código de las Familias se ve fracturada en dos distintas ideologías. “Por un lado, el sector pro revolucionario, con el que se identifican aquellos que continúan con los valores tradicionales heredados de la concepción de la familia marxista, y por otro lado, los sectores religiosos, en los que predominan católicos y cristianos que se perciben como contrarios al régimen”, explica Almeyda. En definitiva, lo que comparten estos dos sectores es su raíz conservadora.

De ser aprobado este nuevo Código, también quedaría legalizada la adopción entre personas del mismo sexo y la gestación subrogada.

Edición: Emiliano Attadía y Matías Arcapalo