Por Francisco Sciaky

El próximo domingo 11 de mayo, Montevideo celebrará las elecciones departamentales y municipales, en las que los ciudadanos elegirán a los intendentes de los 19 departamentos del país, así como a los alcaldes y concejales de los 127 municipios. En este contexto, donde conviven la queja cotidiana por la suciedad y los esfuerzos por hacer de Montevideo una ciudad más sustentable, el senador Mario Bergara, candidato a la intendencia por el Frente Amplio, propone una transformación profunda del sistema de limpieza urbana. El partido, que gobierna la capital desde 1990, busca mantener su hegemonía política. Según las últimas encuestas, lleva una ventaja de diez puntos sobre la Coalición Republicana, que presenta varios candidatos, entre ellos Martín Lema y Virginia Cáceres.

“La ciudad que amamos, los barrios que queremos, muchas veces los maltratamos. Y parte del problema no es solo la falta de limpieza, sino que ensuciamos demasiado“, afirma Bernardo Silva, militante frenteamplista del municipio CH y amigo cercano de Bergara, quien defiende este enfoque como un salto necesario tanto en infraestructura como en cultura ciudadana.

Para Bergara, el sistema de contenedores instalado hace más de una década ya cumplió su ciclo. Su plan contempla una renovación integral basada en la clasificación de residuos en origen, es decir, en los propios hogares. Hoy, algunos edificios de Montevideo ya cuentan con bolsones específicos para residuos reciclables como papel y plástico, que luego son enviados a una planta de tratamiento en el noroeste de la ciudad. Sin embargo, el reciclaje de vidrio sigue siendo un punto débil, debido a la falta de infraestructura y al riesgo de rotura durante el traslado, que dificulta la clasificación manual.

Más allá del cambio técnico, la propuesta exige un gran esfuerzo para modificar hábitos de consumo y descarte. “Debemos hacer un gran esfuerzo en lo educativo de todos nosotros, tomar mayor conciencia de la necesidad de colaborar con el medio ambiente”, insiste Silva, convencido de que el cambio solo será sostenible si involucra activamente a la ciudadanía.

Sin embargo, la implementación enfrenta obstáculos prácticos. En edificios sin portería, por ejemplo, organizar la separación puede resultar un problema logístico. “Ahora pasa que le proponen a un edificio tener un bolsón para clasificar y la gente dice: bueno, pero, ¿quién se va a encargar? El apartamento no tiene portero”, ejemplifica Silva.

A pesar de estos desafíos, el entusiasmo por una ciudad más limpia no se pierde. Para Silva, este cambio no es solo ambiental, sino también económico y social: “Es también una fuente de riqueza si se hace racionalmente. Y falta mucho, falta mucho en la conciencia de nosotros los montevideanos y también en infraestructuras para motivar a la gente“.

Con esta propuesta, Mario Bergara busca posicionarse como la cara de una renovación en las formas de cuidar a Montevideo. Su enfoque interpela tanto al Estado como a la conducta de los propios habitantes, apostando por una ciudad más limpia, responsable y sostenible.