Por Rodrigo Rivas
En 2004 Fernando Karadima, un religioso católico que estuvo a cargo de la parroquia El Bosque, en Santiago de Chile, fue denunciado por abuso sexual. Las presentaciones se hicieron ante las autoridades eclesiásticas y eso generó un gran revuelo en todo el país, por las vinculaciones con políticos y empresarios que tenía el denunciado.
Después de varios años, el caso fue presentado ante la Justicia por una organización de Estados Unidos dedicada a investigar los abusos cometidos por sacerdotes. Por largo tiempo, Karadima fue defendido públicamente por políticos como Manuel José Ossandón, por referentes de la clase más acomodada del país y por altos clérigos de la Iglesia chilena. Esto hizo que las denuncias no prosperaran.
El 22 de abril de 2010, The New York Times publicó un artículo con el testimonio de dos de las personas que dijeron haber sido abusadas por Karadima. La repercusión que tuvo la publicación determinó que el cardenal Francisco Javier Errázuriz, titular de la Conferencia Episcopal de Chile, se reuniera con el presidente Sebastián Piñera para tratar el tema.
El 26 de abril de ese mismo año, uno de los denunciantes, el médico James Hamilton, relató detalladamente los abusos que sufrió en el programa Informe especial de la Televisión Nacional de Chile. El caso tuvo una mayor visibilidad y se inició una investigación a cargo del fiscal Xavier Armendáriz, quien acusó a Karadima por casos de abuso sexual que comenzaron en la década del 80. Luego de la difusión del informe periodístico, se conocieron más acusaciones contra el sacerdote.
En su defensa, el imputado solo atinó a decir que los denunciantes no eran menores de edad cuando sucedieron los abusos. Aunque el acusado siguió teniendo el respaldo de varios clérigos y portavoces religiosos, el 16 de enero de 2011, la Santa Sede lo declaró culpable y lo sancionó “a una vida de retiro en oración y penitencia”, además de prohibirle el ejercicio público de cualquier acto religioso. Algunos de los que respaldaron a Karadima pidieron disculpas públicamente.
En 2010, Karadima tuvo que realizar compensaciones económicas, pero el juicio penal fue obstruido porque se realizaron pagos a los testigos de la Iglesia para comprar su silencio. En 2011 se reabrió el juicio, pero se nombró a una ministra en visita, Jessica González Troncoso, que se dedicó de manera exclusiva a la investigación de la causa. El 23 de mayo del mismo año, James Hamilton declaró ante la ministra, que recibía presiones por parte de la Iglesia para que desistiera de sus acusaciones, con la promesa de que ellos se encargarían de sancionar la conducta impropia de Karadima.
El 14 de noviembre de 2011, a pesar de las pruebas acusatorias, se dictó el sobreseimiento definitivo del sacerdote. El fallo fue firmado por Jessica González Troncoso. Siete años más tarde, el papa Francisco expulsó del sacerdocio a Fernando Karadima, que hoy es considerado el Marcial Maciel chileno, en referencia a su par mexicano, conocido como el mayor depredador sexual de la Iglesia.
El 25 de julio de 2021, Karadima murió por una afección cardíaca, agravada porque no pudo ser ingresado de urgencia por la alta ocupación de camas por la pandemia de covid-19. Nunca fue condenado por sus crímenes y pasó sus últimos días en un hogar para ancianos desamparados perteneciente al círculo religioso.