Por María Celeste Mendoza
“Primero hice el profesorado de inglés en el Lenguas Vivas, donde aprendí a escribir y cómo funciona el lenguaje en inglés, y después lo pude aplicar al español; aprendí a analizar textos y eso me sirvió para estudiar periodismo en TEA, que te da una base excelente. Y después hay un camino autodidacta que está bueno explorar”, rememora Lucía Levy sobre el recorrido académico desde el que creció para llegar, en 2019, a fundar La Curva de la Moda, la comunidad digital conformada hoy por 52 mil integrantes, que genera conversaciones disruptivas sobre moda y cultura, y que, desde una mirada crítica, fomenta la diversidad y la inclusividad.
Levy, nacida en la ciudad bonaerense de Chacabuco, es además consultora de marcas y capacitadora en moda y sustentabilidad. Con gran experiencia en edición de medios digitales, marketing y relaciones públicas, trabajó también para el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Amnistía Américas y el movimiento global feminista She Decides; tuvo su columnista en el programa Nada que ver, por radio Vorterix, y produce y conduce el portal de moda del canal C5N.
-¿Por qué decidiste ser periodista?
-Cuando me recibo del profesorado, una carrera larga, de mucho tiempo de lectura de autores que me rompieron la cabeza y que de ninguna otra manera hubiera leído, donde descubrí a autoras feministas y todo un marco de pensamiento que yo no conocía, comencé a trabajar de profesora y me di cuenta de que ejercer el profesorado era muy distinto a la parte teórica, porque tenés que tener el don de la paciencia con niñes. Y dije: “No sé si ésta es la carrera de mi vida”. Aunque me daba cuenta de que tenía muy buen manejo en el salón, les alumnes me prestaban mucha atención, y sin levantar la voz. Por otro lado, me gusta mucho escribir, estar adelante de personas y que me escuchen. Soy muy mandada, muy curiosa; me gusta mucho estar siempre leyendo, sabiendo qué es lo que está pasando en general, cuáles son los temas en agenda y entonces dije: periodismo. Y el periodismo es un oficio, podés ejercerlo sin haber estudiado. De hecho, mi padre es periodista y comenzó así; después, de grande, hizo una tecnicatura en periodismo.
-¿Cómo fue el camino para especializarte en moda?
–La moda siempre me había gustado de lo que veía en Fashion TV, en revistas como Cosmopolitan, Vogue. Me acuerdo de que un profesor en TEA, Alejandro Pairone, hace diez, doce años, un día dijo: “Vayan a cualquier kiosco de revistas y miren, presten mucha atención a cuáles son las revistas que se están exhibiendo y elijan dos o tres en las que les gustaría trabajar”. Yo elegí Vogue, Harper´s Bazaar y Cosmopolitan, y dije: “Claramente hay una tendencia, es la moda”. Y antes de recibirme tuve la suerte de comenzar a trabajar en el diario digital del Grupo Veintitrés, que se llamaba Infonews, donde me preguntaron qué quería hacer y dije: “Tengo mucha data de moda que internalicé y creo que estaría bueno”. Y pasé a ser la encargada del portal de moda. Ese fue el primer trabajo y no paré más. Hacía periodismo de moda tradicional, no le aplicaba perspectiva de género, no le aplicaba nada de lo que le aplico ahora, pero ese fue el comienzo.
–¿En qué momento dijiste: “Voy a ir por acá porque es necesario problematizarlo”?
-Este pensamiento crítico nace de una tensión que se comenzó a generar en mí entre estos dos mundos que me identificaban: por un lado la industria y el sistema de la moda local y global, que cada vez entendía más como funciona, tenía más data, así que comenzás a verle los hilos. Y por otro mis valores feministas, que comenzaron a entrar en tensión con todo ese mundo. Yo decía “qué lindo el último desfile de Chanel” pero a la vez veía que están adueñándose de las luchas feministas y me están mostrando a pibas que probablemente tengan desórdenes alimenticios. Comencé a darme cuenta de que había muchas mentiras y dobles mensajes. Y haciendo mucha consultoría con mentoras que he tenido a lo largo de mi vida me di cuenta de que lo que yo quería para mi carrera era ser reconocida por tener un punto de vista inteligente. Notaba que la moda estaba viciada de una sensación de estupidez o de frivolidad, de una mirada simplista que no me gustaba.
–¿Cómo nace La Curva de la Moda?
–Yo quería hablar de moda pero que, al mismo tiempo, las personas me percibieran como alguien inteligente, y que hubiese una invitación, que se le prendiera una llamita a quien me estuviera leyendo o escuchando, que haya un movimiento ahí. Y cuando me di cuenta de que en Argentina no había algo así y que yo me informaba mucho por medios extranjeros dije: ¿por qué tengo que estar leyendo en inglés? Debe haber personas a las que le pasa lo mismo que a mí. ¿Y qué pasa con las personas que no saben inglés?Quedan afuera de un montón de data muy rica y nutritiva, no es democrático, es muy excluyente. Y dije lo voy a hacer yo. Y en 2019 es que creo La Curva de la Moda.
–¿Por qué es importante la moda como herramienta de comunicación?
-Desde sus inicios en el siglo XVIII, comienzos del XIX, primero planteada como un sistema y una industria totalmente excluyente para las clases altas, la moda comienza a ganar relevancia con la Revolución Industrial y comienza a formar parte de la cultura. “El mundo social es un mundo de cuerpos vestidos”, dice la crítica de moda Joanne Entwistle. Esta frase para mí engloba la importancia social de la moda como manifestación cultural y como parte de la cultura. Es un rasgo identitario, una manera de comunicar tus valores políticos también, tu sentimiento de pertenencia a tu comunidad. Por ejemplo, la relevancia que tiene el indumento en personas trans: cuando transicionan, lo primero a lo que le prestan atención es a lo que van a vestir. Entonces es clave entender la moda dentro de la cultura, sobre todo para no sentir que es una imposición sino que es una herramienta. Cuando la comenzás a entender como una herramienta te sentís más libre y ahí es cuando realmente la exprimís, en el buen sentido; donde la moldeás para que juegue a tu favor y no sientas que es una obligación vestirte de tal o cual manera.
–¿Cómo surge tu interés por el consumo responsable y el gusto por el vintage?
- -Supongo que de la data que empezás a tener y a recabar, y de asustarte un poco de lo que se fomenta. Algunas influencers de moda fomentan un consumo desmedido, hasta casi frenético y sin pensar, de la moda. Creo que eso no aporta nada nuevo a la conversación y que son dinámicas demodés que siguen alimentando esta sensación de que para ser tenés que tener. Soy muy fanática del vintage desde hace varios años y voy a ser totalmente honesta: no entro al vintage por el consumo responsable sino porque me doy cuenta de que es una manera de comunicar quién soy, mi identidad; porque los géneros son mejores, la moldería es mejor, los diseños son más originales. Me garantizo que voy a ir a una fiesta y que nadie va a estar vestido como yo y para mí eso es lo mejor, lo más lujoso que me puede pasar es ser la única que tiene un tapado de paño rojo hasta el piso. Así que no entro por una preocupación medioambiental, sino por algo más orgánico, más auténtico, y después digo: ah, bueno, además no estoy generando basura nueva. Así que ahora cada vez que puedo viajar siempre trato de ir a los vintage. Además hay algo de investigadora, de ir sin saber con lo que te vas a encontrar, el factor sorpresa de las tiendas vintage es espectacular. Pero creo que para hacer buenas compras vintage tenés que saber un poco de moda y entender cuál es tu estilo. Si tenés esa data previa el proceso es más rico, más creativo y más disfrutable también.
-En La Curva… se ve un alto nivel de debate. ¿Fue así desde el inicio o fue surgiendo?
–La verdad que nunca. Estoy muy sorprendida con lo que está pasando, es también mucho trabajo. En el medio tuve que tomar decisiones con un montón de miedo como abandonar mi trabajo en relación de dependencia, poder lidiar con la incertidumbre, pero al mismo tiempo confiando mucho en mis capacidades y confiando en que lo que yo tenía para decir y para aportar era valioso. Pero llegar hasta ese momento fue… Me considero muy segura, pero en ese trayecto obviamente hubo muchísimos momentos de dudas, de llorar, de sentirme frustrada con mi trabajo en relación de dependencia y entender que me tenía que animar, que tenía que pegar el salto. En septiembre de 2021 renuncié a mi laburo en relación de dependencia y por primera vez en 15 años dije: “Me la voy a jugar por lo que yo quiero construir porque si no es ahora, ¿cuándo?”. Igual, siempre hablando desde un lugar de súper privilegio, porque también hay que ser realista, dije: “¿Cuánta plata necesito para vivir? No tengo hijes, no soy una compradora compulsiva”, como que comencé a ver cuáles eran mis prioridades y dije: “Me voy a animar”.
-¿Te encontraste con algún medio que intentara hacer algo parecido?
-Sí, obvio que sí, pero si bien en el momento me enoja mucho después digo que es muy difícil que ese medio o esa persona lo pueda sostener en el tiempo, porque cuando plagiás algo no podés plagiar de manera infinita. Primero, te encaro y te digo “che, pará con esto porque tengo la marca registrada, porque si quiero puedo contactar a una abogada de derecho creativo y te la mando a guardar”. Segundo, porque eso no es sostenible en el tiempo, la que mide la vara y arma la línea editorial soy yo. Entonces sí, a veces me pasa -y lo tomo como un halago- que un tema que trata La Curva… marca agenda y eso me gusta, me parece que está bien, que forma parte de la conversación. Yo digo una cosa, la otra persona o el otro medio lo toma, lo elabora y dice algo diferente -o no- o puede decir lo mismo, pero cuando me doy cuenta de que La Curva… está marcando agenda, digo: ¡Ok, vamos bien, vamos por el buen camino!
–¿Quiénes fueron los autores o mentores más significativos en este camino?
–Si yo pudiera pedirle a la genia de la botella que me conceda un deseo, sería poder escribir y poder pensar como la cronista argentina Leila Guerriero. Trato de estudiar su manera de escribir y me emociona, no puedo creer lo que escribe esa mujer. Leí todo lo de ella, la admiro muchísimo, la siento una mujer libre que hasta dio nacimiento a un estilo propio. Si vos pensabas en cronistas argentinos capaz que se te venían a la mente siempre nombres masculinos tipo (Martín) Caparrós, pero vino Leila y dijo: “Yo también voy a ser cronista, yo también voy a girar por Argentina, por el mundo contando lo que veo”. Su manera de ver las cosas me re llega. También admiro mucho a Camila Sosa Villada y a Mariana Enríquez, que hacen ficción; Virginie Despentes me gusta mucho también. Leo a muchas mujeres porque siento que para conocernos tenemos que leernos a nosotras mismas, como que hay algo bastante intransferible en la vivencia de ser mujer viviendo en esta sociedad actual, que sigue siendo patriarcal. Y me parece que si no somos nosotras que nos leemos a nosotras mismas…
–¿Con cúal te tomarías un café?
-Con Leila Guerriero. Una vez me la cruce en el baño de un bar en Palermo. Soy cero cholula, es muy difícil que una persona me quite las palabras pero me la quedé mirando, me preguntó algo y yo no podía hablar. Y sería un café larguísimo porque quiero meterme en su cabeza y entender cómo piensa. La idealizo porque creo que pasa eso con las personas que admirás. Aparte Leila es de Junín, yo soy de Chacabuco, ¿no? Y como ella, que se mandó y mandó una crónica a Página/12 y después no paró más. Uno de mis libros preferidos es Zona de obras, de los que más leí de ella. Tengo mis crónicas preferidas ahí y también, para mí, los mejores perfiles los escribe ella.
–¿Cómo surgió tu incursión en la consultoría y capacitación con perspectiva de género para emprendedores y sectores vinculados al marketing?
–Me parece que, si efectivamente queremos ver un cambio en la industria de la moda o incluso en consumidoras y consumidores, el conocimiento tiene que girar y tiene que haber cada vez más personas que puedan explicar por qué se pueden hacer las cosas de manera distinta y cuáles son las ventajas. Además, también me gusta mucho dar clases. Siento que no hay otras personas u otras instituciones que estén abordando la moda en este sentido y entonces me parece que ése es el diferencial; tengo mucha data para compartir y entonces por qué no compartirla. Cada vez tenemos que ser más personas que tiremos para el mismo lado para empezar a generar presión de alguna manera.
-Hacés hincapié en la democratización del conocimiento, impulsás que muchas personas se sientan mejor de hecho, ¿qué otros objetivos tenés?
-Creo que el conocimiento te da más libertad así que en definitiva lo que quiero es que las personas sean más libres. Mi mentora me decía: “¿Cuál es tu objetivo? ¿Cómo querés impactar realmente en la vida de las personas?”. Y yo quiero que sean más libres, toda la vida ya es lo suficientemente difícil como para sentir que la moda es otra imposición. Y otros objetivos así, grandilocuentes, que tengo -ya sé que esto va a ser mi vida- es que La Curva de la Moda sea “EL” medio de moda inteligente, no sólo de Argentina sino de toda la región. El año que viene voy a sacar la web, el año que viene quiero tener mi canal de YouTube y ya estoy pensando contenidos. Y quería hacer un podcast, pero siento que tal vez Spotify no es justa con les creadores de contenido, veremos. Básicamente quiero que cuando pienses en moda con una vuelta de rosca de un modo inteligente, pienses en La curva de la Moda.