Por Maia Molina y Josefina Godoy Martínez

El director Santiago Castelo presentó en el Festival de Cine Independiente de la Ciudad de Buenos Aires (BAFICI) su corto “Promesa”, que nació como teaser de un largometraje sobre el que él mismo explica que “solo falta dinero para poder realizarlo”. El protagonista es Tupac Larriera, quien se pone en la piel de Marcos, un treintañero que se entera de que su pareja está embarazada y, a partir de eso, recuerda la compleja relación con su padre, Tony. Claudio Martínez Bel, Fabiana García Lago y Martina Krasinsky conforman el resto del elenco. Con esta propuesta, Castelo incorpora el estilo de Scorsese y Thomas Anderson para contar una historia argentina enmarcada en el mundo del rugby y el club. 

¿Cómo nació la idea del cortometraje?
—”Promesa” surge como una idea de largometraje que después tuve que reducir a un corto. Al no ser una persona con mucha experiencia, reconocimiento o trayectoria en el ambiente, tuve que generar un material de venta, un antecedente pensando en el largometraje pero también que compita como corto, por ejemplo en BAFICI, en donde tuve la suerte de ser seleccionado. Pero siempre fue pensando en mi proyecto futuro de película.

¿Cómo se te ocurrió la historia entre Marcos y Tony, su padre?
—La historia surge de la observación, sea en ficciones, cortometrajes, cine, series, o incluso en la vida cotidiana, de las relaciones humanas; más que nada entre padres e hijos o madres e hijas. En general, es lo que más me gusta cuando veo una ficción. Hay muchas películas y directores que narran esto de una manera particular, muy genuina y sincera. Quería buscar eso, trayéndolo a la Argentina y a lo “argento”, y encuadrarlo en algo tan lindo como es el mundo del deporte, en este caso, en el rugby y el club.

¿Por qué la elección del rugby? 
—Porque jugué al rugby y porque el mundo del club y de ese deporte es muy particular. Hay muchas cosas horribles, que son las que toman más relevancia, lo cual desfavorece la mirada social sobre este deporte. Eso me parece súper bien para que se generen ciertos cambios en el ambiente interno del rugby y que la gente vea que no tiene todo eso que se dice. En definitiva, hay un espíritu muy de familia; hay padres, por ejemplo, que siguen yendo al club aunque sus hijos no juegan más, como un universo de señores grandes que apadrinan a los pibes que hacen rugby. Todo eso me impactaba y lo estoy desarrollando en el largometraje. 

Tupac Larriera repasa la letra en una pausa de la grabación.

¿Por qué elegiste el humor para narrar el vínculo entre este padre y su hijo?
—Porque es una historia entre un padre y un hijo que nunca se sentaron a hablar, entonces sería hipócrita tomarme en serio una relación que nunca fue tomada como tal. Por eso, el Marcos adulto ironiza y hace bromas respecto de su pasado. Es un personaje que se sabe reír de sí mismo y de esa relación que nunca tuvo una conexión profunda, sino que conectaron a través de lo que pudieron. Mi objetivo tampoco fue hacer reír, simplemente busqué burlarme de los personajes, caracterizarlos, pero sin que se vuelva algo que no sea real, que dificulte al espectador identificarse. Nunca estuvo el foco puesto en que la gente se cague de risa; tiene un montón de cosas cómicas, es liviano en ciertos momentos y al final se pone un poco más profundo. Pero si me preguntan qué género es, no sé si digo comedia. 

¿En qué ficciones o directores te inspiraste para elegir esa forma de contar la historia?
—En Martin Scorsese y Paul Thomas Anderson, que considero dos autores con muchas similitudes entre sí. La manera en que cuentan es a través del exceso, de planos violentos, rápidos, movimientos de cámara bruscos y rotura de la cuarta pared, o sea, personajes que le hablan a cámara. Por ejemplo, el protagonista de “El lobo de Wall Street” habla todo el tiempo a cámara y te cuenta la historia. 

¿Qué viste en Tupac Larriera para interpretar a Marcos, el personaje principal de tu corto?
—Tupac es un gran actor. Tiene un método particular que es 100 por ciento él; es muy suelto pero de repente le decís “acción” y se mete en personaje. En el monólogo final de “Promesa”, el personaje se emociona por algo, que no vamos a spoilear, y Tupac lo hizo en la primera toma. Ya lo conocía porque lo había visto en “El hombre de tu vida” y otras tiras. Me pareció que cumplía con esta versatilidad que buscaba de un actor: te creés que tiene 30 y después tiene 17. Y admiro su compañerismo; he tenido experiencias con otros actores que no fueron placenteras, actores que se creían estrellas y no compañeros. Así fui aprendiendo a armar equipos de trabajo con más solidaridad y no tanto ego. 

¿Qué es lo que falta para que el largometraje de “Promesa” se termine de realizar y se haga realidad?
—Lo más importante es el financiamiento. El cortometraje lo filmamos en tres jornadas movilizantes y muy extensas, porque tiene muchas escenas, 22, y todo pasa muy rápido. Cuando terminamos de filmar el cortometraje, todos aplaudimos y me hicieron una arenga para que diga unas palabras. Estaba medio emocionado, llorando, y dije algo que te lo puedo ratificar hoy, un año después: “Lo único que falta para que esto se convierta en un largometraje es plata, porque el equipo y las ganas están”. 

¿En qué estado se encuentra el largometraje actualmente?
—El cortometraje lo filmamos en abril de 2022, en Semana Santa. Y durante ese año, con idas y vueltas, con mayor o menor constancia, esfuerzo y tiempo, fui desarrollando el largo. Hice dos mentorías, que es cuando trabajás el proyecto con un profesor que te va ayudando a que tu historia mejore. En este momento estoy en un 80 por ciento de escritura del film. Falta pulir cosas y demás. Principalmente, terminar de contar el final, estoy trabajando en eso, pero digamos que todo el desarrollo está. Por eso, veo el corto y me genera mucha satisfacción, porque es un poco eso pero en formato “peli”. 

“Promesa” fue producida por Rino, una productora independiente que nació en plena cuarentena. ¿A qué se debe su origen? 
Rino nació de las ganas de hacer, ese es el valor principal que tuvimos desde su surgimiento hasta hoy. La fundamos con Mariano Castelli, productor, a quien conocí estudiando cine; y con Mariquena Villagra, que en ese momento trabajaba conmigo creando contenido para redes sociales, y juntos empezamos a profesionalizarnos más en el cine: ella con el rubro de dirección de arte y yo hacía el módulo audiovisual de la publicidad, el cine y el videoclip. Rino fue creada para poder meterlo en ese tipo de producciones, y a su vez, pueden ir creciendo nuestros trabajos personales al desarrollar contenidos de ficción como “Promesa”.