Por Antonia Folatti

La pasión por tratar de mejorar el medio ambiente dio como fruto a una periodista ambiental. La escritora, docente y directora Agustina Grasso viajó por diferentes partes del mundo para observar e investigar de qué manera la contaminación va acaparando el planeta. A su regreso, y para concientizar a la población, produjo el documental “Trash. El camino de la basura” y el medio digital Escritura Crónica. En la Argentina, al igual que en los demás países de la región, la gestión de residuos no es uno de los principales temas en la agenda ambiental”, afirma Grasso, quien cree que la clave “es que las personas tengan más de un cesto en sus casas para reducir el nivel de desechos”.

-La Argentina tiene más de cinco mil basurales a cielo abierto que resultan contaminantes tanto por la generación de líquido lixiviado como por la emisión de gases de efecto invernadero. Dejar de utilizarlos disminuiría la contaminación, pero ¿qué pasaría con quienes desempeñan tareas en esos lugares?
-En realidad, cerrar basurales no significa dejar sin trabajo a personas. Por ejemplo, cuando se cierra un basural igualmente alguien tiene que seguir gestionando esos residuos, algo que en general va acompañado de la creación de centros ambientales, plantas de separación y cooperativización de los trabajadores que se desempeñan de manera informal. El sector cartonero hace un montón por el planeta, pero lamentablemente no es reconocido. Lo que hacen estas políticas es darle más herramientas a los trabajadores para que trabajen en mejores condiciones. Hay un montón de cuestiones de cambio de vida al formalizar el trabajo. 

-¿Quién se tendría que encargar de mejorar las condiciones laborales de los cartoneros que se ocupan del reciclaje?
-Primero, hay que informar que en la Argentina tenemos más de 200 mil cartoneros y cartoneras que se dedican al reciclado. El rubro tuvo su mayor incremento luego de la crisis del 2001, cuando muchos recurrieron a eso para sobrevivir. El problema es que sigue siendo un sector muy informalizado; es más, muchos de ellos mueren en basurales o padecen diversos problemas de salud por las condiciones laborales. No gozan de ningún derecho, no tienen reparo ni mucho menos trabajan una cantidad de horas estipulada. Acá es clave que el Estado y los gobiernos locales tengan una mayor presencia. Se necesitan más políticas de vías verdes, de concientización y la obligatoriedad de separación en origen. Así se evita que se tire toda la basura mezclada y que los rellenos sanitarios o basurales colapsan, al tiempo que se fomenta la economía circular y el reciclado.

Grasso durante el rodaje del documental “Trash. El camino de la basura”.

-¿Qué rol cumplen los desechos de la llamada moda rápida, es decir, el descarte de prendas de temporadas pasadas para comprar nuevas?
-Desde la era preindustrial hasta hoy aumentó toda clase de consumo, más allá del fast fashion. Aumentó la producción de plásticos, de aerosoles y de todo tipo de contaminantes, lo que llevó a cambiar nuestras formas de consumir. Hoy, por ejemplo, en una góndola de supermercado hay productos envasados en plásticos contaminantes, como bandejas, botellas, bolsas y muchos más. No sólo tiene que ver con la industria de la moda, sino con la forma de vida rápida, descartable, consumista y capitalista en la cual vivimos.

-En el documental “Trash. El camino de la basura” se menciona la Ley de Envases, que volvió a ser presentada en el Congreso y propone que las empresas se hagan cargo o reciclen los envases que colocan en el mercado. ¿Qué es lo que falta para que se apruebe esta ley, que ya se presentó 48 veces desde 1999? 
-Todavía no fue aprobada por el lobby empresarial. Hay muchos sectores privados que no quieren que se promulgue porque generaría una mayor responsabilidad del productor e implicaría el pago de una tasa ambiental, mal llamada impuesto, que fomentaría y financiaría el sistema de reciclado. Esto es algo clave y necesario, ya que muchas veces los gobiernos locales no tienen las herramientas ni los conocimientos para llevar a cabo políticas ambientales correctas.

-¿Qué tendría que hacer una persona desde su casa para comenzar a generar un mínimo cambio?
-Es clave que las personas tengan más de un cesto, mínimo tres. Es decir, un tacho para reciclables, como papel, cartón, vidrio y plástico; otro para el compost, algo clave para hacer en casa, y otro para el descarte, que sería el que termina yendo a basurales a cielo abierto o rellenos sanitarios. Si tenemos los dos primeros, el último se reduce un montón. Al compostar, por ejemplo, se reduce el 50 por ciento de la producción de basura. Como siempre se dice, el mejor residuo es el que no se genera. Entonces, es súper importante la acción individual hacia un cambio colectivo, hay que fomentar un consumo más responsable, ser más conscientes de lo que entra en nuestras casas y de lo que descartamos. Lo que no tomamos de manera responsable tiene un efecto dominó y termina teniendo consecuencias en alguna parte del planeta.