Por Francisco Declich

El sábado 16 de marzo, Palermo respiró funky brasileño gracias a la primera edición de la  Fiesta Bahiana. Nicolás Zuber, su creador, junto a un equipo de chicos y chicas de entre 19 y 20 años, se propuso formar una comunidad de fanáticos de la música funky, proveniente de las favelas brasileñas, con una fiesta para bailarlo. Sin más que una campaña exclusiva en redes sociales y mucha pasión por este ritmo, llenaron el boliche El Bárvaro, con capacidad para 300 personas.

Zuber, de 19 años, estudia psicología en la Universidad de Buenos Aires y se define como un apasionado de la música brasileña. “Todos los años de mi vida fui a Brasil porque tengo familia en San Pablo y Bahía. Lo que se escucha en la fiesta es lo que yo escucho en mi casa todo el tiempo. Magalenha y Samba de Janeiro, para darte dos ejemplos de temas que pasamos el sábado, las cantaba mi viejo en un coro al que iba cuando yo era chico, me crié con esa música, enuncia. A Nicolás le angustiaba que no hubiera un espacio para bailar ritmos como funky, axe o carioca en Buenos Aires que fuera abierto para argentinos, así que decidió crearlo.

Zuber dice que, aunque es importante que la música esté, para traer las fiestas de funk brasileño a la Argentina es elemental aportar algo de la cultura de ese país. “Yo ya viví las fiestas en Brasil, y hay algo que veo muy pocas veces en boliches de Argentina, y es que la gente no se mira juzgando, sino admirando la forma de bailar del otro, y divirtiéndose con alguien que tal vez no conoce”, explica, y se jacta orgulloso de que, en la primera fiesta que organizó, consiguió esa energía que tanto anhelaba: “Tuvimos rondas enormes de gente copada bailando y aplaudiendo, y era eso lo que buscábamos”. Además, recuerda las veces que salió a boliches de Buenos Aires y no dejaron pasar a algunos de sus amigos por la forma en la que vestían, o por su color de piel, situación recurrente incluso hoy en día. Para evitar esas malas experiencias, en la Fiesta Bahiana proponen ideas de atuendos, como camisas floreadas o camisetas de fútbol brasileñas, aunque la entrada no depende de su uso.

Santiago Eggui, otro miembro del equipo organizador, agrega que considera exitosa la propuesta de la fiesta, ya que quienes participaron se sintieron motivados por la propuesta y se vistieron especialmente para la ocasión. “Además, si el objetivo era crear un espacio para que la gente se sintiera tranquila bailando, nos fue muy bien, no sólo porque sucedió, sino porque no se generó ningún tipo de disturbio, como sucede en cualquier otra noche de boliche”, comenta.

Zuber expresa: “Me encanta disfrutar la música con amigos, pero me parece una locura al punto que llegó el negocio. Hay muy pocas lugares que lo hacen con amor y con ganas de generar un producto lindo, así que, en parte, estamos trayendo una nueva forma de salir de joda, porque hay personas a las que les atrapa ir a bailar. Acá no hay vips, no hay mesas, no hay discriminación por la apariencia de cada uno; hay una comunidad con ganas de pasarla bien”.

Para terminar, Zuber dice: “Esta fiesta estaba más cerca de hacerse en el patio de mi casa que en un boliche, porque la propuesta era la de escuchar esta música con amigos. Decidí apostar y encarar el proyecto, mis amigos se sumaron, armamos un equipo, y la gente llenó el lugar sin saber cómo iba a ser exactamente, solamente viendo lo que subíamos a las redes. Creemos que el mensaje que queremos dar está llegando, el de generar un espacio de unión entre Brasil y Argentina con esta música alegre, con ambientación y con gente con buena energía. Muchos que no nos conocen nos escribieron agradeciéndonos por la fiesta y diciéndonos que les había gustado mucho. Partiendo de ahí, si la propuesta sigue siendo así de genuina, el producto siempre va a crecer y la gente va a volver, ese es nuestro fin”.

A pesar de algunos inconvenientes técnicos, la primera edición de la Fiesta Bahiana, con una entrada de 4000 pesos, fue considerada un éxito por sus organizadores y por sus asistentes, especialmente por la energía que se sintió en el lugar. En un momento en el que falló el sonido, en la transición entre la larga tanda de funky y el carnaval, en medio del silencio, los asistentes empezaron a cantar el Himno Nacional Argentino. Cuando volvió la música con clásicos brasileños, al mismo tiempo que los organizadores repartían helados de agua, el público quedó enloquecido, dando lugar a un fin de fiesta casi perfecto.

Para la segunda edición, que estiman será en menos de un mes, y también en Palermo, prometen las mismas sensaciones, el mismo concepto, la misma pasión y más producción, como tragos de la casa y más recursos visuales. Más información en su cuenta de Instagram: @fiesta.bahiana