Por Inés Yawien y Malena Loria
El 10 de octubre de 1987, en el Estadio Obras, Sumo presentó After Chabón, su último álbum de estudio. Un par de meses después, el 22 de diciembre, el líder de la banda, Luca Prodan, falleció a los 34 años. El concierto de esa noche quedó para siempre en el recuerdo de sus seguidores. Luca le había pedido a su amigo Rodrigo Espina que empezara a grabar sus shows, ya que sentía que la cirrosis hepática no le dejaría mucho tiempo de vida. Espina no pudo asistir esa noche por razones familiares, y le pidió a su amigo y colega José Luis García que lo reemplazara. Las grabaciones quedaron guardadas por más de 35 años, hasta que García decidió utilizar ese material para el documental Fuck You! El último show, que se exhibió en el marco de la clausura del último Bafici. El director habló con Publicable sobre su flamante trabajo.
–¿Tenías una directiva sobre qué filmar?
–Las cosas iban pasando y no había plan de filmación. Era seguirlo a Luca; era casi el director de esa cámara, y en el escenario era “bueno, arreglátela”.
–¿El entorno de Luca era consciente de su enfermedad? ¿No consideraban que las drogas podían empeorar su condición?
–Su energía no tenía contacto con la muerte y en el ambiente había mucho consumo de drogas, pero no creo que pensaran que la droga, o su no manejo, llegara a matarlo. No había razón para pensar eso. Sí creo que es muy posible, y esto lo imagino, que quizás inconscientemente tuvieran la idea de “este tipo se está muriendo”. Años después escuché una frase que dijo el director Alberto Lecchi: “El cine es el retrato de la muerte trabajando”. Ahí me dije: “¡Pucha!, eso es lo que yo estuve haciendo”.
–Hay una palabra de la que Luca se adueña y la repite todo el tiempo, eso tiene un desenlace…
–Sí, la palabra a la que te referís es “trolo”. Todo el tiempo decía: “Eh, trolo”, “¿qué hacés, trolo?”, “vos sos trolo, trolo, trolo”. Hay que considerar que había estallado el sida y recién salíamos de la dictadura. Hay varios factores que cruzan esto, pero él se pone adelante y dice “somos todos trolos” con un discurso que quizás hoy podría ser visto como pacato, pero en ese momento era de vanguardia.
–Luca era avanzado en su forma de pensar. ¿Cómo era ver a mujeres formando parte del espectáculo?
–Por ahí uno no se fija tanto, pero en esto del recuento antropológico es bueno ver que es 1987 y hay una relación de 70/30 de varones y chicas en el concierto. La enorme mayoría en el agite y el palco son chicos. Afortunadamente, eso cambió para bien, pero en ese momento ver a mujeres coristas en el escenario era algo que no solía pasar, llamaba mucho la atención y producía una sobreexcitación.
–Antes del show Luca te dice: “Mirá loco, esto es así: lo hacés o no lo hacés, no le doy mucha vuelta. Yo me subo al escenario, soy Sumo y Sumo es esto”. ¿Qué sentiste en ese instante? ¿Qué pensabas en los momentos previos a subirte a ese escenario?
–Viendo el material editado, me parece que es interesante y más fácil expresarlo en un show. En ese momento yo estaba con una sola cámara en un escenario totalmente desconocido y rodeado de cables, cajas, micrófonos y demás. Me tenía que mover y la cámara muchas veces perdía el foco, pero a medida que iba pasando el show fui agarrando confianza. Hoy, si tenés más cámaras podés tapar los momentos “malos”, pero yo me di cuenta, y esto tiene que ver con la devolución del público, de que esas cosas son parte del fluido de la vida: eso era el sonido y tenía que estar porque es lo que le da vida a la película. Lo mismo con los momentos muertos; son parte del asunto y le dan vitalidad.