Por Martina Basilio
Irlanda es uno de los países europeos más afectados por las denuncias de abuso sexual de menores cometidos por miembros de la Iglesia Católica desde 1937 hasta 2004. En informes publicados en la primera década del siglo XXI se registraron alrededor de 14.500 víctimas, la mayoría niños que residían en escuelas industriales y en reformatorios.
A mediados de 1999, el canal nacional irlandés transmitió la serie documental “State of Fear”, producida por una periodista de investigación, que narra los abusos que sufrieron los chicos entre las décadas de 1930 y 1970 en las instituciones educativas industriales creadas en el siglo XVIII, cuando Irlanda se separó del Reino Unido y empezó a tener problemas económicos. La Iglesia Católica pagó para que estos lugares siguieran abiertos con el fin de inculcar la fe.
Luego del escándalo que provocó el estreno de la serie, el primer ministro y jefe de gobierno de ese momento, Bertie Ahern, se disculpó en forma pública con las víctimas en nombre del Estado y un año después se creó la Comisión para la Investigación del Abuso Infantil (CICA). El propósito era determinar el alcance y efectos de estos delitos. Los resultados se entregaron en 2009.
El reporte Ryan fue el más completo de todos porque en sus 2.500 páginas revela los abusos contra niños y niñas cometidos por sacerdotes, monjas y laicos entre 1937 y 1978 en la Arquidiócesis de Dublín, la más grande del país. El informe califica al 66 por ciento de los casos como “abuso sexual, emocional, negligente y físico”. Las víctimas que denunciaron lo sucedido y testificaron sobre los abusos sexuales y las torturas físicas que sufrieron fueron 253. A partir de eso pudieron ser identificados 134 abusadores y otros 208 fueron señalados, aunque no se conocieron sus nombres.
El Informe Murphy, impulsado por una jueza con ese apellido y publicado en el mismo año que el anterior, también fue muy importante en el avance de las investigaciones: se recibieron 320 acusaciones contra 46 sacerdotes, y once fueron condenados por hechos ocurridos entre 1975 y 2004. Ese informe señaló además a las personas que encubrieron los delitos, delató a los clérigos responsables y recomendó que las víctimas fueran compensadas económicamente por los daños sufridos, pero no todas recibieron el dinero que les correspondía.
En marzo de 2010, el papa Benedicto XVI escribió una carta pastoral dirigida a los católicos de Irlanda para disculparse con las víctimas. Dijo que se sentía apenado por lo ocurrido y reconoció los “graves errores” del clero. Cuando en 2013 se votó una nueva autoridad papal y asumió Francisco, pidió que se tomara una acción decisiva contra los abusos cometidos dentro del seno de la Iglesia. En 2018 visitó a los afectados y condenó lo ocurrido en uno de los países más católicos de Europa.
A mediados de 2018, BishopAccountability.org, una organización sin fines de lucro, publicó una lista en donde reveló 1.300 nombres de católicos irlandeses que fueron acusados de abuso sexual. La identidad de los autores está en los informes, pero permanece oculta para el público. El único dato difundido fue que solo 82 de ellos fueron condenados.