Por Leticia Arieta Fernándes
“Si repetís lo que alguien te cuenta sin chequear, podés estar contando lo contrario de lo que sucedió”, advierte Florencia Halfon Laksman, periodista con una trayectoria de más de 20 años, por lo que trabajó sin redes sociales durante un buen tiempo. Hoy debe articular su trabajo con ellas y las cada vez más frecuentes fake news. Por eso, insiste en la importancia de chequear la información, especialmente entre periodistas: “Es importante tener la responsabilidad suficiente, sobre todo si vas a reenviar algo que te llegó, de ver si podés corroborarlo”.
La periodista conduce actualmente el programa informativo de primera mañana Ahora Dicen, en Futurock, y es columnista política en el programa Maxi Mediodía, por el canal A24, y La Negra Pop, por Radio Pop. En 2020 lanzó su primer libro “¿La corrupción mata?”, publicado por Editorial Planeta.
—¿Cómo se acciona ante las noticias falsas en el trabajo en vivo?
—La cobertura tramposa hace difícil el trabajo. Hay que meterse en todos los temas y averiguar, pero cuando estás en vivo y recibís estas cosas es muy disuasorio y no podés comerte cualquier cosa que leas. Hay fake news que surgen de la nada y también hay noticias tituladas tramposamente. Para dar un ejemplo, cuando Aníbal Fernández hizo declaraciones sobre el avión que estaba varado en Ezeiza, dijo que Paraguay avisó, lo que era una preocupación porque Argentina lo había dejado aterrizar, pero lo que en realidad dijo Fernández fue que entró y que después Paraguay avisó. Clarín tituló “Aníbal Fernández dijo que Paraguay le hizo la advertencia a la Argentina”, y Ámbito y La Nación titularon “Aníbal Fernández dijo que Paraguay no le hizo la alerta a la Argentina”. Podríamos decir que las dos son ciertas pero una es maliciosa porque si la alerta se hizo tarde, entonces ya no es una advertencia.
—Periodistas como Luis Novaresio y Nicolás Wiñazki se manifestaron públicamente en contra de la penalización y control de fake news. ¿Cuál es tu postura ante esta posibilidad?
—No lo tengo tan claro pero creo que debería haber un mayor control respecto a la tarea y de lo que los medios pueden transmitir y lo que no. Hay ciertas cosas que en realidad están reguladas pero no se penalizan, o sea, existe el modo de penalizarlas pero en la práctica, no sucede. Es súper importante la libertad de expresión pero en nombre de la libertad de expresión uno no puede cometer un delito en vivo, como publicitar el dióxido de cloro.
—¿Es culpa de los consumidores caer en este tipo de noticias tramposas?
—Culpa no, lo que hay ahora es una responsabilidad. Quizás ya un poco más advertidos de que esto existe por la creación de las redes sociales y las comunicaciones que no existían en mi generación o las anteriores. Con este conocimiento y las advertencias, insisto, no son solamente fake news de “te pueden entrar a robar a tu casa” o del sesgo de confirmación, a veces son “mira lo que salió en tal diario” y es muy difícil explicarle, sobre todo a los más grandes, que no todo lo que se publica en un diario está chequeado.
—Comenzaste tu carrera en 2002, antes de la masificación de las redes sociales, ¿creés que las fake news son consecuencia directa de ellas?
—Algo parecido creo que siempre existió porque cuando se dio más masivamente el debate del rol de los medios, con la discusión de la Ley de Medios, ahí se visibilizó que tienen mucho poder. Las fake news, antes y ahora, tienen de particular que es que se agarran de algo verosímil o incluso verdadero para después inventar datos. Creo que existían, seguramente no tan masivamente como ahora porque hay información en todos lados, no solamente en los medios de comunicación.
—Hoy tenemos distintas maneras de corroborar, e incluso existen medios como Chequeado, que se ocupan de la verificación del discurso público, ¿cómo se podía chequear la información hace 20 años?
—Imagino que antes ni siquiera podía corroborarlo cualquier persona, no había forma de chequear, salvo que se fuera a una hemeroteca o a comprar todos los diarios posibles. Era mucho más difícil de desarticular.
—Según una encuesta de la Universidad de Oxford, el 87% de los argentinos consume información desde su smartphone y el 78% utiliza redes sociales para informarse. ¿Se puede consumir información desde esos medios? Considerando que son más accesibles que los medios tradicionales.
—Si tomamos como información un dato y tenemos esta idea de que después hay que corroborarlo, y que la información que te llega, incluso la periodística, la tenés que corroborar, la verdad es que el periodismo no está haciendo bien su trabajo. Te diría que te podés informar por cualquier lado, lamentablemente. Es difícil decir, no le recomendaría a nadie que se informe a través de las redes sociales por los riesgos. Ahora, si por redes sociales entendemos ciertos programas de YouTube, ciertas publicaciones de Instagram y lo que hacemos es seguir determinadas figuras o periodistas en los cuales creemos y confirmamos que chequean la información, entonces es otra forma de informarse y lo que cambia es el medio a partir del cual se hace.