Por Marco Salva Paz
-¿Cómo conoció a Mafalda?
-Primero la conocí como lector, porque aparecía en revistas. Después fui muy amigo de Jorge Álvarez, el primer editor que la publicó, y a través de él conocí a Quino e hicimos bastante amistad. Íbamos a comer a su casa de la calle Chile, en San Telmo, lugar en el que inventó el personaje y donde ahora está la estatua de Mafalda. Así que la relación comenzó con la tira, siguió con el editor original, y después con el autor.
-¿Cuál era el trabajo de edición en la historieta?
-Cuando entregó el material para el volumen 6 que salió en 1970, lo único que hicimos fue revisar un poquito la ortografía, aunque Quino tiene muy buena ortografía. Por ahí faltaba algún acento o un signo de admiración, pero su ortografía es irreprochable, es un obsesivo en eso también. Fue lo único. Y después, armarlo con la sucesión numérica de la tira, porque de eso no se hizo ninguna alteración.
-¿Cómo fue el antes y el después de la aparición de Mafalda para Ediciones de la Flor?
-Nosotros publicábamos libros de poesía, ensayos o algún título de política con un tiraje de dos mil o tres mil ejemplares a lo sumo. Pasar de hacer eso a publicar un libro cuya primera edición fue de 200 mil ejemplares te cambia la vida. De la noche a la mañana pasamos de algo que se hacía a la manera de aficionados a ser totalmente profesionales.
-¿A qué se debe el nivel de repercusión que tuvieron los personajes?
-Yo creo que reflejaban características que están reunidas en las personas, aunque con estereotipos y, además, gracia. Cada lector sentía que había una parte de sí mismo reflejada en los personajes. En los adultos, en los chicos, en la propia aventura y las cosas que iban pasando.
-¿Qué recuerda de aquellos años en los que esta historieta fue furor?
–La aparición de cada número era un fenómeno nacional. Los diarieros en la calle voceaban “salió la nueva Mafalda” tal como decían “salió La Razón“. Los distribuidores se peleaban para tenerla minutos antes que el resto. La editorial no tenía un depósito muy grande, por lo que esos pedidos enormes los entregábamos directamente en el taller de encuadernación; dábamos órdenes de retiro de la cantidad de ejemplares que correspondía a cambio de unos cheques que nos dejaban como garantía. Una noche llamó a la casa de mi socio un distribuidor diciendo que en Belgrano habían aparecido ejemplares del nuevo número de Mafalda que se iban a entregar a partir de las seis de la mañana del día siguiente. ¿Qué fue lo que pasó? Un distribuidor había coimeado al sereno del depósito para tener los ejemplares la noche anterior.
-¿Cuál es su personaje favorito de la historieta?
–Libertad, porque es la intelectual.
-Felipe está inspirado en el periodista Jorge Timossi. ¿Cuáles fueron las influencias que tuvo Quino para crear a Mafalda?
-Él siempre afirma, como Flaubert (que decía “Madame Bovary soy yo“), que Mafalda es él. Las reflexiones del personaje son las de él, Mafalda no es un ser vivo que piense o hable. Tiene las características de Quino.
-¿Qué admira de Quino?
–Su ética, el sentido humanista que pone por delante de cualquier beneficio. Se ha negado a que la figura de Mafalda apareciera en publicidades, y cuando autoriza la publicación de una tira en un libro de texto, que son decenas y centenares por año, se fija en el contexto. También se negó a que apareciera en libros católicos, porque él es ateo militante y anticlerical.
-¿Cómo es su relación con Quino?
–Somos tan amigos que ya somos la misma persona, aunque él tiene diez años más. Nos hemos ido de vacaciones juntos, hemos celebrado cumpleaños, es decir, nos encontramos fuera de la relación profesional.
-¿Por qué piensa que a Quino no le gustan las entrevistas?
-Porque está aburrido de decir las mismas cosas y de que le pregunten lo mismo una y otra vez. Cuando le entregaron el premio del Príncipe de Asturias estaba de buen humor y muy contento, entonces soportó las notas con paciencia. ¡Pero le preguntaron cada pavada! Cosas que contestó ya mil veces y que están en su página web. Se podría creer que un periodista que lo va a entrevistar estará diez pasos más adelante en cuanto a las preguntas, pero la mayoría de las veces son las mismas. Yo me aburriría también de contestar siempre lo mismo. Me estoy aburriendo de contestar esto (ríe).
-¿Cómo sería Mafalda a los 50 años?
-Te voy a dar la respuesta de Quino porque yo no tengo derecho para contestar eso. Es un personaje imaginario y los personajes imaginarios no envejecen, tienen siempre la misma edad.
-¿Cuánto tiempo cree que estará vigente este personaje?
-Yo la bola de cristal hace mucho tiempo que no la lustro, así que no tengo la menor idea. Si fuera por mí, el mayor tiempo posible porque da a la editorial un sustento firme ya que Quino sigue vendiendo.