Por Florencia Quarenta

Palestina, tierra de las tres religiones monoteístas”. Así la llamó el documento que la declaró independiente el 15 de noviembre de 1988 en Argel. Escrito por el poeta Mahmoud Darwish, fue proclamado por Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), quien luego asumió la presidencia en el exilio. Hasta el momento, la mayoría de los países reconocieron la independencia palestina, pero hay excepciones con diferencias que, por ahora, parecen insalvables.

En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, Israel conquistó, entre otras, las regiones de Cisjordania y la Franja de Gaza que Palestina reclama y cuya ocupación israelí es, para la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ilegal. Dos años más tarde, la Asamblea General de las Naciones Unidas emitió la Resolución 2535 B que reafirmaba los derechos inalienables del pueblo palestino.

Un mes después de la declaración de 1988, la Asamblea General de la ONU decidió dejar atrás la designación de la OLP y usar el nombre de Palestina. Su origen se remonta al hebreo P’lesheth, que significa Filistea, tierra de los filisteos, un pueblo asentado en la actual Franja de Gaza a principios del primer milenio antes de Cristo. Desde 2012, es un Estado observador no miembro de la organización.

Aunque se suele hablar del Estado de Palestina, para muchos expertos la denominación no es correcta. “Aún no hay un Estado palestino, por lo que yo siempre hablo de ‘Palestina’ a secas”, opina Mark Tessler, profesor de la Universidad de Michigan especializado en Política Comparada y Estudios del Medio Oriente.

Ya en su libro “Historia del conflicto israelí-palestino” Tessler destacaba que sólo dos semanas después de que la asamblea votara la independencia palestina, “al menos 55 naciones, incluyendo Estados muy diversos como la Unión Soviética, China, India, Grecia, Yugoslavia, Sri Lanka, Malta y Zambia”, habían reconocido el documento.

Los primeros de América fueron Cuba y Nicaragua. Por su parte, la Argentina lo hizo en 2010, después de Venezuela, República Dominicana y Brasil. En 2014, Suecia se sumó a la lista, convirtiéndose en el primer país de la Unión Europea en hacerlo. En la actualidad, 136 Estados formalizaron su reconocimiento diplomático.

Los motivos que llevaron al reconocimiento de Palestina son varios. “Los países latinoamericanos lo hicieron por una suerte de solidaridad global en el marco de lo que se llamó el ‘giro a la izquierda’, un movimiento formado por gobiernos que bregaban por un mundo más multipolar”, explica Mariela Cuadro, coordinadora del Departamento de Medio Oriente de la Universidad Nacional de La Plata.

Según la especialista, la intención de fortalecer las relaciones con la población árabe fue otra razón que influyó en la decisión que tomaron los países de la región entre 2010 y 2011. Además, señala que en Europa también pesó la migración musulmana y el reconocimiento se vio como un gesto hacia esos ciudadanos que también representan votos en las elecciones.

Por otro lado, hay países que evitan hacer declaraciones y otros que manifiestan claramente su oposición. En ese sentido, Tessler considera que “en realidad, la falta de reconocimiento de Palestina obedece más a decisiones políticas basadas en sus propios intereses que a estar a favor de Israel o en contra de un Estado palestino”.

El opositor más tenaz es Israel. Según el historiador de ese país Ilan Pappé, ni siquiera propone crear un verdadero Estado palestino. “Quiere que Palestina no tenga un ejército, que no tenga contigüidad territorial, y reservarse el derecho a controlar la seguridad de la zona, es decir, las entradas y las salidas. En resumen, quiere una prisión”, opinó el año pasado en su primera visita a la Argentina, tras referirse a lo negociado entre ambos Estados en los Acuerdos de Oslo de 1993.

Estados Unidos es el mayor aliado de Israel contra un Estado palestino. “Tiene un interés en mantener el Estado israelí ahí ya que funciona como un tapón para el nacionalismo árabe”, señala Cuadro. La investigadora también hace referencia a la “enorme población judía que, en general, es pro-israelí y cuyos votos importan en las elecciones”.

Para Cuadro, en Estados Unidos hay factores culturales que se suman a los materiales. “También una derecha evangelista muy fuerte que plantea una intención mesiánica de ayudar a los judíos a ocupar la totalidad del territorio de Israel”, aclara.

Países como Alemania, Francia, Italia, Finlandia, Australia, Canadá y México apoyan la solución de los dos Estados, una propuesta diplomática que sólo puede darse con acuerdos entre Israel y Palestina. Por esa razón, se niegan a reconocer cualquier declaración hecha en forma unilateral.

Los palestinos están en una de las situaciones más frágiles desde que nacieron como movimiento nacional por las disputas internas que tienen con Israel, Estados Unidos y los árabes. No pueden negociar nada, y eso hace que sea menos atractivo para los demás países reconocerlos como Estado”, concluye Cuadro.

El reconocimiento de un Estado palestino incluye factores geopolíticos y culturales que varían entre los países opositores y aquellos que prefieren una ambigüedad que los mantenga fuera del conflicto, a la espera de que sus protagonistas puedan resolver sus diferencias. Quizás eso solo se logre cuando el pueblo elegido tome como propias las palabras que Darwish dejó en uno de sus poemas: “Tú que te enzarzas en tus guerras, piensa en los demás (no te olvides de quienes piden paz)”.