Por S. Giménez, I. Goldeszer, J. Iglesias
Brasil y Argentina planean la exportación de miles de litros de agua potable del Acuífero Guaraní, una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo y centro de atención para grandes corporaciones multinacionales, de vital importancia para el escenario político planteado por Estados Unidos para Sudamérica.
Los planes de comercio por parte de las intendencias de distintas ciudades de Brasil, como Santana do Livramento, ya están en práctica desde hace varios años. Esta ciudad, de aproximadamente 95 mil habitantes, es una de las que más se abastece del agua del acuífero en Brasil. El aprovechamiento de la locación, justo arriba de unos 38 pozos de más de 120 metros de profundidad, permite captar 30 millones de litros diarios de agua. Aunque de ese volumen los habitantes de la ciudad solamente consumen un 40%. Basándose en ese excedente (de unos 18 millones de litros diarios de agua dulce), la intendencia pretende comercializar el agua del acuífero con países africanos y del Medio Oriente, donde el agua es un recurso escaso.
La Cámara de Representantes Municipales de Brasil y el gobierno del Estado de Río Grande facilitaron las licencias necesarias para comercializar el agua subterránea adyacente a la ciudad. Esta decisión se suma al Plan de Asociaciones Público-Privadas que el gobierno de Lula da Silva aprobó en 2004. Ambas disposiciones facilitan las licitaciones y la creación de contratos de asociación entre el sector público y/o extranjero y empresas privadas.
Argentina no se queda atrás: Misiones comercializa el agua subterránea hace más de diez años. Oberá fue una de las primeras localidades del país en plantear y empezar a comercializar el agua del Acuífero Guaraní, territorio donde se establecen gigantes como Monsanto. La idea original de los obereños fue limitarse a la explotación del recurso a través del complejo de aguas termales de la provincia, pero luego de ver cómo operan en Brasil, planean dedicarse también a la venta del agua que sobre después del uso regional.
Sin embargo, en Misiones el agua está a un nivel mucho más profundo, a más de mil metros de profundidad, en comparación con Brasil y Uruguay, donde la excavación es menor a 150 metros. La explotación económica del Acuífero ya es un hecho y los vacíos legales pasan por encima de los tratados firmados por el Mercosur. Si bien los cuatro países poseen soberanía absoluta, no existen convenios que regulen cuánta agua dulce puede extraer.
Otra de las preocupaciones pasa por el cuidado de la calidad del agua. Resulta fundamental evitar cualquier tipo de contaminación, porque de producirse en un solo punto podría extenderse a todo el sistema. Investigaciones actuales dieron como resultado que un 30% del acuífero se ve afectado por los agroquímicos. En este sentido, un gran problema que Argentina debe considerar es la inclinación geográfica del agua afectada, que llega directamente a la región del noroeste.