Por Lucia Bejar

El actual presidente Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, y el ex presidente Lula Da Silva, del Partido de los Trabajadores, son los principales candidatos para las elecciones presidenciales que van a tener lugar en Brasil el próximo 2 de octubre. Hoy la sociedad brasilera está muy dividida y eso se ve reflejado en la gran cantidad de encuestas que muestran una diferencia del menos del 20% entre los candidatos, sin un claro ganador.

Veo difícil que alguno gane en primera vuelta, dice el analista Gustavo Segré. Para él, la única encuesta que valdrá será la que se revele el día de las elecciones. Esta marcada diferencia se siente en las calles, donde el periodista nota más concentración de gente que apoya a Bolsonaro que a Lula Da Silva. Sin embargo, esto no significa que lo que exhiben esos paisajes o las encuestas sea lo que se descubrirá en las urnas al final. En línea con esto, según una encuesta del instituto demoscópico Datafolha, siete de cada diez brasileños temen ser agredidos durante la campaña para las elecciones.

Segré también observa una “situación de violencia contenida muy peligrosa“. En los últimos meses dos personas murieron: el 7 de septiembre, un simpatizante de Bolsonaro llamado Rafael Silva de Oliveira acuchilló a un seguidor de Lula que era su compañero de trabajo tras una discusión política. Al ser arrestado confesó haber perdido el control e intentado decapitarlo. Otra víctima de violencia causada por diferencias políticas murió en julio, durante una fiesta de cumpleaños en el estado de Paraná. Un agente penitenciario federal que apoya a Bolsonaro asesinó a tiros a un militante del Partido por los Trabajadores, Marcelo Arruda.

Las formas que toman los discursos de los candidatos también impactan en los votantes, ya que las formas de enunciarse afectan la percepción de las personas. Segré señala que el discurso de Lula apela a la juventud, quienes no vivieron el conflicto del expresidente con las causas de corrupción, y se apoya en el progreso económico de Brasil y la producción de trabajo. Por otro lado, Bolsonaro habla como un “gladiador“, con lo que no gana empatía con gran parte de la sociedad pero especialmente desagrada a las mujeres jóvenes. 

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE BRASIL

El contexto histórico que rodea a los candidatos también afecta la decisión de los votantes, especialmente a aquellos adultos que vivieron los procesos históricos de cerca. Da Silva fue uno de los principales organizadores de huelgas durante la dictadura militar de aquel país mientras que Bolsonaro es un militar retirado que fue diputado federal por Río de Janeiro entre 1991 y 2018. 

Lula fue candidato a la presidencia en varias ocasiones, en 1989, 1994 y 1998, hasta que ganó la presidencia en 2002. Durante sus ocho años de mandato, implementó programas sociales como Hambre Cero o Bolsa Familia. 

En marzo de 2016, en medio de un escándalo de corrupción en la empresa Petrobras y once días después de su detención para ser interrogado por su supuesta participación, fue nombrado ministro de la Casa Civil por el gobierno de Dilma Rousseff, lo que fue visto por parte de la opinión pública como un intento de obtener inmunidad judicial. Aquel nombramiento fue inmediatamente suspendido por un juez del Supremo Tribunal Federal en Brasilia, pero procedió al día siguiente, después de que un tribunal de Río de Janeiro levantara la medida cautelar que impedía su nombramiento, aunque de nuevo, el mismo día, volvió a ser suspendido por el juez Gilmar Mendes, miembro del Supremo Tribunal Federal de Brasil.

El 12 de julio de 2017, Lula fue condenado en primera instancia a nueve años y seis meses de prisión por el juez Sérgio Moro, quien luego fue nombrado como ministro de Justicia por Jair Bolsonaro en 2018, cuando ganó la presidencia mientras que Da Silva estaba encarcelado.

El 8 de marzo de 2021, uno de los jueces de la Corte Suprema anuló todas las sentencias dictadas contra Lula, debido a que el juez Moro carecía de competencia para entender los supuestos delitos que le imputó y se inició una investigación en contra del magistrado.

Hoy, tras años de conflictos judiciales y con una pandemia de por medio, tanto Bolsonaro como Lula se presentan a elecciones presidenciales en octubre con grandes expectativas sobre el resultado.

Edición: Emiliano Attadía y Matías Arcapallo