Por María Belén Marchese

Gastón di Castelnuovo es precandidato a intendente de Ituzaingó por Juntos por el Cambio. A su vez, es el presidente del bloque en el Concejo Deliberante y se desempeña como concejal desde 2015. Joven, atractivo y carismático, pretende terminar con la hegemonía política de Alberto Descalzo, quien ocupa la intendencia desde 1995. A un par de días de haber sido padre por segunda vez, asegura: “No venimos con nada fuera de lo común, sino que queremos hacer las cosas bien, trabajar para que el municipio mejore”. Lo preceden menos de cuatro años de trayectoria política y, sin embargo, afronta un desafío para el que se muestra preparado. “Sabemos que no vamos a poder hacer todo de un día para el otro”, declara con una sinceridad que no parece ensayada pero que tampoco trae alivio en un contexto social en el que abundan las carencias.

–Estudiaste la carrera de Técnico Superior en Administración y Producción Agraria y después trabajaste en el rubro inmobiliario. ¿Por qué te involucraste en la política?
–Después de un montón de años de quejarme y despotricar, como hacemos muchos argentinos, me di cuenta de que la única opción para cambiar las cosas y que este país empezara a ser mejor era involucrarse. Todos los que ocupaban cargos y los que estaban en política se preocupaban más por mejorar sus condiciones de privilegio que por mejorar la sociedad. Se fueron perdiendo valores y se empezó a dejar de lado la gestión.

–¿Y cómo llegás a Cambiemos?
–Me acerqué a Cambiemos en Ituzaingó en 2014. Era el espacio que más representaba ese deseo de futuro que creía que era mejor, porque lo estaban demostrando en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. No cambió tanto respecto de lo que era cuando me involucré, pero sí creo que este gobierno está haciendo un montón de cosas que de a poco se empiezan a ver. Pero todavía falta, necesitamos muchos más años de gente que quiera hacer las cosas bien.

–El sitio Primer Plano Online te describe como “el hombre que sueña con terminar con 24 años de poder del peronismo en Ituzaingó“. ¿Cómo evaluás tantos años de hegemonía en el poder?
–No venimos a terminar con nada, queremos mejorar una gestión que nos parece desgastada. No es saludable que una misma persona esté comandando un municipio durante 24 años. Tanto tiempo de una misma conducción no es bueno; se empiezan a preocupar más por la rosca y la charla política que por la gestión. Nosotros estamos convencidos de que el gobierno municipal es un gobierno de cercanía. Estamos para pintar los cordones y las sendas peatonales, para hacer rampas para discapacitados, para ordenar el tránsito, para controlar la construcción y el Código de Planeamiento Urbano y para que mejore el pago chico. El intendente es el primer eslabón y contacto con el vecino.

Di Castelnuovo recorre el municipio como parte de la campaña electoral.

–Uno de los principales reclamos de Alberto Descalzo es que no recibe fondos suficientes de la provincia ni de la Nación. Es decir, responsabiliza a Vidal y a Macri por la falta de presupuesto. ¿Creés que es una estrategia válida?
–Eso responde a la vieja escuela, a querer hacer política echándole la culpa a otro espacio, incluso diciendo cosas que no son reales. Durante los más de tres años de Mauricio y María Eugenia en el poder, Ituzaingó recibió más y mejores fondos. Tanto la coparticipación como otros que venían por fuera, como el Fondo de Fortalecimiento de Seguridad, creado por la gobernadora en 2016. Para el municipio se destinaron 16 millones de pesos que se recibieron ese año, en 2018 y 2019. También hubo obras de la provincia, como el entubamiento del Arroyo Soto y la tercera etapa del entubamiento del San Juan Martínez, y de la Nación. Sin ir más lejos, se acaban de terminar veinte cuadras de asfalto en los alrededores del barrio Procrear. Ahora se está ensanchando la autopista. Nunca se lo condicionó por ser de otro partido político. Un condicionamiento que incluso tenía el kirchnerismo con los propios intendentes, que tenían que responder de tal o cual forma para que bajaran esos fondos. Como todo el mundo sabe, Cristina adoctrinaba con la billetera tanto a los gobernadores como a los intendentes. Ahora eso no se da.

–Esto de “echar culpas” es bastante frecuente en el discurso de Mauricio Macri respecto del gobierno anterior. ¿Por qué hay una reticencia a enfocarse en la gestión propia?
–Este gobierno, como ninguno, se focalizó en la gestión. En tres años avanzaron más las obras de agua, cloacas y autopistas que en toda la historia. Se acaba de inaugurar el enlace en San Andrés de Giles, un cruce peligroso en el que moría gente todos los días. Se arreglaron vías que hacía cuarenta años no se arreglaban. Todos le echaban la culpa a Menem, porque el kirchnerismo sí echaba la culpa pero no hacía, incluso a un gobierno del que había sido parte. A veces la gente cree que las cosas se pueden hacer de un día para el otro o más rápido, pero está bueno recalcar cuáles fueron las condiciones en las que se recibió el país para que entiendan lo difícil que es. Si te lleva dos años construir una casa, imaginate lo difícil que es reconstruir el sistema eléctrico del tren Sarmiento. Se acaba de inaugurar, se cambiaron los cables que tenían más de noventa años antes de que ocurriera una tragedia. No como el gobierno anterior, que reemplazó los trenes después de la tragedia de Once. Creo que no es “echar culpas” sino una declaración de la realidad. Es distinto a lo que hace el intendente de Ituzaingó, que quiere echar culpas pero sobre bases y declaraciones que no son ciertas.

–Con los problemas de inseguridad y un desempleo que a nivel nacional, según el Indec, superó el 10 por ciento en el primer trimestre del año, ¿hay tiempo para seguir esperando cambios?
–Las cosas no se modifican de un día para el otro. Mejorar la seguridad, como está haciendo la gobernadora, lleva tiempo. Ya hay más de diez mil policías desplazados de la fuerza y mil presos. Los cambios que nos prometieron hasta hoy fueron siempre más de lo mismo, y estamos cada vez peor. Yo vi cómo se ponían rejas, cómo pasamos de perro mascota a perro guardián y cómo se llenaban de alambres electrificados las casas de Ituzaingó. Llevó tiempo que la situación empeore y va a llevar tiempo para que mejore. Tenemos que ser conscientes de eso y no creerle al que nos venga a prometer un realismo mágico. La magia no existe.