Por Edmundo Alvarez (desde Daireaux, provincia de Buenos Aires)

Las elecciones generales para los estudiantes universitarios de algunas ciudades y pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires se iniciaron el viernes pasado. En el caso de la localidad de Daireaux, que está a 400 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y por lo tanto no supera la distancia límite (de 500 km) que permite justificar la no participación de la votación, a través de los años se hizo costumbre que los dos partidos políticos más populares – el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical – contraten colectivos para esos estudiantes puedan ejercer su principal derecho cívico sin tener que pagar pasajes.

Para estas elecciones, el mensaje enviado por las juventudes de ambos partidos políticos a quienes tuvieron la suerte de reservar a tiempo su lugar en el micro, los citaba a las 21:30 en la Plaza de Mayo con aspiraciones de que el micro partiera a las 22. A la hora señalada ahí estaban, sentados en la vereda, con sus mochilas que cargaban poco más de una muda de ropa ya que el domingo debían volver, algunos formando rondas entre conocidos o amigos. Las charlas sobre fútbol y trabajo se mezclaban con las políticas. Los más arriesgados se la jugaban a adivinar los resultados electorales.

El sábado pre-elecciones es un día que sobra, al menos esa es la sensación en Daireaux. Aunque haya veda electoral, las calles del pueblo siguen empapeladas con carteles de los candidatos a intendente, gobernador y presidente. En los comercios es imposible evitar las preguntas sobre política, especialmente local.

A veces, hay situaciones graves. La noche del sábado un grupo de personas pegó un cartel publicitario de la UCR  en la puerta de la casa de Sergio Álvarez, principal candidato opositor, y le rayaron el auto que estaba estacionado en la calle.

La mañana del domingo electoral amaneció con un sol brillante y el cielo completamente despejado. Como si el clima supiera que hoy es un día importante para la democracia argentina, y que muchas personas deberán movilizarse desde lejos y a pie para ir a las escuelas a ejercer su derecho cívico. Las familias se acercan caminando a las escuelas mientras los candidatos van de escuela en escuela, con el objetivo de mostrarse en las últimas cuadras que los deroenses transitan antes de votar.

En los domingos de elecciones, los partidos políticos del pueblo ponen en marcha sus estrategias. Algunos candidatos van a las escuelas, los militantes que fiscalizan llevan comida a quienes están cumpliendo ese rol y otros pasan inadvertidos aunque hacen un trabajo cansador y silencioso. Ellos son los que van a buscar en sus autos particulares a las personas y familias que se comunican con el partido y piden ayuda de transporte porque viven en el campo y no tienen con qué ir a votar, o viven en calles de tierra que, si llovió el día anterior, están inundadas. Los encargados de estos viajes suelen votar temprano y luego dedican todo el día a hacer recorridos de varios kilómetros.

Lo cierto es que este domingo electoral en Daireaux, por más que el favorito para ganar sea Alejandro Acerbo, el actual intendente que es candidato por el Frente de Todos y en las PASO sacó más del 60% de los votos, existe un cierto nerviosismo. Cerca de las 18, cuando se cierren las mesas, los ciudadanos se acercarán al comité radical o a la unidad básica peronista para escuchar entre todos algún programa radial local que indique los resultados de cada mesa. A medida que se van confirmando, y si hay una victoria del propio partido en una mesa, la gente aplaude, festeja y se abraza como un gol del mundial.

Otras personas prefieren agruparse en la casa de algún familiar, prender la radio y anotar en una hoja los resultados electorales que dictan mesa por mesa desde la radio para ir llevando un conteo de las elecciones. Toda la atención está puesta en el resultado local. Una vez finalizado el mayor porcentaje del escrutinio en el pueblo, entonces sí: prenden la tele y se concentran en los resultados de la provincia y la nación.