Por Matías Pérez y Tatiana Scorciapino

Hace varios años que la industria del cine es afectada por el auge y masificación de plataformas de streaming. Pero la cuarentena que, sin más remedio, debió implementarse desde marzo de 2020, con el inicio de la pandemia de COVID-19, produjo un déficit aún mayor en los ingresos de las salas, llevando al sector a una crisis sin precedentes.

Los cines funcionaron hasta el 20 de marzo del año pasado. Durante aquel primer cuatrimestre, se perdieron más de cinco millones de entradas, lo que representó un 37,6% menos respecto al mismo periodo de 2019. Durante el transcurso de enero y febrero de 2020 los cines habían vendido 7.877.735 entradas, un 16,34% más que el año anterior, según la consultora Ultracine. Sin embargo, para finales de marzo las ventas disminuyeron un 73,15% en comparación al mismo mes de 2019.

La situación en la Ciudad de Buenos Aires no difirió a la del resto del país debido a que, junto con el Gran Buenos Aires, concentra más del 70% de las entradas vendidas. Según la Encuesta Nacional de Centros de Compras del INDEC, 5.661.827 espectadores asistieron a las salas de CABA durante 2019, mientras que en 2020 fueron sólo 1.123.749. Al respecto, empresarios del sector señalaron que el daño es casi irreparable y recién pueden prever una posible recuperación para 2022.

El Comité de Evaluación y Monitoreo del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) reveló que el 99,3% de los empleados del sector fue beneficiario del programa para el pago de salarios de abril del año pasado, mientras que en el resto de actividades el promedio fue de 46,3%. Sin embargo, el Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina (SICA) sostuvo que, a pesar de contar con el apoyo del Gobierno nacional, se perdieron unos 15.000 puestos de trabajo.

La pandemia obligó a cerrar las salas de todo el mundo durante gran parte del segundo trimestre de 2020.

Manuel López, gerente de Cinema Devoto, resaltó: ‘‘Por suerte, el Estado nos ayudó con parte de los sueldos, pero la ayuda se cortó en noviembre cuando el shopping abrió, ya que el cine se encuentra allí. De todas formas, pudimos distribuir a parte del personal que estaba de licencia para que trabaje en los ingresos controlando la temperatura y a la gente”.

Además de afectar directamente a los trabajadores, los casi doce meses de cierre causaron daños irreparables en la economía de los complejos. En lo que va del año cerraron dos de los cines más importantes de la Ciudad de Buenos Aires: el Arte Multiplex Belgrano y Cinema City General Paz. En este último caso fue por la imposibilidad de adaptar los sistemas de ventilación a las exigencias del protocolo para la habilitación. Tras su cierre, el barrio de Belgrano (uno de los más cinéfilos de la Ciudad) pasó de tener 29 pantallas a sólo 18, con un total de 2.276 butacas.

Pese a que durante ese mes existió el interés de recuperar las salas por parte del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Ministerio de Cultura de la Nación y el Gobierno de la Ciudad, aún no se concretó ningún avance. Todo indica que la Avenida Cabildo -reconocida por su cantidad de cines- continuará sin ellos.

La reapertura de marzo

Si bien el panorama de 2020 fue desolador, frente a una curva de contagios que comenzó a mostrar un descenso alentador, a partir del 25 de febrero de 2021 el Gobierno nacional permitió la reapertura de los cines en el AMBA con un aforo de 30% para la Ciudad y de 50% para el conurbano, aunque luego el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la Provincia de Buenos Aires redujo el porcentaje al 30 por ciento.

Los complejos comenzaron a abrir sus puertas. El Cinema Devoto lo hizo el 3 de marzo pasado: “Abrimos con un aforo del 30 por ciento. De a poco el público fue acompañando y superamos el porcentaje que habíamos calculado, que era similar al promedio mundial de un 10 por ciento del público de antes de la pandemia”, contó López.

El Cinema Devoto reabrió el 3 de marzo, luego de casi un año con los proyectores apagados.

Junto a esta primera medida de ocupar tres butacas por cada 10 disponibles, una serie de protocolos acompañaron el regreso. En el ingreso, se contralaba que la temperatura de los espectadores y empleados no superara los 37,5º. Además, el uso de tapabocas era obligatorio en todo momento, salvo para los minutos dedicados a la ingesta de alimentos, ya que los servicios gastronómicos y el Candy Bar estaban permitidos con los protocolos adecuados.

Por otro lado, tampoco se permitía el desplazamiento del público durante la función, lo que hacía más fácil desinfectar las salas entre funciones, con un intervalo mínimo de una hora. El máximo de personas de un grupo familiar o convivientes no debía superar el tope de seis integrantes para ocupar asientos contiguos. De no ser así, debía mantenerse una distancia social de 1,5 metros como mínimo.

En diálogo con Télam, el gerente general de Cinemark-Hoyts, Martín Álvarez Morales, afirmó que no fue difícil aplicar los protocolos porque los complejos habían sido preparados durante el confinamiento. En esa cadena, por ejemplo, para respetar el distanciamiento establecieron un área segura de butacas no ocupadas atrás, al costado y por delante de aquellas dos que podían venderse juntas.

La reapertura en la última semana de febrero alcanzó las 110.000 entradas vendidas, según Ultracine. La Ciudad de Buenos Aires se quedó con el 28 por ciento de las operaciones, con 31.000 tickets, mientras que en el conurbano se vendieron 47 mil, el 43 por ciento de ese total. De esta forma, el AMBA se quedó con el 71% del público del país, pese a que las salas operaron con menos de un tercio de su capacidad. La cifra, sin embargo, quedó lejos de las 420.000 entradas del mismo periodo del año anterior y aún más distante de los 821.000 tickets vendidos en la misma semana de 2019.

Sin embargo, en palabras de Gabriel Feldman, CEO de Multiplex y vicepresidente de la Federación Argentina de Exhibidores Cinematográficos, el primer balance fue muy positivo porque quedó demostrado que la actividad estaba viva, que la gente quería ver cine en el cine, según comentó al diario La Nación. Aunque por el aforo limitado los rendimientos ni siquiera alcanzaron para cubrir los gastos fijos, Feldman se mostró esperanzado ante un crecimiento en la demanda que sin dudas ocurrió, pero fue paralizada por los nuevos cierres dispuestos el 16 de abril ante el avance de la segunda ola. Con una nueva reapertura anunciada para el viernes 18 de junio, el cine tendrá su revancha.