Por Tomás Graham Dello Russo
La irrupción de la pandemia Covid-19 viene impactando fuertemente desde 2020 en todas las actividades y ya provocó una crisis económica inédita. Este efecto fue especialmente profundo para la industria del cine. Después de una parálisis inicial, este sector ha comenzado a retomar sus actividades y afronta nuevos desafíos.
En estos momentos, en la zona rural de Saladillo, provincia de Buenos Aires, se está terminando la película “Humo bajo el agua”, protagonizada por Mariano Martínez y con las participaciones de Luis Brandoni, Rodrigo Guirao Díaz, Mimi Ardú y Pablo Sorensen. Es una historia de amor entre dos amigos de la infancia que se manifiesta cuando ambos tienen treinta años. Uno es el hijo de un estanciero; el otro, el del capataz. Es un relato épico que transcurre en un ambiente rural de los años 90 y que refleja un modo de vida conservador.
Los rodajes se han convertido en un auténtico reto de protocolos y redes de seguridad para preservar la salud de los actores y el equipo técnico. A causa de las medidas impuestas por las autoridades sanitarias, el presupuesto de producción se ha incrementado considerablemente: hay que suministrar todo tipo de mascarillas, termómetros, guantes, geles y materiales para desinfectar. Las restricciones, el distanciamiento preventivo y las prohibiciones de circulación, además de entorpecer, aumentan los días de filmación. Pero a pesar de todas estas complicaciones y condicionamientos, los cineastas locales, lejos de rendirse, intentan recorrer nuevos caminos.
Su director y guionista, Julio Midú, es franco a la hora de afirmar que “se puede realizar una producción con estrictas condiciones para el cuidado del personal“. “Vivo una película dentro de otra de ciencia ficción. Nosotros contratamos una empresa que se encarga de los protocolos sanitarios para avanzar con el plan de rodaje. Los cambios más grandes son las burbujas que armamos en distintos hoteles para los grupos de actores y el personal. Mi propuesta cuenta con muchos exteriores, lo que ayuda con el seguimiento de las normas”, cuenta.
Junto con Fabio Junco, es socio fundador de Midú Junco Producciones, empresa que desarrolla contenidos para cine, televisión y nuevas plataformas. Produjeron más de veinte largometrajes de ficción y documentales con proyección internacional y son los responsables de la producción ejecutiva de este film.
La maquilladora artística Nancy Marignac es responsable de hacer respetar el protocolo sanitario durante el proceso de maquillaje. Según las reglas, el actor tiene que permanecer en silencio mientras el maquillador realiza su tarea con doble barbijo o una máscara de acrílico que cubra los ojos. Los cosméticos deben ser personales. El camarín debe tener ventilación cruzada y no pueden ingresar otras personas hasta que el maquillaje se complete. Antes de seguir con otro actor, se destinan varios minutos para desinfectar el ambiente. “En la situación económica actual del país esto no es fácil, ya que los costos de los productos de belleza se elevaron más del doble durante el último año”, comenta.
Por su parte, la actriz Mimí Ardú expresa con entusiasmo la gran ilusión que siente simplemente con volver a escuchar las palabras “luz, cámara y acción”. Afirma que trabajan realizándose hisopados de manera continua y conservando las distancias. “Pasa permanentemente personal a realizar la desinfección de materiales y micrófonos con alcohol y el catering viene previamente sellado”. Y aclara: “Los actores ensayamos con barbijo y sólo nos lo sacamos en las tomas finales. No es fácil filmar en estas condiciones”.
Ardú es consciente de que la industria cinematográfica argentina no puede escapar de las dificultades económicas que afectan a todo el país. No obstante, opina: “Se está repitiendo mucho material ya emitido. Los gobernantes deben saber que la ficción y las comedias serían de gran utilidad para la gente que permanece en sus hogares en estos días. De alguna forma se debe poder trabajar varias horas por día sin prohibiciones tan estrictas”.
Por su parte, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) anunció que otorgará a las empresas productoras de películas nacionales un nuevo subsidio destinado a gastos de lanzamiento. La reglamentación de esta ayuda financiera se publicó en el Boletín Oficial a través de la Resolución 380/2021.
Midú, también a cargo de la producción, sabe que es muy difícil conseguir aportes privados, pero asegura que, “como creativos, deben abrir la cabeza y no estar cruzados de brazos a la espera de que el INCAA ayude“. “Los productores tienen que estar convencidos de su proyecto para salir a venderlo y abrir el juego. Hoy los contenidos con mayor valor comercial ganan a la hora conseguir inversionistas, no los proyectos de autor. Por eso deben contar con actores reconocidos para atrapar al público y ser competitivos”.
Las últimas restricciones impuestas por el Gobierno Nacional en la segunda quincena de mayo fueron un golpe sorpresivo. Si bien se pudo seguir filmando, influyó en el ánimo de los miembros del equipo. Por encontrarse lejos de sus casas, la exigencia de no circular a partir de las 18 obligó a todos a confinarse en sus habitaciones. La modificación de las rutinas ya programadas, la falta de estímulos y distracciones afectaron directamente la convivencia y el espíritu de grupo, tan necesarios para todo emprendimiento de estas características.
“Básicamente, debemos estar agradecidos por estar trabajando. Son sólo cinco semanas y, ya en la tercera, necesitamos agudizar nuestras capacidades. A pesar de que los números no son los presupuestados, intentaremos terminar y sacar al mercado un producto con la mejor calidad posible”, finaliza el director.