Por Caleb Tejero

Durante la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, en la década del 60, se registró la mayor fuga de cerebros de la historia de nuestro país. Este fenómeno es el proceso de exilio de investigadores argentinos por desfinanciamiento de proyectos científicos o persecución. Tal situación se repitió en las décadas siguientes, generando la creencia de que es complejo desarrollarse en las ramas de investigación en la Argentina, en especial fuera de la ciudad de Buenos Aires. Aun así, la joven estudiante de ingeniería Julieta Porta desafía el mito y apuesta a que se puede pensar proyectos en cualquier parte del país, incluso en su provincia: Mendoza. En sus redes sociales y en sus charlas de emprendedorismo, motiva a encontrar soluciones sin tener en cuenta los límites físicos, porque “la tecnología nos está acercando y nos permite que uno estudie, tenga acceso a la información, y que pueda aprender desde cualquier lugar”.

Últimamente se habla de que los jóvenes no tienen futuro y que hay que irse a vivir al exterior, pero vos apostás muy fuerte al país. ¿Qué necesita la Argentina para embarcarse en los caminos de la exploración científica?
—Siempre voy en la línea de la ciencia y la tecnología porque hoy en día es lo que te permite posicionarte y competir a nivel mundial. Sobre todo, porque la tecnología te permite crear soluciones masivas a problemáticas que, si bien pueden pasar en la Argentina, se repiten en otros países. Son temas de los que todos nos tenemos que hacer cargo y los tenemos que tratar, no tenemos que hacer oídos sordos a lo que está pasando: cambio climático, desigualdades en la población, entre otros temas. Yo apunto a que muchos proyectos de ciencia que tenemos hoy en día en el país no se queden en el cajón, sino que se lleven a cabo y se creen soluciones a través de los modelos de negocios dedicados a este tema.

Según el dicho, “Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires”. Sin embargo, dos ingenieros mendocinos y vos armaron un proyecto que fue premiado por la NASA. ¿Es posible investigar en el campop de la ciencia y la tecnología en cualquier parte del país?
—Cuando viene una pandemia, o una catástrofe, como es el proyecto que hicimos con el equipo, no se fija límites. Tengo un concepto que va más allá de la globalización, y es que somos todos del mundo. Cuando venga el cambio climático, nos va a tocar a todos. Estamos todos en la misma bolsa, estamos todos en el mismo barco y hay que salvarnos entre todos. Colaboramos o seguiremos cada uno por su lado y veremos las consecuencias. Las nuevas generaciones ya lo tenemos incorporado, entendemos que es algo que nos concierne a todos y va a ser inevitable. También es cierto que esa frase es muy común escucharla, pero hoy podés competir. Nosotros tenemos acceso a escuchar una charla TEDx con traducción automática, y es la misma charla en todos lados del mundo. Con la tecnología derribamos todos estos límites, geográficos y no geográficos.

Su idea de proveer información de inundaciones en tiempo real, con tecnología satelital, compitió con más de dos mil ideas de todo el mundo. ¿Las distancias y los tiempos fueron un obstáculo para lograr su objetivo?
—Específicamente con el proyecto de la NASA, y con ese equipo, sentí que éramos la prueba de todo. Ninguno era experto en el tema. Nunca en la vida me imaginé dedicarme a las inundaciones, no estudio eso, no tengo nada que ver con el ambiente. Tampoco teníamos el tiempo, porque era desarrollar la solución en 48 horas. No nos conocíamos con los del equipo, había algunos que no nos habíamos visto nunca y trabajábamos a distancia, incluso había un chico en Guatemala. Pienso que si uno espera tener los recursos, la mano de obra, el tiempo o el título para empezar a hacer algo, ese momento nunca llega. El momento lo tenés que crear vos.

En la Argentina, sólo el 25% del total de estudiantes de Ingeniería son mujeres. ¿Cómo fue abrirte paso por esta rama y en el mundo tecnológico?
—Primero, disfruto mucho de la integración social y no de la inclusión social. Cada uno aporta algo diferente y eso le da un plus al equipo o al proyecto. Traele cualquier problema a un buen equipo y te lo va a saber resolver. Un buen equipo debe tener diferentes roles porque si todos hacemos lo mismo, tenemos un sesgo en lo que tenemos que hacer. No solo con la mujer, la integración en general, tener diferentes puntos de vista es súper importante. Porque justamente estamos hablando de una globalización, el futuro de la tecnología es lo integral. Vamos a tener que pensar soluciones para múltiples esferas. El gen del equipo nace de la integración. También es cierto que las mujeres en la ciencia y la tecnología somos muy pocas, pero están los lugares. No es cuestión de nosotras hacernos lugar. Las nuevas generaciones entendemos esto y lo tenemos incorporado.