María Villagrán, 8 años
Hoy: Psicóloga
Mi vecina Alicia entró llorando a mi casa. Todavía hoy me resulta difícil sacar esa imagen de mi cabeza. Su único hijo, Sebastián, que tenía 17 años, había desaparecido. Fue una mañana de mayo del 77. Con mi familia vivíamos en Quilmes, a cuatro cuadras de la Parroquia Santa María Magdalena. Ni bien nos enteramos fuimos a rezar ahí, creímos que aparecería a las horas o, a lo sumo, esos días. Nunca volvió.
Alicia, madre soltera, murió en 2009. Estaba muy viejita, seguía siendo mi vecina, la veíamos muy poquito. No hablaba del tema, nunca supimos detalles de cómo había sido la desaparición de su Sebita, ella optaba por no contarlo. Nadie que la conociera se metía en eso, sabíamos que la destruía. Quedó sola en su casa grande, antigua. Alicia se consumió poco a poco, se apagó lentamente. La dictadura dejó muertos, desaparecidos y muertos vivientes. Desde el 8 de mayo de 1977, Alicia perteneció al último grupo.
Producción: Gastón Mouesca