Por Eugenia Arribas
“Nuestra misión es que el costo de la mentira sea elevado”, señala el periodista Juan José Domínguez, editor de Chequeado, el proyecto no partidario y sin fines de lucro de la Fundación La Voz Pública que se dedica a la verificación del discurso público. La manera en que la sociedad accede a la información cambió radicalmente en los últimos años y, en este contexto, surgieron los medios de fact checking, que se dedican exclusivamente a la verificación de hechos, sobre todo en Internet.
—El método de verificación del debate público de Chequeado consiste en ocho pasos y un sistema de calificaciones, ¿cómo llegaron a perfeccionarlo para que funcione?
—Al momento de crear Chequeado, se pensó también en un método que no sólo conduzca el trabajo por carriles firmes, sino que sirva para decir: “Nosotros trabajamos de esta manera porque acá está nuestro método”. Finalmente, se llegó a la creación del “Método Chequeado”, que consiste en seleccionar una frase del ámbito público, ponderar su relevancia, consultar a la fuente original, a la oficial y a las alternativas; ubicar en contexto, confirmar, relativizar o desmentir la afirmación, y calificarla. Todo tiene que ver con nuestra misión, que es desmitificar las fake news que circulan en redes sociales y verificar el discurso público de los líderes políticos, para ver si lo que dicen diariamente se ajusta o no a los datos. Categorizar el discurso público no es nada simpático, porque a nadie le gusta ponerle “Falso” o “Engañoso” a lo que dice el otro. Tener un método sólido facilita una explicación para lo que uno dice, y es un respaldo a la hora de presentar el trabajo.
—¿Cuán importante es el papel de los medios de fact checking en el combate de las fake news?
—La desinformación es mucho más viral que la verificación. La basura, la mentira que circula en las redes sociales, tiene muchas más chances de llegar a públicos masivos que la propia desmentida. Nuestro trabajo es importante porque esa refutación, aunque puede no tener los mismos niveles de viralidad que la mentira, también circula entre los usuarios de las redes sociales. Los medios de fact checking contribuyen a que la audiencia esté más advertida y tenga más afinada la lectura antes de compartir algo. Es un trabajo difícil, porque hay muchos motivos por los que se producen desinformaciones; a veces es accidental y otras con malicia, porque hay gente que deliberadamente difunde información falsa. No todo el mundo es así, y lo importante para nosotros es estar para las personas que no tienen ese deseo malintencionado, sino que lo hacen por descuido y si tuviesen alguna advertencia lo dejarían de hacer.
—¿Por qué creés que un medio se expondría a difundir una mentira si a la larga le restaría credibilidad?
—Porque son medios que tienen algún interés político y, en consecuencia, un esquema de amigos y enemigos. Al enemigo lo quieren destruir, y la forma de hacerlo es poniéndole en la boca afirmaciones que no son ciertas o vinculándolo con acciones falsas. Posiblemente existen medios de comunicación que se presentan a la sociedad como tales, pero en realidad están contaminados con muchos intereses políticos y no tienen ningún problema en alejarse del objetivo de informar con la verdad.
—La Ley 26.551 de los Delitos Contra el Honor establece penalidades económicas para quienes cometan difamaciones, calumnias o injurias. Sin embargo, no existe ninguna legislación para aquellos que compartan información falsa adrede. ¿Es es importante una ley que regule la información?
—Es muy difícil, porque sería un arma de doble filo. Hay un punto muy importante y sensible que puede llegar a verse afectado con una regulación de esas características, que es la libertad de expresión y prensa. No me parece que un ajuste por el lado de la ley sea una opción para combatir la desinformación, que es una cuestión cultural.
—Gracias al aporte de Chequeado se crearon otros medios a los que ustedes asisten como el Detector de mentiras en Colombia, El Sabueso Verificador en México, Chile Check de la CNN y Ojo Biónico en Perú, entre otros. ¿Por qué te parece que aumentó la tendencia de medios latinoamericanos a crear sus propios verificadores?
—La desinformación se viraliza con mucha velocidad, y los medios necesitan combatir de alguna manera lo que no es cierto, porque va en contra de sus propósitos y de su propia misión. Las redes sociales son muy potentes, hoy en día todo pasa por ahí y muchos interactúan en ellas cotidianamente. Es esencial estar presentes para decirles a esas mismas personas: “Esto que está acá no es verdad por estas razones”. Es importante que los medios se puedan encargar de esto, ya sea asociándose a medios de fact checking o abriendo divisiones propias de verificación de contenido dentro del mismo medio.
—El diccionario Oxford eligió al término “posverdad” -circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que las referencias a emociones y a creencias personales- como la palabra internacional del 2016, ¿por qué estos términos comenzaron a debatir en los últimos años si las noticias falsas existieron siempre?
—Los debates sobre la desinformación se volvieron mucho más trending en este último tiempo ya que el consumo de información es más variado, diverso y personal, y cada usuario puede elegir cómo, dónde y con quién informarse. La oferta y demanda de información está más horizontalizada que hace 20 años. En ese entonces, las conexiones de Internet todavía no eran masivas y el caudal de información que se encontraba en la web no era el que existe actualmente. La forma de acceder a la información era tradicional: prendiendo la televisión, escuchando la radio o comprando el diario de papel. Lo importante es que los usuarios afinen la mirada en los contenidos y sepan advertir cuando están frente a una información que no es verdadera. Tienen que tener una mirada más aguda de lo que consumen, porque la audiencia más crítica es la que le exigirá a los medios de comunicación ser más rigurosos y serios en lo que hacen.