Por Camila De León Belloc
Candelaria Buasso y Paulo Carrizo conforman el dúo musical que en 2017 atrapó a más de 10 millones de personas con su interpretación de “Barro tal vez”, el clásico de Luis Alberto Spinetta. En 2020 firmaron con el sello discográfico Decca Records, lo que los llevó a grabar su álbum debut en Los Ángeles junto al reconocido productor musical Larry Klein. El 17 de noviembre competirán en la categoría Mejor Nuevo Artista de los Latin Grammys, convirtiéndose así en los primeros sanjuaninos en llegar a las ternas de ese reconocimiento. “Ya era un montón estar en la lista de consideraciones, aunque si no nos nominaban iba a ser un bajón“, se sincera Buasso.
-En un país donde predomina el rock nacional y el folklore, ¿de dónde surge la idea de hacer jazz?
Paulo Carrizo: –Escuchamos jazz desde chicos con nuestras familias; después, cuando nos conocimos, era algo compartido. Pero cuando empezamos a tocar juntos no nos habíamos propuesto hacer jazz, más bien estábamos buscando un sonido más minimalista y no tan exagerado. Cuando nos relacionamos con la gente del sello discográfico Decca Records, catalogaron nuestra música como jazz, un jazz minimalista, que no hay mucho. Pero fue un poco involuntario, no estábamos pensando directamente en el jazz.
–¿Tienen interés en incursionar en otros géneros?
P..C: -Es que más que un género, queríamos intentar buscar un sonido más personal, una manera de decir las canciones. Por ahí es como un viaje de ida, porque cuando estás en esas búsquedas puede que no te escuche nadie o que te escuche todo el mundo. No lo sabés porque, al no estar dentro de un género específico, es difícil.
-Paulo contó en una entrevista que las canciones eligidas para el álbum debut fueron importantes y significativas para sus autores. ¿Por qué las eligieron?
P.C.: -En la pre producción teníamos treinta canciones de las que quedaron doce. Ahí nos empezamos a dar cuenta de que habían impactado en algún momento de nuestras vidas, eran canciones importantes para nosotros y también para los compositores. Y cuando empezamos a trabajar con Larry Klein, nuestro productor de Estados Unidos, él también empezó a encontrarse en esas canciones. Todos los temas son muy importantes y no tienen muchas versiones. “Barro tal vez” es una canción muy conocida. Siempre admiré muchísimo a Spinetta porque sabía que la había escrito cuando tenía 14 años y yo tenía 14 años en ese momento. Desde esa admiración hacia determinado músico intentamos hacer un tipo de homenaje, pero más que nada intentar traer la sustancia de la canción, no copiarla, sino inventar otra cosa a partir de la experiencia que tenemos y que pudimos compartir con Larry.
-¿Cómo describirían la experiencia de trabajar con Larry Klein?
Candelaria Buasso: -Fue una semana de puro aprendizaje en la que todo fue súper nuevo, como trabajar en un estudio de ese tamaño mano a mano con él. Un día empezamos a grabar una parte del contrabajo, él estaba en la cabina con la consola, en un momento se levanta y, despacito, abre la puerta de la cabina donde estaba yo, se acerca, hace una marca chiquitita en la partitura y me dice: “No, esto hacelo así”, y cambió una negra por una blanca. Esas cosas me encantan: muy de profesor, de profesor compañero y también muy de padre también.
P.B.: -Rara vez te encontrás con un tipo de ese tamaño, con esa experiencia. Él sabe lo que es, entonces es muy humano por cómo comparte todo. Fue muy generoso con nosotros, nos enseñó un montón de cosas y nos dio mucha confianza para trabajar. El ambiente era buenísimo, trabajábamos 12 horas en el estudio y se pasaban volando. Entrábamos a las 9 de la mañana y salíamos a las 9 de la noche.
–En la primera mitad del año hicieron una gira por Europa. ¿Es muy diferente la audiencia en comparación con la Argentina?
P.C.: -Es que tocar acá es como tocar en tu casa. Imaginate que vas a tocar a un lugar donde la gente no habla tu idioma, te bajás del escenario y te saludan unos rubios gigantes: son personas a las que uno no está acostumbrado a ver. En cambio, cerrás la gira en Buenos Aires y salís, estás a los abrazos con la gente… No digo que el público argentino sea más cálido, sino que es más participativo, quiere estar ahí, gritar cosas mientras tocás, pedirte un tema. Allá la gente es muy cariñosa, pero de otra manera.
-¿Cómo reaccionaron a la nominación en la categoría Nuevo Artista de los Latin Grammys?
C.B.: -Para nosotros ya era un montón estar en la lista de “for your consideration” para los miembros de la Academia, aunque si no nos nominaban iba a ser un bajón. Vi en vivo las nominaciones y cuando no aparecimos en Mejor Álbum de Jazz, me empecé a sentir mal y dejé de mirar. Pero me acordé que también estábamos por la categoría Nuevo Artista, así que volví a verlas y justo escuché “Cande y Paulo”. Casi me muero, me puse a gritar, mi perro no sabía qué pasaba. Intenté llamar a Paulo, pero estaba dando clase en la Universidad de San Juan, así que terminé hablando con nuestro manager. Fue una felicidad tremenda.
P.C.: -Yo estuve nervioso. Ese día me levanté a las 7, intenté dejar de pensar en eso y me fui a dar clases. Por un momento me olvidé, pero después vi el celular detonado sin entender qué había pasado, hasta que vi la foto de la nominación. No les iba a contar a mis alumnos, pero se dieron cuenta que algo pasaba, calculo que por la cara de felicidad y terror que debía tener. Me impactó mucho, nunca pensé que íbamos a llegar a una nominación. Después fui a mi casa a festejar y tuve videollamadas, notas, todo una cosa que hasta el momento no para.
–¿Qué expectativas tienen para la noche de gala? ¿Cómo se están preparando?
C.B.: -Creo que tenemos que ir en modo sociables para hablar con todos y hacer contactos, me encantaría conocer a todos. Vamos del 10 al 18 de noviembre, el día después de la gala, y tocaremos y haremos prensa allá. Va a ser como una exposición del proyecto hacia la industria musical.
P.C.: -Más allá de la noche de la premiación, alrededor hay muchas cosas. Creo que el reconocimiento del premio es también una excusa para que se junte toda la industria y se genere un momento para negociar, conocer gente, aprender cosas nuevas. Hay un montón de eventos en los que vamos a tocar antes. Uno, por ejemplo, es para la organización de Michael Fox para la lucha contra el Parkinson, en beneficio a los laboratorios de Latinoamérica. De todas formas, ya estar nominados es un gran logro, más allá de ganar o no. El premio en realidad termina siendo un reconocimiento para determinadas cosas, como el trabajo, la calidad, el sacrificio y la trayectoria; no es un concurso de talentos ni de quién canta mejor. Creo que la gente de la Academia sabe que eso no es real, sino que pasa por otro lado, así que estamos muy contentos y orgullos.