Por Maitena Luquet

Criado en Barracas, en su origen, Khaled Hallar tiene incorporado el gen libanés por parte de su abuela paterna y de su abuelo materno, de quien heredó también el nombre. Los dos llegaron a Argentina en 1930 y crearon el Centro Islámico, que hoy produce “El Cálamo”, programa que conduce Hallar, y en el que busca mostrar la realidad de la religión musulmana. Hallar se define como un amante de su rol como periodista, y compara a esa tarea con la de un médico, que no puede dejar de lado su rol en la sociedad. Ética, pasión, trabajo y honestidad son los valores que para él tiene que tener toda persona pero, sobre todo, un periodista. 

―En una entrevista para el Diario Libanés, comentaste que te costó conseguir trabajo a causa de tu nombre. ¿Tuviste alguna experiencia concreta en la que te hayas sentido incómodo por ser musulmán? 
―Siempre me llamé Khaled, acá o en China. Nunca me dio vergüenza mi nombre. Hay algunos periodistas que se lo cambian por un tema comercial o por vergüenza. Una vez tuve una situación con un conductor de religión judía. Yo salía en vivo muchas veces en una sección y, a pesar de que recién estaba estudiando, le rendía bastante al programa. Cuando terminó el móvil, le dije a la producción que merecía que me contrataran. La respuesta fue una serie de preguntas sobre si era musulmán y sobre mi religión, acotando que ahí eran todos judíos. Yo les dije que no tenía importancia la creencia personal y que, si así fuera, había más cosas que nos unían que las que nos separaban. 

―¿Notás cambios con respecto a estas situaciones en la actualidad? 
―Hace diez años todo era diferente, ahora hay otro respeto, como sucede con la mujer. Hoy, cualquier palabra que digas de más puede ser usada en tu contra. El prejuicio sigue pero la gente se cuida. Enhorabuena que las personas piensen más antes de dar algún veredicto. 

―“El Cálamo”, el programa que conducís en la TV Pública desde hace doce años, es el único en Latinoamérica que busca derribar mitos sobre los musulmanes, ¿cómo fue ideado? 
―El programa surge para aclarar noticias falsas y dar claridad en cosas que no tienen por qué saberse. Por ejemplo, que Jesús es profeta del Islam o que la mujer no usa el hiyab obligada sino que, si bien lo dice el Corán, ella elige hacerlo. Hablamos en primera persona como musulmanes, siendo lo más objetivos posible. Estoy en representación de la comunidad y eso es un gran privilegio, lo hago con mucho amor. La idea es mostrar cómo viven los musulmanes argentinos, cómo es la religión y nuestra cultura, pero siempre desde una óptica nacional, porque yo soy argentino: yo como milanesa con papas fritas al igual que vos. Está orientado más a los no musulmanes que a los que lo son. Si mide o no, no nos importa. Nos gusta que nos vaya bien, de hecho nos va muy bien, pero tratamos de dar un buen contenido. 

―Un informe de 2018 de la Casa Árabe española muestra que el 60% de los artículos periodísticos son islamofóbicos. En nuestro país este año se celebró por primera vez el Día Internacional de la Lucha contra la Islamofobia, ¿cómo influye el periodismo en la imagen negativa del Islam? 
―Desde que pasó lo de las Torres Gemelas, la sociedad piensa que si un musulmán entra con una mochila a un avión es un terrorista, cuando la religión es de paz. A mí no me representa un hombre que se llama como yo, es de mi religión y se inmola. Lo dice el Islam: “El que mate a una persona es como si matase a toda la humanidad”. El periodismo influye, hay una bajada de línea de atacar a los musulmanes. Siempre pongo este ejemplo: si Khaled entra a robar a un kiosco, en los medios sale “un musulmán entró a robar”, pero si es católico, no lo aclaran. Lo hacen para estigmatizar. Hay cosas armadas y mal hechas, como cuando alguien se inmola y sobrevive el pasaporte, que por lógica es lo primero que se quema, o cuando mostraban videos de musulmanes rezando antes de matar a alguien y miraban para diferentes direcciones, siendo que rezamos mirando siempre hacia la Meca. 

―¿Cómo podría solucionarse? 
―Por un lado, está el periodista que decide o no comunicar con la verdad. Por el otro, hay que saber leer entre líneas e invitar a la audiencia a que lo haga, reflexione y se informe. El trasfondo es político, el Islam está creciendo a nivel mundial y dentro de poco va a pasar al catolicismo. Hay muchos intereses detrás. 

―Ejerciste como corresponsal en el Mundial Qatar 2022 en nombre de América TV y A24, ¿cómo influyó este evento en la perspectiva social del Islam a nivel global? 
―A nosotros como musulmanes nos hizo muy bien que el mundial fuera en Qatar, porque la gente pudo conocer el Islam, se derribaron muchos mitos y se hizo difusión islámica. Por ejemplo, una vez que estaba en vivo en América, mi colega me preguntó: “Khaled, ¿qué se está escuchando?” Era el Llamado a la Oración, por lo que lo pude mostrar al aire. Todos los que viajaron amaron al país. Fue una experiencia única. Yo llegué el 22 de octubre, fui el primer periodista nacional en arribar, estuve 70 días. Los qataríes estaban enamorados de los argentinos por lo apasionados y carismáticos que somos. Donde vamos, nos hacemos notar. Hablé con muchos de ellos y todos me dicen que nos extrañan. Imaginate que Qatar es un país muy tranquilo, es uno de los países más chicos del mundo, con pocos habitantes, y en ese momento se triplicó la cantidad de personas. 

―Dado que es una cultura cercana a vos, pero no tanto a otros periodistas, ¿tuviste contacto con experiencias o comentarios de otros colegas?
―Hubo muchas críticas de periodistas antes del Mundial. A mí me pasaba con mis compañeros de América que las primeras preguntas eran sobre el alcohol, y con muchos argentinos que pensaban que no la iban a pasar bien sin emborracharse. Después se dieron cuenta de que, al contrario, la estaban pasando mucho mejor porque vivieron todo de manera consciente y lo disfrutaron más así. Después del mundial, muchos colegas me decían: “Khaled, pensé que me iba a encontrar con otro mundo y amo Qatar”.