Por Luciana Mina

El 1º de septiembre de 2022, cerca de las 21, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner llegaba a su casa en el barrio de Recoleta. La rodeaba una multitud que se había congregado para expresarle su apoyo mientras se desarrollaba el juicio oral por la Causa Vialidad. En ese momento, un hombre de 35 años sacó un arma y gatilló dos veces contra la cabeza de la ex mandataria. Las balas no salieron. La imagen de CFK a punto de ser asesinada recorrió el mundo. A un año del atentado que conmovió al país y despertó alarmas sobre la solidez del sistema democrático conquistado hace cuarenta años, Federico Paruolo, uno de los abogados defensores en la Causa Vialidad, analiza el estado de la situación procesal y sus implicancias políticas.

–El Tribunal Oral Federal Nº 2 de Primera Instancia condenó a Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión y la inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos. ¿En qué estado se encuentra la causa?

–En este momento está en la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, que es como una segunda instancia donde se revisa la sentencia del tribunal oral, a la espera de que resuelva el recurso interpuesto. Eventualmente, puede haber una audiencia oral, eso lo define la Sala. En caso de que Casación revoque el fallo, los fiscales podrían apelar. En caso contrario, apelaremos desde la defensa. Después de esta etapa, se abriría la instancia ante la Corte Suprema.

–¿Qué expectativas tienen sobre la definición de la Sala IV en relación con la revisión de la sentencia que condenó a la vicepresidenta?

–No tenemos ninguna expectativa favorable porque la Sala está integrada por jueces afines al PRO. Tampoco tenemos perspectivas en la Corte. Esperamos que haya alguna posibilidad de revisión en el sistema internacional, en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, porque en la instancia nacional está todo agotado.

–En caso de que la Corte confirme el fallo que dispuso los seis años de prisión, ¿Cristina podría ir presa?

–Técnicamente, por una cuestión de edad, podría aplicarse la prisión domiciliaria, pero es prisión al fin.

–La misma semana en que la vicepresidenta exponía sus alegatos en el juicio, ocurrió el atentado en el que Fernando Sabag Montiel le gatilló en la cabeza. ¿Qué vinculación tiene este hecho con el proceso que se estaba llevando a cabo en la Justicia?

–El atentado fue una conjunción de varias cosas. Por un lado, fue producto del discurso de odio que se venía instalando, y por otro, según lo conversado con los colegas que patrocinan en la querella, detrás del hecho hubo una organización de sectores políticos –que la Justicia se niega a investigar– para generar temor y la desvinculación de Cristina con la gente.

–Algunos de los imputados tienen filiación libertaria o alguna vinculación con el ala dura del PRO. ¿Con cuál de ellos estaría vinculada la organización detrás del atentado?

–La Libertad Avanza no tiene una estructura orgánica o partidaria como la que estamos acostumbrados a entender en términos de organización. Sí me parece que la estructura fue aportada por estos sectores que estás diciendo, que encontraron en personas partidarias de La Libertad Avanza o de Javier Milei a sujetos susceptibles de ser convencidos o fáciles de manejar para llevar a cabo acciones para agitar la mecha y que estalle.

–¿Podría haber servicios de inteligencia involucrados en el armado del atentado?

–Es una realidad que los servicios de inteligencia tienen entradas en un montón de organizaciones y que realizan actividades a través de terceros que no pueden hacer de forma directa, eso lo sabemos y ocurre hace largo tiempo. Pero si hay una vinculación directa en este caso, no hay forma de saberlo. Sin embargo, tiendo a pensar que no hay personal que efectivamente esté trabajando en una agencia de inteligencia estatal vinculado al caso. Creo más en la participación de Patricia Bullrich y demás, por lo menos, para influenciar a las personas.

–¿Cómo se podrían desentramar estas prácticas para que haya una democracia más efectiva?

–Es complejo, porque justo los cuarenta años de democracia llegaron a la par de una crisis global, y con una deuda en términos de derechos sociales y económicos. Además, hay un montón de sectores erosionando el sistema. Estamos en un momento bastante difícil, hay sectores de la sociedad descreídos de la democracia porque entienden que no les ha resuelto algunos problemas y no hemos tenido la capacidad de formarlos para que se entienda cuáles son los beneficios del sistema, más allá de las faltas. Hoy tenemos una democracia débil.

–Al buscar otros ejemplos de atentados como el que sufrió Cristina, cuesta realizar paralelismos. ¿Por qué sucedió con ella?

–Cristina expresa cierto clamor popular que no pudieron romper con las causas judiciales que armaron contra ella. Para algunos sectores, no haber podido quebrar la vinculación de Cristina con las bases propias generó un gran malestar. Creo que es una cuestión personal contra ella. Si en vez de Cristina hubiese sido Nestor Kirchner, no hubiera pasado. Otro factor es su condición de mujer. Es contra ella por quién es, lo que representa y porque es mujer. Estamos en una ola reaccionaria contra el feminismo. Entonces, encontraron en Cristina, la tenga o no la tenga, una síntesis de esa representación.