Por Sofía del Gesso, Fiorella Pontoriero, Sebastián Sasson y Juan Pablo Moriamez

El Departamento de Justicia estadounidense dio a conocer ayer que el integrante iraní de la Guardia Revolucionaria de Islámica, Farhad Shakeri, habría sido instruido para vigilar y asesinar al presidente electo Donald Trump. Según la denuncia penal radicada en el Distrito Sur de la ciudad de Nueva York, la misión habría comenzado en septiembre, en plena campaña electoral. 

En un comunicado, el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, explicó que el régimen iraní encargó al acusado “dirigir una red de socios criminales para impulsar tramas de asesinato de Irán contra sus objetivos, incluyendo el presidente electo Donald Trump“. “Hay pocos actores en el mundo que supongan una amenaza tan grave para la seguridad nacional de Estados Unidos como Irán”, afirmó el fiscal, y añadió: “No toleraremos los intentos del régimen iraní de poner en peligro al pueblo estadounidense”.

Además, Christopher Wray, director del FBI, declaró: “El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica –una organización designada como terrorista extranjera– ha estado conspirando con criminales y sicarios para atacar y eliminar a estadounidenses en suelo estadounidense, y eso no será tolerado. Gracias al arduo trabajo del FBI, sus mortales planes fueron frustrados”.

Por otro lado, el periodista argentino Ronen Suarc, residente de Estados Unidos, expresó respecto de la repercusión de esta noticia en la ciudadanía estadounidense: “Si bien se le dio relevancia en los medios de comunicación nacionales por el intento de asesinato a Trump durante la campaña electoral, no fue un tema central ya que quedó opacado por su triunfo en las elecciones presidenciales“.

El 13 de julio de este mismo año, Trump ya había sufrido un atentado durante un acto en Pensilvania en el que fue herido por una bala en la parte superior de su oreja derecha. El tirador fue identificado como Thomas Matthew Crooks, quien disparó desde una altura elevada con un fusil semiautomático AR-15 y fue abatido rápidamente por un integrante del equipo de Servicio Secreto.

Por su parte, el portavoz del Ministerio de Exteriores de Irán, Esmail Baghaei, tachó de “completamente infundado” y rechazó en un comunicado el papel de su país en un intento de asesinato contra antiguos o actuales funcionarios estadounidenses, luego de que Estados Unidos acusase a un hombre vinculado a la Guardia Revolucionaria Islámica de tramar un plan para asesinar al entonces candidato republicano. El acusado, Farhad Shakeri, emigró a los Estados Unidos cuando era niño, aunque su suerte en suelo estadounidense no fue la que suponía debido a su extenso historial delictivo: fue deportado en 2008 luego de cumplir 14 años de prisión por robo. Además, en 2019 fue detenido en Sri Lanka, nación insular al sur de la India, por poseer grandes cantidades de heroína, entre otras actividades delictivas como brindar apoyo material a una organización terrorista extranjera.

Edición: Ornella Mainetti, Francisco Declich y Mora Zaballa