Por Sofía Castagnino

Mientras la danza de encuestas empieza a desplegarse ante la mirada de una ciudadanía que por ahora sólo conoce candidatos pero pocas propuestas, el análisis político es lo que puede echar un poco de luz. “Empieza a clarificarse que se diluyó la ancha avenida del medio y que quedó la polaridad entre dos proyectos de país muy diferentes. El macrismo va a hacer campaña con la grieta y la denuncia, y el Frente de Todos pondrá mucho énfasis en lo económico, en un proyecto de país más productivo. Se viene una campaña muy cruel que va a tender a una polarización cada vez mayor”, pronostica Luis Alberto Quevedo, sociólogo, director de FLACSO Argentina y ex asesor de Daniel Filmus.

De aquí a las PASO y a las elecciones generales de octubre, Quevedo avizora un “año electoral feo”, con fake news, acusaciones entrecruzadas y “mucha deshonestidad en el medio“. “Esto daña al sistema democrático porque parte de la sociedad empieza a recibir el discurso de que todos los políticos son iguales: malos y horribles”.

Las chances de los candidatos

Sigue siendo muy incierto quién va a ganar”, sostiene Quevedo, en línea con todos los encuestadores. Sin embargo, señala fortalezas y flaquezas: “Ni Alberto Fernández ni Miguel Ángel Pichetto suman votos, pero si Cristina hubiese sido candidata a presidenta, Massa nunca se hubiera sumado al Frente de Todos. Ella abrió esa ventana diciendo ‘no tienen que acordar conmigo sino con Alberto’, y eso es un éxito político. En cambio, Pichetto es lo que denostó el macrismo: la política de roscas. Creo que fue una última estrategia el poner a alguien del peronismo para sumar algún voto, pero no es una novedad política”.

Luis Alberto Quevedo, director de FLACSO.

Para el sociólogo, la tercera opción aparece ahora como una ilusión de un sector de ciudadanía que no quiere quedar presa de la grieta, muy minoritario e incluso difícil de anclar territorial y socialmente: “Cuando se radicalice más la campaña, cada vez más votantes de ese sector van a preferir a una de las otras dos opciones. Votar a Roberto Lavagna quedará como algo testimonial, igual que votar a Nicolás del Caño”.

Hacia las urnas

Una sociedad fragmentada, jóvenes con otras agendas que no son políticas (como los derechos por la salud reproductiva), las transformaciones culturales, el medioambiente y el control estatal sobre los alimentos son parte de las causas que Quevedo ve en la incertidumbre electoral. “La sociedad está desorientada gracias a la decadencia de los partidos políticos”, define.

A la vez, considera que este escenario marca un cambio profundo en la relación candidato-votante, ya que ahora el ciudadano le da más importancia a la confianza que inspire el postulante que a su plataforma política. Por eso, dice, Amalia Granata hizo campaña con un solo tema y los que la votaron sabían eso. “Los programas partidarios se devaluaron y el ciudadano no demanda eso. Para elegir, se rige por los odios, las broncas, los recelos, el deseo de cambio o de continuidad. En Santa Fe hubo un deseo de cambio, pero en Río Negro, Chubut, Mendoza y Tucumán se votaron continuidades. El ciudadano se guía ahora por esas cuestiones más binarias”, concluye.