Por Delfina Giulietti
“Hago esto, principalmente, para poder sustentar el día a día, pero, también para sacarme un poco el aburrimiento, por estar tanto tiempo en casa sin hacer nada, ya estaba caminando por las paredes”, dice Luis Rosa, un emprendedor del área gastronómica que ahora es fletero.
Hasta la llegada de la cuarentena, Rosa usaba su transporte para trasladar insumos para fiestas y eventos sociales, algo de lo que ya pocos se acuerdan. Ahora, su camioneta Kangoo lleva otra carga: “Momentáneamente, hasta que recobre mi trabajo, me la estoy rebuscando como puedo, haciendo fletes y remises”, se lamenta. Su hija colaboró promocionando el servicio en Twitter y él lo hizo con todos sus contactos de Whatsapp. Aun así, la demanda es esporádica, sin continuidad y funciona más que nada con el boca en boca.
Rosa tiene permiso para circular y cumple con las medidas básicas de protección, utilizando barbijo y un alcohol en gel que siempre lleva en el auto. “Ya transporté lavarropas, cocinas, cerámica, y hasta fui a buscar barro y la puerta para una persona que estaba haciendo un horno”, cuenta este trabajador que pudo adaptarse para enfrentar las dificultades que trajo la pandemia.