Por F. Bertolino @_FLORBERTOLINO y L. Pavón @LUZPAVON

La décimocuarta sesión del Juicio a las Juntas tuvo como principal testimonio el de Carlos Alberto Hours, ex oficial de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Con su declaración, el Tribunal alcanzó la temperatura más alta del día, ya que suscitó varias intervenciones por parte de un sector de los abogados defensores.

A las 17.40 Hours comenzó a prestar testimonio. En ese momento, la sala pareció sacudirse de la modorra en que algunas veces suele caer como consecuencia de la reiteración de sucesos de parecido corte o que están entrelazados. El relato del policía provocó reacciones emotivas de un público que siguió atentamente la macabra exposición, y estuvo centrado en el accionar de la policía y su relación con las otras fuerzas, así como en la presencia de Hours en el asesinato del periodista Edgardo Sajón, ex jefe de prensa de la Presidencia durante el mandato del teniente general Alejandro Agustín Lanusse. En el momento de su secuestro, en abril de 1977, Sajón era gerente técnico del diario La Opinión.

“Vestido con pantalón y camisa, fue amarrado con sogas de colgar cortinas sobre la mesa de billar mojada y uno de los terminales de un cable eléctrico fue atado al dedo meñique de uno de sus pies y el otro introducido en su boca”, relató Hours y aseguró que presenció la muerte del periodista “como escarmiento por haber denunciado secuestros”. El ex oficial aseguró que fue apartado de la Policía por la repugnancia que expresaba ante los procedimientos empleados por esta fuerza, y también manifestó que pidió a sus superiores no participar de actividades relacionadas con el secuestro de personas. Ante una primera solicitud, fue trasladado a la Secretaría de Informaciones del Estado, pero allí, según afirmó el testigo, “la tarea sucia era similar”.

El ex policía Carlos Hours, declarando ante el Tribunal Penal Federal. (Foto: Memoria Abierta)

En medio de constantes murmullos y muestras de asombro en la sala, el ex policía pudo dar, con mucha precisión y sin dudar, nombres, fechas y lugares. Durante su declaración, que duró más de una hora, Hours también ofreció detalles sobre otros casos como el del adolescente Ungaro, uno de los desaparecidos en “La Noche de los Lápices” y aseguró haber visto con vida en El Vesubio al escritor Haroldo ContiTambién relató cómo el comisario Miguel Etchecolatz mató a un oficial por haber participado en un informe del caso Graiver. Todos los dichos de Hours fueron contundentes, con una voz sin mayores altibajos, frases cortantes dichas con frialdad aún en el relato del suceso más escalofriante. Este testimonio sirvió para completar uno de los objetivos del Tribunal: implicar a la Fuerza Aérea en el proceso delictivo que acompañó la represión.

También declararon durante esta jornada otros testigos que dieron detalles sobre otras desapariciones y homicidios: Víctor Alberto Carminati, Daniel Nemesio y Estela Díaz, Elsa Paredo de Racero y Héctor Eduardo Ciochini.

 

EL SECUESTRO DE SAJÓN

En la mañana del primer día de abril de 1977, Edgardo Sajón fue secuestrado cuando cumplía el trayecto desde su domicilio, en la localidad de San Isidro hasta Capital. Su automóvil -un Renault 12 Break, color blanco, chapa patente C 725.183- habría sido interceptado a la altura de Plaza Francia, en el barrio porteño de Retiro.

A las 23 de ese mismo día, los familiares el periodista radicaron la denuncia en la comisaría primera de San Isidro, donde quedó asentada en actas. El ex Presidente Lanusse desplegó una vasta red de gestiones en los días posteriores a la desaparición de Sajón. Así fue como el 3 de abril se entrevistó con el teniente Jorge Rafael Videla, quien calificó al episodio como “un misterio”.

María Pía Lucchi de Sajón, esposa del desaparecido, presentó ante el Juzgado Federal N° 4 un recurso de habeas corpus, en el que solicitaba información oficial a los organismos de seguridad. En una presentación judicial, efectuada en agosto de 1984, Lanusse consignó que cinco días después de la desaparición de Sajón recibió la información de que se encontraba en poder de la Policía bonaerense, que comandaba el entonces coronel Ramón Camps.