Por Andrés Zapoc y Constanza Almirón
“Prendemos luces y no sabemos lo que vamos a ver. Y dentro de lo que nos dicen que vamos a ver, te encontrás con 10 millones de sorpresas, cosas que jamás te imaginarías ver. Tenés auxilios de donde volvés feliz de haber ido, y hay otros donde desearías no haber pisado nunca. Eso, a la larga o a la corta, te va pesando en la espalda”, dice Guillermo Giménez, chofer y enfermero del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME), el servicio estatal que garantiza atención inmediata a aquellos pacientes que tienen urgencias-emergencia o requieren de traslados.
En la ciudad de Buenos Aires la línea 107 es la encargada de brindar apoyo, información adecuada y respuestas a través de un call center, que cuenta con un equipo central especializado. Si una persona tiene síntomas compatibles con el coronavirus, los epidemiólogos activan los protocolos sanitarios correspondientes.
El SAME estuvo presente desde el primer día en que se declaró la pandemia en el país, asistiendo a los diferentes hospitales de la Ciudad de Buenos Aires mientras realizaba sus tareas habituales como servicio de emergencia. Los sistemas de salud fueron adaptando su forma de trabajo y planificación de acuerdo a la cantidad de casos que recibían. “Con los meses de pandemia fueron modificándose los pabellones, en el caso del Hospital Fernández, en la segunda ola de coronavirus abrieron seis salas más de terapia intensiva para pacientes positivos. También cambiaron las formas de atención, un ejemplo es el shockroom, que se utiliza actualmente como una sala de cuidados intensivos covid-19 para estabilizar a los pacientes”, explica Giménez.
Uno de los temas recurrentes desde el comienzo de la pandemia fue la necesidad de preparar y fortalecer el sistema sanitario para soportar el aumento de pacientes. En el caso del SAME, Giménez señala que nunca dejó de reforzarse: “Utilizó esos meses de baja en los casos para ampliar y mantener las unidades, se vacunó a todo el personal: médicos, choferes, enfermeros; eso hizo que las personas que estaban de licencia por enfermedades preexistentes, al recibir las dos dosis de la vacuna puedan volver a trabajar y con ello se incrementó el personal. Todos los que formamos parte del SAME tenemos la camiseta puesta por la sociedad y la gente en la calle nos demuestra todos los días lo importante que somos para ellos y la verdad que es una sensación hermosa”.
Frente a la suba de contagios, en mayo de 2021 el Gobierno Nacional decidió restringir actividades y limitar los horarios de circulación para bajar el número de casos diarios y evitar el colapso del sistema de salud. Las médicas clínicas Roxana Caricato y Laura Suárez, que actualmente trabajan en la guardia del Hospital Dr. Juan A. Fernández, advierten que hay un cambio “terrible” entre la primera ola de contagios y la segunda, y alertan que “si la gente no se queda quieta, esto no va a terminar más, es un túnel sin fin”. Giménez llega a la misma conclusión sobre el efecto de las restricciones. Para él, “la gente no se calmó”.
En el corazón de la urgencia
El esquema sanitario del Hospital Fernández está pensado para que, en caso de que colapse el sistema sanitario, los demás hospitales públicos de la Ciudad reciban a pacientes en sus guardias. Esta mecánica está basada en la situación de crisis pandémica, es decir que en la guardia del hospital sólo entran pacientes con Covid-19, politraumatismos graves y casos neuroquirúrgicos graves: “Hay gente que se queda afuera de la asistencia por la situación que estamos atravesando, hay semanas que no puede entrar más gente a la guardia porque no hay lugar, pero todo es por los cambios constantes que presenta la pandemia”, explica Roxana Caricato.
Por su parte, Laura Suárez, médica clínica que trabaja en la guardia del Fernández y también atiende por PAMI en el municipio de Merlo, advierte que en la Provincia de Buenos Aires “todos los contactos estrechos son considerados positivos y, en realidad, no se tiene una noción de quién es realmente positivo y negativo. También la cantidad de hisopados que realizan los municipios es menor”.
Argentina aún no entró en la estación más fría del año, lo cual indica que la situación sanitaria podría empeorar. “Estamos con números muy altos de contagios y de camas disponibles, no quiero imaginar qué será de nosotros en julio, agosto, con el invierno presente y las temperaturas bajas”, dice la doctora Suárez. También remarca que antes de la pandemia, en invierno, había muchas personas con problemas respiratorios como la neumonía. “Ahora tenemos que sumarle los pacientes con covid, lo cual significa que va a ser una situación muy crítica en los hospitales”.