Por Daniela Salinas

En la penúltima jornada de audiencias orales del juicio a las Juntas Militares que gobernaron de facto el país entre 1976 y 1983, diez testigos declararon sobre el caso del Hospital Posadas, ubicado en El Palomar, provincia de Buenos Aires.

Según los testimonios ofrecidos esta tarde ante la Cámara Penal federal, el 28 de marzo de 1976 el hospital fue intervenido y comenzaron una serie de secuestros y desapariciones de médicos, enfermeras y otros empleados. Además, los testigos coincidieron en que un centro clandestino de detención habría funcionado en una casa anexa al hospital. Los coroneles médicos retirados Agattino Di Benedetto y Julio Ricardo Estévez fueron señalados como los responsables del funcionamiento del centro a partir de las denuncias recopiladas por la CONADEP.

El primer testigo del día fue Adrián César Cuello que declaró sobre el secuestro de su madre, María Teresa García Cuello miembro del Departamento de Esterilización del hospital- el 26 de noviembre de 1976. Según el testigo, los secuestradores, que formaban parte del personal militar del centro médico, entraron en su casa y, luego de un interrogatorio, se llevaron a su madre, quien continúa desaparecida.

“El chalet”, una casa anexa al hospital, habría funcionado como centro clandestino de detención.

El doctor Carlos Juan Apezteguía, coordinador de terapia intensiva del hospital, dio más detalles de cómo funcionó la persecución a los empleados del hospital. Privado de su libertad el 28 de marzo de 1976 y liberado el 2 de abril, fue trasladado desde el hospital a la Superintendencia de Seguridad Federal después de que personal uniformado del ejército formara en fila a los profesionales y apartara a cuatro de ellos.

“Nos llevaron en patrulleros, cuando llegamos se hizo un simulacro de fusilamiento”, relató Apeztequía. Cuando los jueces le preguntaron quiénes fueron los detenidos junto a él, recordó al director asistente del hospital, Enrique Malamud, y a los médicos clínicos Juan Manuel Nava y Camilo Campos. Una vez en las celdas de la Superintendencia de Seguridad Federal, también pudo ver a su propia esposa, Ana Mulman, y a otro directivo del hospital, el doctor Rodríguez Otero.

Apezteguía señaló al director del hospital Posadas desde julio de 1976 a marzo de 1977, Julio Ricardo Estévez, como uno de los responsables de los secuestros y las torturas que se perpetuaban en el centro. Tras su liberación, el testigo tuvo conocimiento de que Estévez mantenía contactos con la Base Aérea de El Palomar. “La finca que utilizaba el director fue utilizada luego por un grupo de personadas conocido como SWAT”, explicó. Este grupo de civiles armados, que dependía de Estévez, habría sido el encargado de hacer funcionar el centro en el fondo del hospital.

En el cierre de su declaración, Apezteguía contó que, tiempo después de ser liberado decidió dejar el país y que al regresar, en 1983, se reincorporó al Hospital Posadas, donde formó parte de una comisión de derechos humanos. “En total, hubo ocho desapariciones de personas vinculadas con el hospital”, dijo.

Por su parte, Ana Drak, empleada administrativa, relató que el 28 marzo de 1976 una comisión militar ingresó al hospital y secuestró a varios profesionales. “Es mejor liquidar a la gente de un tiro y no de a poco, como hacen ustedes acá”, recordó que le dijo un oficial ese día, cuando Drak pidió que quitaran unas armas que habían depositado sobre su escritorio porque le daban miedo. Un mes después, la empleada aseguró que Estévez asumió la dirección del hospital y luego apareció un grupo de civiles “armados que tenían actitudes verdaderamente temibles e intimidatorias contra el personal”, haciendo alusión al grupo Swat” que nombraron los testigos anteriores.

El último testimonio de la tarde fue el del médico Carlos Bevilacqua, quien también pasó cuatro días detenido. Contó que al reincorporarse a sus funciones en el hospital: “Empezó lo peor porque empiezo a vivir el clima de terrorismo que había en el hospital”. Y agregó: “Había un grupo vestido de civil, armado, que se lanzaban impunemente por todos los sectores, incluyendo áreas restringidas e incluyendo habitaciones de los médicos. Irse no era fácil. Para el coronel Estévez, el director, quien renunciara pasaba a ser sospechoso“.

El caso del Hospital Posadas, seguirá tratándose en la audiencia de mañana, que será la última de recepción de testimonios orales.