Por A. TELLERÍA, E. LOMLOMDJIAN, J. CANNELLA, K. SEGOVIA, M. MORAS, T. GREGO

Amores no correspondidos, acercamientos por conveniencia, la vida amorosa de Jorge Luis Borges tuvo todos los ingredientes de un folletín. Pero fue su madre, Leonor Acevedo, la figura femenina que lo marcó definitivamente.

“Borges, en realidad, tenía lo que se llama un matrimonio con la madre”, dice Alejandro Vaccaro, biógrafo del escritor. “Vivieron siempre en la misma casa, bajo la misma economía. La madre le compraba la ropa, iban juntos a comer, al cine. O sea, lo que hace uno con su esposa”.

Borges tenía una hermana que se casó e hizo su vida. Si bien tenía una buena relación con la familia, nunca fue dependiente. No es el caso del escritor. Vaccaro asegura que Borges “hacía lo que la madre decía”. En el plano amoroso, el autor de “Ficciones” tenía un gran tabú: su propio cuerpo. Odiaba los espejos y alguna vez se describió a sí mismo como una persona de piel negra, esqueleto negro, encías negras, sangre negra y carne negra, para referirse a su cuerpo desnudo.

A diferencia de su amigo Adolfo Bioy Casares, Borges no era apuesto y sabía que las mujeres no se acercaban a él por su físico sino por su inteligencia y esto lo mortificaba. Se enamoró muchas veces, pero fueron siempre amores no correspondidos, aunque eso no tuvo gran influencia en su obra. “Yo no creo que una mujer lo haya inspirado a más de uno o dos poemas”, afirma Vaccaro.

Bioy decía que la vida sentimental de Borges era una “cadena de mujeres”, pero no se refería a la conducta de Borges. No lo describía como un seductor sino más bien como a un hombre desdichado en el plano amoroso. Bioy reveló un listado con los nombres de las mujeres que pasaron por la vida del escritor. Allí aparecen las dos más importantes: Estela Canto, un gran amor, y María Kodama, que sería su compañera en los últimos años.

Con la periodista Estela Canto se conocieron en una de las tantas reuniones organizadas por Silvina Ocampo y Bioy Casares en 1944. Tras varios encuentros, Borges se deslumbró con aquella joven morena y delgada, que en un principio no llamó su atención pero que luego lo enamoró perdidamente. Aquí fue donde el asco a sí mismo y su madre jugaron en contra. Acevedo odiaba a Canto profundamente. La periodista escribe en sus memorias que su punto final fue: “O nos acostamos, o no vuelvo a verte”. A lo que él respondió: “Entonces ¿no me tenés asco?”.

Los matrimonios  

El escritor se casó dos veces, pero nunca enamorado. La primera vez tomó la decisión por consejo de su madre y se casó con Elsa Astete Millán, en 1967. La segunda vez fue en 1986, cuando aún no existía el divorcio en la Argentina y se unió legalmente vía Paraguay a María Kodama, que lo acompañó en sus últimos días y es actualmente guardiana de sus obras.

Borges conoció a Astete Millán en los años veinte, cuando el escritor nicaragüense Pedro Henríquez Ureña lo invitó a la casa de la que era pensionista y donde también vivía Elsa con sus siete hermanas. En ese momento el escritor se enamoró, como cualquiera se enamora de una mujer bella. No obstante en ese momento la relación no funcionó, ya que cuando Borges quiso declararse le informaron que ella se había casado.

El matrimonio no llegaría hasta 1967, luego de que Astete enviudara, y Leonor Acevedo, madre de Borges, decidiera organizarle un matrimonio al escritor, quien decidió mantenerse al margen de la organización de la boda y sólo pidió que la casa donde iban a vivir tuviera habitaciones separadas.

“Ya el día del casamiento civil, cuando fueron a celebrar al departamento de avenida Belgrano, Borges le dijo a Elsa. “¿Vamos a visitar a mi mamá?’. Entonces fueron. Cuando quisieron volver se encontraron con manifestaciones en la calle y la madre sugirió que durmieran en su casa. Elsa y Borges discutieron. Ella se fue a dormir a su casa y Borges durmió en su habitación de soltero”, cuenta Vaccaro.

Además de este primer altercado, los gustos de Borges y Astete eran distintos. “Con Elsa no tenían ningún punto de coincidencia. No podían estar juntos. Fue un armado de la madre”, explica Vaccaro. Luego de tres años de matrimonio, la relación terminó cuando Borges abandonó el hogar sin avisarle a nadie y viajó a Córdoba con su amigo Fernández Ordóñez.

Su última compañera 

Su segundo matrimonio fue con María Kodama, a quien conoció mientras dictaba clases de literatura inglesa y norteamericana en la Facultad de Filosofía y Letras. La joven, de descendencia japonesa y licenciada en literatura, empezó a colaborar en distintos trabajos con Borges. Primero, la relación era de compañeros de trabajo, pero después de la muerte de la madre de Borges, la relación cambió y se afianzó como una amistad.

Vaccaro dice que esta relación era “una dependencia”. “Borges tenía entusiasmo con ella, pero no estaba enamorado. Es difícil saber esto, pero en todas las dedicatorias que le hizo, en todas se trasluce agradecimiento, pero no amor. En su último testamento escribió: ‘Le heredo a mi buena amiga Kodama los derechos de autor’. Incluso ella, ante las preguntas sobre las dedicatorias de Borges, respondió siempre que “la amistad es una forma de amor”.

ALEJANDRO TELLERÍA, EMILIANO LOMLOMDJIAN, J