Por María Florencia Quarenta, Marisol Toufenedjian, Aldana Gola, Julieta Marino, Candela Berberian
“Muy pocas veces tuve la suerte de poder encontrar ropa de mi talle que me guste. Las pocas veces que pasó, tuve que gastar una fortuna. Y nunca es entrar al local y listo. Paso horas y hasta semanas buscando. Ya sé que no me voy a poner lo que quiero, sino lo que tenga o consiga”, explica Brenda Mato, modelo de talla grande y activista.
El paso de las medidas tradicionales 90-60-90 hacia la aceptación de la diversidad de cuerpos se viene dando de forma muy gradual. Es por eso que el caso de Brenda no es aislado. La falta de talles tampoco es una problemática que afecte sólo a las mujeres. “Es típico ver que una prenda que supuestamente es de tu talle no te queda. Y es mucho más fuerte mirarte en el espejo y ver que te queda mal. Sentís que esa prenda está hecha para alguien más que no sos vos”, remarca Beltrán Horisberger, que también es modelo plus size y activista.
Según los resultados de la última encuesta hecha por Anybody Argentina, una ONG que promueve una ley de talles nacional, casi el 70 por ciento de las personas tienen dificultades para encontrar ropa en su talle. Actualmente, en cuanto a numeración, existe el “talle único” o una curva de 4 a 5 talles en prendas superiores, 5 o 6 en pantalones para mujeres y 6 u 8 para hombres, dependiendo de cada marca y al público al que se dirigen. Sin embargo, las medidas están basadas en las normas IRAM, provenientes de Europa y de varios años atrás.
Hasta el momento, en la Argentina no existe una ley nacional de talles. Sólo algunas provincias y jurisdicciones tienen normativas sancionadas que regulan el mercado textil. En octubre de 2018 se trató un proyecto de ley de talles para unificar los criterios de confección de indumentaria según las medidas antropomórficas de la Argentina. Fue en esa ocasión cuando el director de la Cámara Argentina de la Indumentaria (CAI), Cristian Urbinati, relativizó la problemática: “Quiero desmitificar que la industria no quiera hacer algún talle o que nos negamos por una cuestión de imagen. No crean que la imagen visual va a ser más fuerte que la necesidad de rentabilidad”. Además, expresó que “hay talles que se venden más y talles que se venden menos, y se hacen más de los que venden más”.
Un estudio para conocer los cuerpos de los argentinos
El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) realiza el primer estudio antropométrico del país. Sandra Jung, de la Unidad Técnica Desarrollo Sectorial del Centro INTI-Textiles, explica: “Los estudios antropométricos en sí permiten conocer el cuerpo. Todas aquellas ramas de la industria en donde necesites las medidas corporales pueden ser beneficiadas”.
El estudio se realiza a través de un escáner corporal que consta de 16 cámaras infrarrojas que toman imágenes en 3D de los voluntarios, cuyas medidas pasan luego a un archivo Excel para eventualmente ser importadas a un software estadístico. La medición se hace desde las muñecas, por debajo del cuello y hasta los tobillos, dejando afuera las manos, la cabeza y los pies. Los resultados serán la base para la ley nacional de talles que obtuvo media sanción por unanimidad en el Senado en marzo pasado.
El escáner fue adquirido a mediados de 2014 por el INTI junto con el ex Ministerio de Industria –degradado hoy a Secretaría– por un valor aproximado de 35.000 dólares. Fue Jung la encargada de comprar el equipo. “La compra fue rápida, hicimos todo bien, y después cambió la gestión; es decir, tenés que convencer de que el proyecto es útil otra vez”, remarca.
El análisis ya se hizo en Mendoza, Santiago del Estero, Corrientes, Chaco, Mar del Plata y Córdoba, y en breve cubrirán Tucumán, Salta y Jujuy. Según Jung, no se hace por provincia sino por regiones. Las sedes regionales del INTI ayudan a conseguir los lugares para el estudio y la difusión del mismo. El INTI necesita relevar un poco más de 12.000 muestras y preveían terminarlo este año, pero el proceso está muy demorado.
Qué pasa en el resto del mundo
Según Jung, ningún país tiene ley de talles. “Afuera no necesitan una norma nacional porque los estudios antropométricos los hacen consultoras o empresas privadas que después venden los datos a quienes confeccionan las prendas”, explica.
La especialista sostiene que países como México ya tienen el estudio realizado y que otros como Estados Unidos y Canadá, que lo hacen en forma conjunta, lo están terminando. “Ellos disponen de seis escáners, cada uno de los cuales vale cinco veces más que el nuestro. Antes usaban la misma marca que nosotros pero ya se actualizaron. Así recorren todo el territorio y lo están haciendo mucho más rápido”, dice.
En cambio, en Argentina el único escáner existente se traslada mediante una camioneta del INTI. Una vez armado el equipo, el personal lo deja en donde se hará el relevamiento y vuelven a la institución, de donde saldrán nuevamente para ir a buscarlo. Hace dos años que no se usa flete por el elevado costo. También se intenta ahorrar en pasajes. Según Jung, si el viaje es corto van en micro y en avión cuando el trayecto lo amerita. “Los pedidos de dinero para viáticos se hicieron más complejos, es un trámite muy largo”, detalla.
Además, el lugar donde se colocará el escáner tampoco debe generar gastos. “Siempre elegimos lugares gratuitos. En la ciudad de Buenos Aires quisimos armar la puesta en el Congreso. Hicimos un pedido formal pero no nos permitieron hacerlo”, señala Jung. “Hubo un recorte en el presupuesto y encima tuvimos un 56 por ciento anual de inflación. No tenemos un presupuesto destinado para este proyecto. Vamos pidiendo lo que necesitamos”.
En efecto, según las variaciones de los últimos diez años, el presupuesto destinado al INTI siempre fue en alza, salvo en 2014 y 2019.
Una ley que necesita voluntad política
“El estudio se puede realizar en menos de un año. No sé qué está pasando tras bambalinas. Creo que hay muchas cosas políticas que están pasando ahí porque no debería llevar tanto tiempo. No es necesaria tanta plata”, afirma Sharon Haywood, fundadora de la ONG AnyBody Argentina y una de las impulsoras del proyecto de ley de talles.
Haywood destaca que, aunque hay otras prioridades, ningún político está en contra de la ley de talles. “Crecimos bastante en los últimos años porque ahora hay conciencia colectiva. La gente dice que es un tema y debemos tratarlo y por eso en el Senado dijeron que sí. Pero lo que está pasando en el INTI me sorprende. Estaban invitados en el plenario de comisiones. No aparecen en momentos clave”, opina.
Al respecto, Jung sostiene que el INTI no fue tenido en cuenta para integrar las comisiones. “Una vez citaron al presidente de la institución y a nadie más. Si mirás el nuevo proyecto, el Poder Ejecutivo deberá definir qué organismo hará el estudio antropométrico. Ya no figura el INTI”, apunta.
Por otro lado, Jung parece coincidir con Haywood con respecto al dinero. “Incide más la decisión política que los recursos. En muchas cuestiones no tenemos que comprar insumos. Nos alcanza con que esté garantizado el traslado del equipo y de la gente”, evalúa.
Si la política tiene actitudes algo ambivalentes, el sector industrial no es la excepción. Para Haywood, “por un lado apoyan la terminación del estudio pero, por el otro, tienen miedo de que la ley de talles vaya a fundir la industria”. Sin embargo, la activista resalta que, a pesar de esos temores, las grandes marcas ya empezaron a cambiar su rango de talles.
La sociedad va tomando conciencia acerca de la diversidad de los cuerpos y la necesidad de una ley que los resguarde. Pero, como dicen los protagonistas, en gran medida la ley nacional de talles depende de la voluntad política que no requiere de mayores recursos económicos.Será cuestión de no dejar que los funcionarios se olviden de su compromiso con el bienestar de los ciudadanos.