Por Candela Blanco

A los 28 años, Georgina Orellano se consagró como la mujer más joven en ocupar un cargo alto dentro de la Central de Trabajadores Argentinos con su rol de secretaria general nacional de la Asociación Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR), un sindicato que considera la prostitución como salida laboral y forma parte de la CTA. También fue dirigente de Putas Feministas, agrupación que representa a las trabajadoras sexuales y que marca una grieta en el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans alrededor del debate entre regulacionismo y abolicionismo.

Con su voz firme pero dulce, y un vocabulario en el que mezcla la jerga de barrio y un discurso político elaborado, Orellano dio la vuelta al mundo defendiendo sus ideas. A diferencia de lo que le pasaba al principio, ahora no se esconde, no tiene miedo al qué dirán y usa todo lo que tiene a su alrededor para generar provocación.

Con su metro setenta y cinco de altura, los labios siempre pintados de rojo, es referente del nuevo espacio político feminista “Comunes” y mientras la editorial Random House prepara su biografía, ella sigue haciendo la calle.

En una entrevista hablaste de compañeras que después de haber tenido un progreso económico tuvieron que volver a espacios hostiles a raíz del gobierno de Mauricio Macri. ¿Qué otros retrocesos registraste?
—Aparte de la violencia económica, que ha generado que ahora nuestras vidas están más precarizadas, todos los que nos dedicamos a trabajos precarios o que están dentro de la economía y trabajo popular –como ser trabajadora sexual, vendedora ambulante, mantera o cuidacoche– vivimos una persecución constante que responde a una bajada de línea política de limpiar la calle y que le otorga un poder a la policía totalmente arbitrario para desplegar todo su abuso para con nosotras. En barrios como Constitución y Flores, donde además de trabajar las compañeras viven, la violencia policial se incrementa y es constante, desde que salen a laburar hasta que van al supermercado o llevan a sus hijos al colegio. El uso del espacio público como nuestra herramienta de trabajo atraviesa un retroceso importante.

De cara a las elecciones, ¿cómo piensan avanzar con el proyecto de regular el trabajo sexual?
—El año pasado decidimos no presentar ningún tipo de proyecto a nivel nacional porque justamente entendemos que la agenda política actual está atravesada por las elecciones presidenciales. Este año desde AMMAR, como organización y como sindicato, nuestra función es brindarles a nuestras compañeras todo tipo de servicios sociales para poder apaciguar la crisis económica y poder frenar la violencia policial. Hace muy poco abrimos una casa en el barrio de Constitución que justamente busca que las compañeras se sientan mucho más contenidas, acompañadas, que tengan servicios de acceso a la salud, al DNI, regular su proceso migratorio… Una función más social que política, entendiendo que no podemos hablar de derechos laborales en este contexto en el que el gobierno actual piensa que son un costo. Vamos a ver cómo queda la coyuntura política, social y económica tras las elecciones y seguramente a mitad del año próximo avanzaremos con la presentación de la Ley de Despenalización y Reconocimiento del Trabajo Sexual.

Ante el reciente triunfo de Amalia Granata como diputada, ¿por qué crees que pese a su masividad, los movimientos feministas no lograron aún llevar a ninguna referente a representarlos dentro del Congreso?
—Mas allá de que se haga campaña de que queremos feministas en las listas, las listas no se cierran desde Twitter. La forma de discutir y definir que tiene la política sigue siendo tradicional, por eso así como logramos profundizar nuestro avance en la sociedad llenando calles, el siguiente paso tiene que ser que ese poder ingrese dentro de las estructuras partidarias. Esa profundización tiene que ver con la politización que tenemos que tener todas las que militamos el feminismo, que a veces está muy dividido. Si no salimos a ocupar esos lugares, vamos a seguir mirándolo desde afuera.

—¿Pensaste alguna vez en ser candidata a diputada?
—La verdad es que no tengo esa aspiración. Sí aspiramos a que el año próximo podamos llevar la discusión del reconocimiento y la despenalización del trabajo sexual al Congreso y que tengamos una participación activa de incidencia política con todos los sectores. No es conveniente ir en alguna lista y que alguna de nosotras quede señalada adentro de alguna estructura cuando todavía no pudimos generar el debate. Tenemos que salir a hablar y convencer para que nos escuchen todos, no solamente aquellos con los que más pertenencia nos une o que tenemos mayor afinidad. La ley no la vamos a ganar ni con el kirchnerismo, ni con parte del peronismo, la tenemos que ganar con los votos de todas y todos los que tienen una banca justamente para legislar por los derechos de la ciudadanía.