Por M. Callebaut, A. Urcelay, L. Fonte y C. Blanco

El humor siempre estará vigente y, a medida que las redes nos den más herramientas, evolucionará la historieta digital, afirma Cami Camila, una creativa publicitaria que dejó su trabajo para dedicarse al llamado “noveno arte”.

En los ‘80, la divulgación de la historieta se daba básicamente en las revistas y, justamente, en los kioscos de diarios y revistas. Era un trabajo profesional y no hacía falta mucha difusión porque las personas iban a estos puntos de venta y compraban lo que querían”, explica Ricardo Villarreal, encargado general de La Revistería, una serie de librerías especializadas en cómics. Villarreal continúa: “Hoy, que ya casi no existen editoriales profesionales, los autores tienen muchas más herramientas para difundir sus obras que las que tenían en la década del 80, como internet”.

Al respecto, Cami Camila agrega: “Las redes permiten que nos consuman de forma gratuita”, y destaca el compromiso que esto conlleva: “Hay que ser constante en generar y subir contenido e invertir. Hay que dedicar tiempo”. El historietista e ilustrador Emilio Utrera añade: “Tener cuenta en las redes sociales y un blog para mostrar las historietas nos ayuda un montón. Sirven como currículum. Son buenos lugares para publicar, que el público vea qué producimos y que, en algún momento, se transforme en libro”. La ex creativa publicitaria comenta: “Internet ayuda a que los cómics tengan un consumo diario que no tendrían de otra manera. Más ahora, que los medios que se consumen mayormente son también digitales. Cambió la vía de comunicación y de información y, con ella, el modo en el que las personas consumen historietas. Antes esperaban el diario del domingo, pero ahora basta con abrir Instagram desde el teléfono celular”.

Asimismo, recalca: “Internet tiene un lado positivo, la difusión, pero también uno negativo para vivir de las historietas porque la gente está acostumbrada a recibir gratis los contenidos y convencerla de comprar algo es muy difícil. Tener un gran público no nos garantiza que nos vaya bien económicamente”. Al respecto, el encargado de La Revistería concluye: “En la década del 80, un autor conseguía un trabajo y podía vivir de esto. Hoy se le complica, tiene que vivir de otra cosa y ampliar el rubro”. Las historietas como Poncho fue, de Sole Otero, “una de las más leídas”, según Villareal, superan los 500 pesos. La agenda 2019 de Cami Camila, quien creó nuevos productos para su tienda online, cuesta 450 pesos.

Por otro lado, surgieron otras opciones para la divulgación de las producciones del noveno arte. “Lo principal es ir a eventos de dibujos, pedir un lugar, llevar los propios cómics y empezar a vender o intercambiarlos. Así te vas haciendo conocido. Es la mejor forma para comenzar”, aconseja Utrera. Agrega que La Revistería colabora haciendo presentaciones, charlas y muestras. “No nos importa que sean artistas consagrados o no. Los ponemos a la misma altura”, asegura, y finaliza: “Tenemos un evento quincenal de dibujo libre llamado Coffee and draw (Café y dibujo). Pueden participar personas de entre 7 y 60 años, y disponen de todas las mesas para dibujar”.

Un “coffee and draw” en La Revistería (Foto: Ricardo Villareal)
FUENTE: Ricardo Villareal.
EPÍGRAFE: Evento en La Revistería.

Similar a esta actividad, la cervecería Funes realiza Birrear y dibujar, con el objetivo de “trasladar alguna actividad más lúdica a un bar, hacer algo distinto”, según argumenta su organizadora y periodista, Candelaria Pernas Rosconi. En cada edición, hay un artista invitado y el local coloca mesas de uso compartido con materiales para que cualquiera pueda dibujar. “Este tipo de eventos ayuda mucho a la difusión de historietistas no solamente porque les pagamos, sino también porque les da la oportunidad de formar una comunidad, de que los conozcan y muestren lo que hacen

Estos eventos son una de las principales vías para incorporarse en el nicho artístico de la historieta argentina y generar una comunidad de lectores. “Una vez que empezás a moverte dentro de este mundo, si repetís una fórmula, como hacer historieta gauchesca o bélica, y te sentís cómodo ahí, te reconocen como alguien que labura dentro de un género, de una temática, y podés alcanzar el reconocimiento. Es cuestión de trabajar y mantenerse en el tiempo”, aporta Utrera, y añade: “Hoy la comunidad se va forjando en las redes. Las librerías especializadas, las presentaciones y los eventos de cómics generan un ida y vuelta con los lectores”.

Historietas de Emilio Utrera

Acerca del sentido de comunidad, Cami Camila expresa: “La comunidad se va armando sola a medida que la gente comparte las publicaciones y se siente identificada con lo que decimos”, y agrega: “Los lectores también son parte del contenido. Nos tiran letra, ideas, todo el tiempo. Nos cuentan sus cosas. Tener comunicación con ellos, para mí, es una forma de agradecerles el reconocimiento y su buena onda”. Y en cuanto a la divulgación, suma: “Otras herramientas que nos sirven mucho son las notas. Los periodistas nos ayudan un montón a difundir lo que hacemos. Además de movernos en convenciones, acercarnos y tener contacto directo con la gente ayuda. La clave es sumarnos a las movidas culturales que podamos”.

En referencia al consumo de los cómics argentinos, opina: “No creo que haya menos consumidores, sino lo contrario. Las distintas maneras de hacer historieta, más hoy, que son tan cercanas al lenguaje del público, a qué le pasa y qué siente en su vida diariamente, incrementan el número de lectores”. Al respecto, el encargado de La Revistería afirma: “La historieta en general venía en aumento de consumidores. Pero este año no sucedió por la situación económica que afecta al país”. Utrera sentencia: “Lo que se busca es que haya variedad, porque eso quiere decir que hay consumo. En los últimos años la historieta creció un montón. Como historietista, uno apoya lo que va saliendo, viraliza. La mejor manera de difundir es ser bueno con un compañero”.

Antes necesitábamos que un diario o una editorial nos diera una oportunidad. Ahora dependemos de nosotros y de que a las personas les guste lo que hacemos. Si confiamos en lo que hacemos, tenemos las redes, que son una ventana a todos. Es amor al arte, pero si hacemos publicidad, podemos vivir de esto. Tener muchos seguidores no nos asegura tener ventas; entonces, tenemos que invertir para llegar. Es una cagada. Hay que aprovechar cada espacio para que más gente nos conozca”, concluye Cami Camila.