Por A. Schliserman, V. Nieuvenhove, C. Klimovsky y J. Matte

Más de 10 mil alumnos regresaron a clases en 14 departamentos de San Juan y conformarán, junto al grupo docente, la primera prueba piloto de la vuelta presencial a las escuelas durante la pandemia. Tanto el gobernador Sergio Uñac y el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, acordaron que se hará un constante control epidemiológico y, de ser necesario, se podría volver al esquema de clases virtuales excluyentes.

Principalmente las clases empezaron en las zonas rurales de San Juan, donde no hay circulación comunitaria del virus, para el nivel primario y secundario de los últimos años manteniendo la modalidad virtual como complemento. Para el ingreso a las instalaciones es obligatoria la toma de temperatura y el uso del barbijo por parte de los alumnos a quienes se les dará además un kit de higiene. Los docentes cuentan con una máscara de acetato para usar en las aulas, se deberá mantener la distancia obligatoria constante de 1,5 metros entre todos los presentes en el salón y las puertas deben permanecer abiertas para una buena ventilación.

“Los profes tenemos una charla con los directivos cada día antes del ingreso a clase y la autoestima es un poco baja. Entramos con muchas ganas de enseñar pero no podemos tener contacto con los alumnos, emocionalmente nos sentimos un poquito angustiados, explicó Luciana Tejada, docente técnica trabajadora en el área capacitación laboral en San Juan.

Además de conformar un alivio para los padres y la posibilidad de volver a trabajar jornadas completas, el regreso a las aulas podrá lograr una continuidad pedagógica para los alumnos y retomar los vínculos sociales fuera del núcleo familiar. Elisa Pedersen, psicóloga especialista en niñez, aseguró que “la institución educativa se construye como un espacio propio para el niño, donde suceden cosas que los padres no ven, que no necesariamente tienen que saber, y en donde por lo general no tienen que intervenir. Todo eso se trastocó con el confinamiento. Uno de los objetivos de la vuelta a clases es que los niños retomen un rol activo en su educación y no dependan de los padres.

A su vez, los docentes tendrán que tener en cuenta la desigualdad en los conceptos adquiridos por los alumnos durante la cuarentena ya que no todos tuvieron las herramientas necesarias para afrontar los meses de virtualidad. Según estimaciones de la Encuesta de la Deuda Social Argentina del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia (UCA), en el tercer trimestre de 2019, el 48,7% de los chicos de entre cinco y 17 años, no contaba con una computadora en su hogar, y el 47,1% no tenía servicio de internet fijo en la vivienda.

Desde el Estado, el ministro de Desarrollo Social, Fernando Daniel Arroyo, explicó en una charla con estudiantes de Tea,  que se está armando una red para “establecer aulas virtuales sobre todo en merenderos y comedores de las áreas más vulnerables del país”, con el objetivo de achicar la brecha digital. En coincidencia con Trotta aseguró que “la pandemia es una experiencia traumática, tendremos aulas más desiguales y va a aumentar la deserción escolar”.

El virus puso en relieve que la pandemia no ataca a todos por igual, que no es lo mismo vivir en un barrio vulnerable o en un país con un sistema de salud endeble y así cobró importancia la solidaridad: ser capaces de comprender las posibilidades de las instituciones educativas, los miedos de los padres, las frustraciones de quien no puede salir de su casa y el terror de los que deben salir sí o sí, así como las limitaciones del docente“, reflexionó Pedersen.

Si bien el caso de San Juan representa esperanza para los alumnos de todo el país, mientras no se haya encontrado una solución definitiva para la situación actual, la psicóloga cree que “tal vez la receta momentánea para lidiar con la cuyuntura sea la capacidad de humanidad de todos los argentinos”.

Foto: Télam